En jornadas de protesta es común ver a “El Paceñito”, un mini Chevrolet que encabeza distintas movilizaciones sociales que defienden los derechos humanos en la sede de Gobierno. Es fácil de reconocer garacias a sus vistosos colores verde y rojo que simbolizan la bandera paceña. En los últimos años acompañó diferentes marchas como: de las personas con discapacidad, en defensa del abogado Eduardo León; fabriles y Central Obrera Boliviana (COB) y del Magisterio Urbano, entre otros.

Desde que ocurrió el asesinato de la niña Estefani Mallku en 2005, Alejandro Pinto, propietario del motorizado decidió ‘luchar’ por los derechos de los niños, ya que es padre de cuatro hijos a los que educa sólo porque fue abandonado por su esposa. Por eso decidió que debía apoyar ese tipo de causas y pensó que la mejor forma era adquirir un motorizado para poder desplazarse a todas las movilizaciones que tengan por objetivo la defensa de los derecho humanos de niños y personas vulnerables.

En ese instante comenzó la búsqueda de un auto. En un principio le resultó complicado, pero pasados los días un familiar le sugirió un chevrito que parecía el indicado, pero al ir a ver la ‘mercancía’ se decepcionó porque el carro estaba siniestrado y desistió. De regreso a su hogar no dejaba de pensar en el ‘autito’ y creyó que podía mejorarlo con sus conocimientos en mecánica.

Al día siguiente regresó al lugar y se hizo dueño de El Paceñito al que tuvo que armar pieza por pieza.“Cómo es antiguo no pude encontrar las piezas rápido y buscando me encontré con corredores profesionales de auto que me pasaron repuestos y me compré un lote entero y si se arruina, voy a mi depósito y lo reparo”, dice orgulloso.

El Paceñito en la marcha de las personas con discapacidad

UNA DÉCADA DE HISTORIA

Pinto recuerda que la primera manifestación en la que participó junto a su motorizado fue en 2005, tras el asesinato y violación de la pequeña Estefany en un colegio de Villa Copacabana, organizado por los padres de familia que acusaban a la madre de la fallecida como cómplice del crimen y pedían su detención, además de la cadena perpetua para los delincuentes. “Ese crimen me ha dolido en el alma. En ese colegio estaban mis hijitos”, aseveró.

El chofer de El Paceñito asegura que desde ese año, no paró de participar en diferentes manifestaciones, pero la que marcó su vida es la última, de las personas con discapacidad que arribaron desde Cochabamba a La Paz en busca de la renta de 500 bolivianos.

“Hace 10 años estamos en las marchas, pero la que más me ha conmovido es de las personas con discapacidad que han aguantando tantos días pidiendo al Gobierno que los atienda y no tienen respuesta. Ellos pasan hambre y frío y parece que a nadie le importa”, expresa.

EL MINERO DEFENSOR DE LOS DERECHOS HUMANOS

Pinto aclara que no pertenece a ningún partido político y que sólo es un minero que trabaja en la localidad de Chima y cuando está allí se asegura de tener una radio a su lado para estar bien informado sobre las marchas que se desarrollarán en la urbe paceña. Cuando eso sucede él regresa a la ciudad y toma contacto con los marchistas y los convence para que lo acepten en su movilización, pero muchas veces fue rechazado y acusado de ser ‘infiltrado’.

“A veces tengo que rogarles para que me dejen participar y cuando ven que mis intenciones son sinceras me aceptan con los brazos abiertos”, dice mientras lleva un par de hojas de coca a su boca.

Sonríe y dice que no dejará de apoyar este tipo de reivindicaciones sociales, por eso se asegura de ir a trabajar por temporadas a la mina de Chima para ‘juntar’ dinero que le permita vivir unos cuatro meses y así disfrutar de la compañía de sus hijos. Además de los lazos de amistad que forjó con los movilizados de disntitas causas.

“Por suerte nunca me han agarrado en las movilizaciones, ni llevado a Tránsito porque siempre hemos acompañado a las marcha con respeto y educación y así lo vamos a seguir haciendo”, asevera.

El Paceñito en la marcha de defensa al abogado Eduardo León.