Qué sería del mundo si los visitantes que llegaron a Brasil pudiesen ver el concierto de Gilberto Gil en la fiesta junina de San Juan, o disfrutasen de un forró para conocer la cultura del interior y del nordeste, o conociesen la corajosa lucha del pueblo contra la(s) dictadura(s) del mundo, que realmente hicieron de este país gigante en todos los sentidos, y no sus nalgas sambantes. Ese sí sería un lindo circo, un Mundial que aporte tanto a este país rico y sin pobreza, grande y para todos, como dice la campaña, como para el resto del planeta.