¿Por qué nos atrae tanto el rojo?
Vestir de rojo puede tener un efecto sobre nuestra fisiología, sobre el equilibrio de las hormonas y puede alterar el rendimiento en un partido de fútbol. Entonces, ¿por qué son tan potentes los tonos rubí, carmesí y escarlata?
11 de septiembre (BBC).- Nunca podremos saber lo que pensaron nuestros antepasados hace miles de años, cuando tomaron crayones naturales por primera vez y comenzaron a pintar sus cuerpos.
Pero tal vez, lo significativo sea que eligieron un intenso ocre rojo: el color de nuestra sangre y un vívido recordatorio de la vida y la muerte
Hoy en día, los tonos escarlata están relacionados con el poder, la agresión y el sexo: desde el bermellón de los símbolos reales de la reina de Inglaterra hasta las llamativas luces de neón de la zona roja de Ámsterdam.
Y esas asociaciones pueden no ser una coincidencia. Una nueva rama de la ciencia llamada"psicología del color", ha encontrado que el rojo puede tener un profundo efecto sobre nuestro estado de ánimo, nuestras percepciones y acciones.
Incluso, vestir de rojo puede tener un efecto sobre nuestra fisiología, sobre el equilibrio de las hormonas y puede alterar el rendimiento en un partido de fútbol. Entonces, ¿por qué son tan potentes los tonos rubí, carmesí y escarlata?
Señal de advertencia
No hay duda de que nuestra percepción del rojo coincide con uno de los eventos más importantes de nuestra historia evolutiva. Muchos mamíferos, como los perros, no diferencian entre el rojo y verde.
Pero a medida que nuestros primeros ancestros primates se adaptaron a la vida en la selva, evolucionó un nuevo tipo de células en su retina que les permitió escoger las frutas de color rojo brillante de entre el follaje. Esa percepción mejorada se prestó, entonces, a nuevas formas de señalización social.
La piel enrojecida, causada por el bombeo de la sangre cerca de la superficie de la piel, es un signo importante de dominación para muchos primates.
Los mandriles quizás sean el ejemplo más famoso, con brillantes marcas en la cara y en el trasero que indican su posición en la estricta jerarquía del grupo.
Cuanto más en forma se encuentre el individuo y más dominante sea, aparecerá más rojo. Así, al interpretar las habilidades de los competidores, los primates de menor rango pueden evitar luchas que seguramente perderán.
Fue apenas en el año 2004 que dos psicólogos de la Universidad de Durham, Russell Hill y Robert Barton, comenzaron a preguntarse si los humanos también podían reaccionar de una manera similar. Aunque no solemos ponernos rojos como un mandril, a veces nos encendemos con ira.
De manera que la ropa de color rojo quizá podría asociarse con la agresión y la dominación. Hill y Barton se quederon atascados al intentar encontrar formas de investigar la idea. Sin embargo, la oportunidad perfecta les llegó con los Juegos Olímpicos en el año 2004.
En los deportes de combate como el boxeo y el tae kwon do, se asignaron de forma aleatoria trajes rojos o azules a los atletas, lo que permitió que los científicos pudieran comparar las actuaciones de los mismos atletas al vestir diferentes colores.
Al seguir su progreso en los juegos, Hill encontró que quienes vestían trajes rojos tenían alrededor del 5% más de posibilidades de ganar el combate que quienes tenían ropa azul.
"El simple hecho de vestir de rojo no te convertirá en un excelente competidor", dice Hill."Pero puede ayudar a inclinar la balanza entre ganar y perder cuando los competidores están bastante nivelados". Este primer "estudio escarlata" desencadenó una serie de otros experimentos que arrojaron resultados similares como, por ejemplo, en los futbolistas que pateaban penaltis: tienen menos posibilidades de anotar si el guardameta está de rojo.
Rápidamente, la psicología del color se convirtió en un área de la ciencia fiable por derecho propio."Ese trabajo fue el verdadero responsable del resurgimiento del interés en los colores y sus posibles efectos", dice Andrew Elliot de la Universidad de Rochester, en el estado de Nueva York.
