Blog de Iván Canelas Lizárraga

21F: Medios de desinformación, neoliberalismo y democracia

Con el fallo del Tribunal Constitucional, emitido el 28 de noviembre, que habilita nuevamente a Evo Morales como candidato a la Presidencia, se abre la posibilidad de que a dos años de la elección general del 2019, se instale en el país una prematura campaña electoral que a nombre de una democracia real,  no debe ni puede contener los elementos comunicacionales que marcaron el último proceso de estas características: el Referéndum del 21F.

En el mundo de la comunicación electoral se sabe que el escándalo político y la estrategia de la distracción son consideradas como importantes armas en la lucha por obtener el favor de los votantes, por lo que se constituyen también en elementos de manipulación y tergiversación mediática de la opinión pública y por lo tanto del voto.

Esa maniobra, generalizada en su uso en distintos procesos electorales en el mundo, y que está absolutamente reñida con la ética en comunicación, fue la aplicada en el país durante la campaña del Referéndum para la modificación constitucional el 21 de Febrero del 2016, cuando la oposición política, en colusión con varios medios de comunicación, todos guiados por su defensa intransigente del modelo neoliberal, lograron instaurar “la estrategia del escándalo” con el denominado caso Zapata, provocando así la distracción de la opinión pública y evitando con ello, que el país discurriera y evaluara lo esencial: ¿Cuánto hemos retrocedido o avanzado con Evo?, ¿Quiere la sociedad boliviana profundizar el actual proceso  político? o ¿Queremos los bolivianos dar paso a la reorganización del sistema capitalista? Preguntas estructurales, de muchas más, que quedaron sin respuesta.

La estrategia del escándalo puede resumirse como la campaña ejecutada con el objetivo de menoscabar la credibilidad de una persona, personificando con ello la política, para intentar destruir la credibilidad del actor político que, a su vez condensa, concentra y define un proyecto. Es así que los medios de comunicación neoliberales tanto en Bolivia como en otros países, no es que vendan información a los ciudadanos, sino que venden ciudadanos a los auspiciantes, y como lo que venden muchas veces no es la verdad, sino el escándalo y la distracción de los hechos esenciales, cada vez se deteriora más la calidad de la información, y por lo tanto la democracia.

 En consecuencia, lo ocurrido el 21F no es otra cosa que la culminación de la puesta en escena de esta estrategia, con la que la oposición ha mostrado su capacidad de articulación entre sí, cuando se trata de alcanzar un objetivo común, con lo que además revela su injerencia e influencia en algunos medios de comunicación. Esto nos hace sospechar que como en el pasado, la derecha boliviana retomó su vocación antidemocrática, o ¿cómo se le puede llamar al hecho de que haya privado a la sociedad el derecho de analizar la vigencia o no del actual modelo económico de desarrollo y hayan cambiado la matriz del debate, por la discusión inflamada, de la existencia de un hijo del Presidente, versión que curiosamente luego de la votación, fue desmentida por el mismo personaje que la denunció?

Una máxima del periodismo dice que la información falsa debe recibir la condena generalizada, porque se constituye en un atentado a la fe pública. Mientras que otra, señala que el periodismo serio es vital para la democracia. De igual manera, que el periodismo interesado, que en el país insiste en autodefinirse, para camuflarse como “independiente”, es mortal para la democracia.

Siendo ciertos los medios de comunicación instrumentos de control social, hoy gracias a la acción de algunos, estamos envueltos en otra gran distracción. Y ésta no radica, en  primera instancia,  en la re postulación de Evo Morales y menos en su reelección. El tema de fondo tiene que ver con la decisión que debe asumir el votante para mantener o no el actual modelo económico.  Modelo que según viene revelando la prensa internacional, le ha permitido al país, disfrutar en la última década de un crecimiento sostenido con un promedio de 5 por ciento, el que es muy superior al de Estados Unidos, Canadá, México o Argentina y el resto de los países sudamericanos.

