Discurso de saludo a los bolivianos del Papa en La Paz
DISCURSO PAPA FRANCISCO, 8 DE JULIO DE 2015, HS. 17:45
Que Dios padre nuestro nos bendiga. En nombre del padre, y del hijo y del espíritu santo. Gracias.
La iniciar visita pastoral quiero dirigir mis saludos a todos los hombres y mujeres de Bolivia con los mejores deseos de paz y prosperidad.
DISCURSO PAPA FRANCISCO, 8 DE JULIO DE 2015, HS. 17:45
Que Dios padre nuestro nos bendiga. En nombre del padre, y del hijo y del espíritu santo. Gracias.
La iniciar visita pastoral quiero dirigir mis saludos a todos los hombres y mujeres de Bolivia con los mejores deseos de paz y prosperidad.
Agradezco al señor presidente del estado plurinacional de Bolivia, la cálida y fraternal acogido que me ha dispensado y sus amables palabras de bienvenida. Doy las gracias también a los señores ministros y las autoridades de Estado, de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que han tenido la bondad de venir a recibirme.
A mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, religiosos y religiosas y fieles cristianos a toda la Iglesia que peregrina en Bolivia quiero expresarle mis sentimientos de fraterna comunión en el Señor.
Llevo en el corazón especialmente a los hijos de esta tierra que por múltiples razones no están aquí y han tenido que buscar otra tierra que los cobije, otro lugar donde esta madre los haga fecundos y posibilite la vida.
Me alegro de estar en este país de singular belleza, bendecido por Dios en sus diversas zonas: el altiplano, los valles, las tierras amazónicas, los desiertos los incomparables lagos. El preámbulo de su constitución lo ha acuñado de modo poético: en tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos, nuestra amazonía, nuestro chaco, nuestro altiplano, y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Y esto me recuerda que el mundo es algo más que un problema a resolver; es un misterio gozoso que contemplemos con jubilosa alabanza, pero sobre todo es una tierra bendecida en sus gentes, con su variada realidad cultural y étnica que constituye una gran riqueza un llamando permanente al respeto mutuo, al diálogo.
Pueblos originarios milenarios y pueblos originarios contemporáneos. Cuanta alegría nos da saber que el castellano traído a estas tierras hoy convive con 36 idiomas originarios, amalgamándose como lo hacen las flores nacionales de kantuta y patujú, el rojo y amarillo para dar belleza y unidad en lo diverso.
En esta tierra y en este pueblo arraigo con fuerza el evangelio que a lo largo de los años ha ido iluminando la convivencia, contribuyendo al desarrollo de los pueblos y fomentando la cultura.
Como huésped y peregrino, vengo para confirmar la fe de los creyentes en Cristo resucitado. Para que cuantos creemos en él, mientras peregrinamos en esta vida seamos testigos de su amor, fermento de un mundo mejor y colaboremos en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país. Cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio y con unas instituciones sensibles a estas realidades. Todo esto requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de diálogo y de participación en los individuos y los actores sociales en las cuestiones que nos interesan a todos.
El progreso integral de un pueblo incluye el crecimiento en valores de las personas y la convergencia en ideales comunes que consigan aunar voluntades sin excluir ni rechazar a nadie.
Si el crecimiento es solo material siempre se corre el riesgo de volver a crear nuevas diferencias, de que la abundancia de unos se construya sobre la escasez de otros. Por eso además de la transparencia institucional, la cohesión social requiere un esfuerzo en la educación de los ciudadanos
En esos días me gustaría alentar la vocación de los discípulos de Cristo, a comunicar la alegría del evangelio, a ser sal de la tierra y luz del mundo. La voz de los pastores, que tiene que ser profética, habla a la sociedad en nombre de la Iglesia, madre –porque la Iglesia en madre- y lo habla desde la opción preferencia y evangélica por los últimos, por los descartados, los excluidos, esa es la opción preferencial de la Iglesia.
La caridad fraterna expresión viva del mandamiento nuevo de Jesús se expresa en programas, obras e instituciones que buscan la promoción integral de la persona, así como el cuidado y la protección de los más vulnerables.
No se puede creer en Dios padre sin ver a un hermano en cada persona. Y no se puede seguir a Jesús sin entregar la vida por los que el murió en la cruz.
En una época en la que tantas veces se tiende a olvidar o tergiversar los valores fundamentales, la familia merece una especial atención por parte de los responsables del bien común, porque es la célula básica de la sociedad que aporta lazos sólidos de unión sobre los que se basa la convivencia humana y con la generación y educación de sus hijos asegura el futuro y la renovación de la sociedad.
La Iglesia también siente una preocupación especial por los jóvenes, que comprometidos con su fe y con grande ideales, son promesa de futuro. “Mecías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del evangelio”, decía Juan Pablo II.
Cuidar a los niños, hacer que la juventud se comprometa en nobles ideales es garantía de futuro para una sociedad y las Iglesia quiere una sociedad que encuentra su reaseguro cuando valore, admira y custodia también a sus mayores, que son los que nos traen la sabiduría de los pueblos.
Custodiar a los que hoy son descartados, por tantos intereses que ponen al centro de la vida económica al dios dinero y son descartados los niños y los jóvenes que son el futuro de un país, y los ancianos que son la memoria de pueblo. Por eso hay que cuidarlos, hay que protegerlos, son nuestro futuro.
La iglesia hace opción por ir generando con este cuidado una cultura memoriosa, que le garantiza a los ancianos no solo la calidad de vida en sus últimos años, sino al calidez como bien lo expresa la Constitución de ustedes.
Señor presidente, queridos hermanos y hermanas gracias por estar aquí. Estos días nos permitirán tener diversos momentos de, encuentro, diálogo y celebración de fe.
Lo hago alegre y contento de estar en esta patria que se dice a sí misma de ser pacifista, patria de paz y que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz.
Pongo esta visita al amparo de la santísima virgen de Copacabana, reina de Bolivia y a ella le pido que proteja a todos sus hijos.
Muchas gracias y que el Señor los bendiga.
¡Jallalla Bolivia!
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