Hay situaciones en las que, sin importar lo que hagamos, nuestras manos comienzan a sudar: una primera cita, entrevista de trabajo o una conversación difícil. Lo extraño es cuando se hace rutinario.
Un nuevo estudio realizado con ratones ayudará a comprender cómo afectan a nuestra masa gris los continuados impactos como los que sufren los jugadores de fútbol y otros deportes de contacto.