Es en ese sentido que, quienes hoy embanderan la victoria del No como fruto de la democracia y del voto, no debieran dejar de analizar que en la campaña del 21F, se ha ejecutado un plan para desviar la discusión de fondo, que no es otra que la vigencia del actual modelo o el retorno al modelo neoliberal.  Que en otras palabras, no es otro que el achicamiento del Estado, la privatización de sus activos públicos y de sus empresas, la disminución de la inversión pública y social, la venta de materias primas a bajo costo, la fuga del excedente económico, el achicamiento del mercado interno, la disminución del ahorro y de la política de créditos al ciudadano,  para pasar a uno, ejecutado en el pasado por los actuales actores políticos de oposición, donde los sectores estratégicos de la economía nacional eran administrados por empresas transnacionales que se llevaron el excedente económico para el desarrollo de otras partes del mundo, mientras tenían al país sumido en la sobre vivencia y con profundas fracturas políticas, sociales y económicas, en un escenario de inestabilidad.

Esta tergiversación del verdadero escenario a debatir tiene que ver con el rol de varios medios de comunicación, que hoy luchan para que no se deseche la idea del retorno del neoliberalismo, aunque en el camino eludan decirnos, que ello legitimaría una estratificación social marcada por una amplia desigualdad. En términos comunicacionales, no parece posible analizar lo que nos dicen estos medios, sin antes tomar en cuenta su estructura de propiedad, sus vínculos políticos y económicos y sus relaciones de poder.

Subordinados a lo que nos digan o a lo que nos quieran ocultar, los medios de comunicación con orientación neoliberal son negocios privados con fines de lucro, ligados a poderosos intereses políticos que en el caso de Bolivia, manejan el discurso de independencia para camuflar sus verdaderos intereses: manipular el rol simbólico de la opinión pública para legitimar un orden de las cosas que tienen más que ver con intereses particulares que los del conjunto. Al neoliberalismo, le sería muy difícil mutar sus prácticas exclusivamente ligadas al lucro y naturalizarlas como valores sin la eficaz ayuda de estos medios.

Es imprescindible recordar que son justamente los medios de comunicación defensores del capitalismo, los que han iniciado una cruzada política que busca evitar la redistribución del capital, para restaurar, al mismo tiempo, el poder de clase. La circulación de símbolos que ejecutan cada día, intentan gestionar opiniones encaminadas a hacernos olvidar, que el sistema capitalista, no es otra cosa, que la transferencia deliberada, y a bajo costo, de los activos de los países más pobres, a los países más ricos.

El actual escenario político boliviano no sólo debiera propiciar un gran debate nacional sobre la pertinencia o no del actual modelo económico sino debiera analizar que la posibilidad de su cambio, podría provocar un inminente retorno del pasado más catastrófico.

Opinión
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El Tipnis que conozco

Aún en estos tiempos, hay quienes creen que vivir en armonía con la naturaleza es volver al estado primitivo de la humanidad. Aún hoy, hay quienes creen que la pobreza extrema, debe seguir siendo parte del folclore de ciertas culturas y que muchos de los pueblos ancestrales que hoy viven en ese umbral, deben permanecer como están.

Desde esa perspectiva es que quisiera analizar lo que está sucediendo actualmente en Bolivia, ante el debate por la construcción de una carretera que pase por el medio del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), discusión por la que transitan una serie de líneas de pensamiento que básicamente se dividen, y ahí está la manipulación en la que caemos como sociedad, entre quienes están a favor de la vía y quienes la rechazan.

Como en todo debate, en este, tampoco deberían existir los absolutismos, porque ni quienes proponen la carretera no son ecologistas, ni quienes la rechazan, lo son. Una vez más, otra discusión que resulta transversal para el país, y que debería abordarse con la mayor seriedad y transparencia posible, ha sido contaminada por una estrategia de manipulación de la opinión pública liderada por ciertos medios de comunicación que respondiendo a intereses políticos nos han desviado de lo central: ¿Cómo compatibilizar pobreza con conservación?  