La razón exacta de estos efectos sigue siendo tema de debate. Elliot señala la existencia de estudios en los que se demuestran que quienes visten de rojo se sienten más dominantes, desencadenando un aumento de frecuencia cardíaca y de testosterona, que podría mejorar su rendimiento.
O el rojo podría intimidar al competidor de la misma manera en que los mandriles menos dominantes evitan acercarse a sus líderes con caras de color carmesí. "Si usted ve rojo sentirá miedo e inferioridad y su testosterona descenderá", dice Elliot.
Alternativamente, también podría tener un efecto sobre los árbitros; un equipo alemán manipuló videos para cambiar los trajes de jugadores de tae kwon do antes de mostrárselos a árbitros profesionales. "Simplemente el cambio de colores cambió la manera en que los experimentados árbitros otorgaban los puntajes", dice Hill: el que vestía de rojo fue favorecido por el árbitro.
Lejos de los escenarios deportivos, unos procesos de razonamiento similares podrían conducirlo a un fracaso en el casino. Jugar con fichas de póquer rojo parece hacer que la gente apueste más que usando fichas azules o blancas, tal vez porque parecen las fichas de los ganadores
Desde un punto de vista más positivo, la ropa roja también podría ayudar a tener mejores actuaciones en una entrevista. Algunos expertos en moda sugieren que las corbatas rojas proyectan autoridad y dominio en el lugar de trabajo.
Tal vez el efecto más estudiado esté relacionado con la asociación del tono con el deseo, la seducción, y el pecado, una asociación que se puede ver en todo, desde la Meretriz Escarlata de Babilonia hasta el tema "La Dama de Rojo" de Chris de Burgh.
Una serie de experimentos llevados a cabo por Elliot y otros colegas, han confirmado que tanto los hombres como las mujeres son considerados más atractivos cuando visten tonos rojos en comparación con otros.
Una posible explicación es que la piel ligeramente más roja, gracias a una buena circulación, parece sugerir salud y aptitud; tal vez, por transitiva, se lea lo mismo a partir de la ropa que usamos.
Aún así, usted haría bien en no cambiar inmediatamente su guardarropa o pintar las paredes de la oficina. En algunos contextos, el rojo puede provocar otras emociones, a veces no deseables.
Por ejemplo, la percepción de dominación puede contribuir a que un hombre se sienta atraído por la ropa que viste, pero podría ser potencialmente contraproducente."Si es un rojo súper brillante también podría sugerir agresividad, lo que podría ser negativo", dice Elliot. Y encontró que en la sala de exámenes, la gente tuvo un peor desempeño en pruebas cognitivas si las pruebas eran entregadas en un sobre de color rojo.
Pistas falsas
Más importante aún, por el momento, no todos los hallazgos de la psicología del color son lo suficientemente robustos como para ser completamente confiables."Creo que el trabajo está en una etapa muy temprana de desarrollo", dice Elliot.
Los psicólogos todavía tienen que replicar sus resultados e investigar exactamente cuándo se producen los diferentes efectos, para poder estar seguros de que los primeros hallazgos no son sólo pistas falsas."Con el tiempo también podremos ser capaces de utilizar la psicología del color para crear un ambiente de trabajo más productivo, pero todavía estamos lejos de ese punto. Creo que sería tremendamente prematuro regular qué color de camisetas deportivas usar o prohibir las plumas rojas".
A Elliot también le gustaría ver más trabajo de investigación con el resto de colores en el arco iris. Él ha lencontrado que mientras el rojo puede obstaculizar el rendimiento, el verde y el azul pueden fomentar la creatividad en ciertos tipos de juegos de palabras. Aun así, Elliot sospecha que la influencia será bastante limitada en comparación con el potente efecto que tiene el rojo sobre nuestro comportamiento.
"La percepción del rojo ha evolucionado en tantos hechos y experiencias importantes", dice Elliot."El rojo es el color de la fruta madura, de la cara de enojo, de una persona mostrando excitación sexual". De esta forma, siempre estará asociado con la supervivencia, con connotaciones e influencias que corren en lo profundo de nuestro ser, como la sangre en nuestras venas.
Tal vez sólo estamos confirmando lo que se dieron cuenta nuestros antepasados cuando empezaron a pintarse el cuerpo: no hay otro color igual.
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