Este escenario de manipulación de la información y de normalización de la pobreza diciendo por ejemplo que, “la vida en el Tipnis fluye de manera simple (…)”, pretende anular e invisibilizar la verdadera realidad de los protagonistas principales del conflicto, que no son otros que los miles de seres humanos miembros de los pueblos moxeños, yuracarés o chimánes que hoy, mientras en los grandes centros urbanos se discute por ellos, viven al margen de la satisfacción de sus necesidades básicas, lo que no es otra cosa que subsistir en la miseria.   

Como periodista y fotógrafo, he tenido la oportunidad de ingresar al Tipnis en al menos ocho oportunidades durante los años 2011 y 2013, cuando el Gobierno Nacional y la oposición política y mediática mantenían una dura controversia, a causa del proyecto de carretera. Sumado el tiempo, llegue a convivir con los habitantes del Parque, aproximadamente tres meses. 

Hace días, me preguntaron cómo se llega al Tipnis, y respondí: Quien quiera ingresar al parque, y no sólo como admirador de paisajes, sino a visitar o incluso convivir con sus habitantes, tendrá que abordar uno o más aviones, avionetas, recurrir a caballos o mulas, navegar en lanchas y/o botes y caminar por varias horas, acompañado de guías y cargado de un equipaje compuesto de mapas, víveres y medicamentos para varias semanas. Y no sólo eso, al ser prácticamente inexistentes las conexiones eléctricas, el viajero se enfrentará a pasar su estadía sin luz en las noches, sin energía para ningún aparato y por lo tanto incomunicado y doblemente aislado.

Lo mismo pasa con el agua y para hablar de ella, no puedo evitar hablar de la escasez  registrada en La Paz a finales del 2016, cuando decenas de miles de ciudadanos se quedaron sin el líquido vital por semanas, situación que es la que soportan los indígenas del Tipnis pero durante toda su vida, porque además de que no se conoce el alcantarillado, el agua que se consume, es recogida de ríos y arroyos, para luego de hervirla, y aún turbia, beberla o cocinar con ella, lo que causa infecciones, fiebres y diarreas, que afectan sobre todo a los niños que muchas veces mueren por no contar con oportunos tratamientos médicos básicos. 

En este escenario de aislamiento por la ausencia de vías de comunicación, en que se vive, la población más vulnerable son siempre los niños y las mujeres. Es una realidad encontrar en el Tipnis niñas de 12 años embarazadas u otras de 14, ya con dos hijos, o mujeres adultas cansadas de estar encinta año tras año, sin poder acceder siquiera a programas adecuados de planificación familiar.  No está demás pedirle al lector que imagine: ¿qué cree que ocurre ante un accidente con rotura de huesos o con una picadura de víbora?, Si actualmente encontrar ayuda le tomaría a un ciudadano del Tipnis, al menos ocho horas de navegación en bote a motor.

Otra realidad lacerante es el nulo o escaso acceso a la educación, porque no sólo no hay profesores suficientes en todas las comunidades, sino que la existencia de ellos, tampoco garantiza que todos los niños y adolescentes acudan a formarse. La ausencia de infraestructura se suma a los problemas y provoca que estudiantes de todas las edades compartan una misma aula y sean instruidos por el único profesor del lugar que debe distribuir sus esfuerzos y atención, en un mismo momento, no sólo entre todos sus alumnos, sino entre niños de distintas edades y de diferentes niveles de instrucción. 

Los maestros destinados a esas comunidades son verdaderos héroes de la alfabetización, aunque, pensar en una mejor formación para los estudiantes, sería demasiado, en lugares donde un cuaderno, un lápiz o un libro son tan escasos como el acceso a una buena alimentación. Ahí se vive de lo que siembra, de lo que se cría, caza o pesca y el éxito de cualquiera de estas actividades depende de tantos factores que muchas veces la escasez de alimentos pone a estas comunidades en riesgo. Alimentos perecederos como el arroz, fideo o la harina, deben comprarse en el centro urbano más próximo a muchas horas de viaje, sobre mula o en bote, por selva y ríos donde abundan los peligros. 

El autor del artículo Ivan Canelas Lizárraga rodeado de algunos niños en la comunidad de San Bartolomé en el Tipnis.

Los habitantes del Tipnis son víctimas de la violación permanente de sus derechos humanos más elementales. Sólo hace algunos años se inició un proceso de carnetización y vacunación y se llevaron algunas postas de salud, se destinaron más médicos y maestros a las comunidades, pero ante lo imponente de la selva y la lejanía impuesta por el difícil acceso, lo hecho hasta ahora y lo que se haga en el futuro tardará mucho, hasta que sea suficiente.

La estrategia mediática de invisibilización de estas condiciones de vida y encaminada a dirigir el debate hacía los intereses políticos más conservadores ha hecho, por ejemplo, que muchos sectores no hablen de las condiciones de vida de los indígenas de la zona, y es más, pretendan hacernos creer que quienes tenemos todas nuestras necesidades satisfechas en las ciudades, pensemos que podemos arrogarnos la voz y el voto de quienes hoy padecen una realidad opuesta.

Esa realidad que ni por asomo imaginan quienes no estuvieron ahí, pasa por considerar dos elementos fundamentales. El primero tiene que ver con garantizar la calidad de vida de los ciudadanos del Tipnis tomando en cuenta un enfoque relativista que no es otro que el respeto de su sistema cultural sin ninguna valoración moral o ética de ésta, y el segundo, la conservación de la riqueza natural del Tipnis, la que no necesariamente pasa por la construcción de la vía, sino en cómo vamos a utilizar ésta, o al menos eso parecen decirnos los cientos de ejemplos en el mundo que nos enseñan, que en estos tiempos, la única manera de conservar la naturaleza es haciendo a la población consciente de ella, motivándole el acceso y educándola bajo conceptos sostenibles. ¿No es eso justamente lo que nos dicen los miles de kilómetros de carreteras construidas en decenas de parques nacionales alrededor del mundo?

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Habitantes del Tipnis navegan por rio, llevándo sus enseres personales y su comida. En la foto una familia lleva sus alimentos y un frigorífico oxidado.

¿Es la oposición, el nuevo heraldo de Muñoz?

Sin duda que la lucha por el retorno al mar tiene muchas aristas. Una de ellas transita por el irregular y pedregoso camino comunicacional donde hoy, ya no intervienen sólo los medios de comunicación, sino la dinámica inédita y reveladora de las redes sociales.

Hace ya algunos meses que actores políticos de oposición en Bolivia, apoyados por supuestos analistas del ámbito internacional (todos bolivianos) y por medios de comunicación de tendencia neoliberal,  pretenden hacernos creer a los ciudadanos, que Bolivia se aísla del mundo, ya sea por el permanente reclamo sobre su enclaustramiento marítimo, por el llamado de inocencia y libertad para los nueve connacionales detenidos ilegalmente en Chile y torturados por supuestamente cruzar la frontera de ambos países; o como por la defensa de la democracia y la paz en Siria o Venezuela.

Esas voces, que intentan convencernos de que Bolivia y su política exterior provocan su aislamiento en el ámbito internacional, coinciden hoy de manera escandalosa con nada menos que con el rival más hostil de nuestras reivindicaciones históricas en la época actual, el canciller chileno Heraldo Muñoz, que como pez que muere por la boca, ha revelado en los últimos días que la estrategia del supuesto aislacionismo ideada por alguna oposición de Bolivia, no sólo es bien recibida por su despacho, sino que es utilizada como parte de su retórica contra el país.

¿Qué calificativo tendría que recibir el hecho de que por intereses estrictamente político/partidarios, haya quienes coincidan con el usurpador de nuestros derechos como Nación?. ¿Podrá la lucha de las ideas y de las propuestas en el ámbito electoral interno de un país, tolerar que alguna de las partes, coincida con el adversario histórico externo y en contra de los intereses de su propio pueblo?.

Ya el 04 de abril de este año el auto denominado líder de la oposición boliviana, el político empresario Samuel Doria Medina (UN) iniciaba una cadena de tuits en los que aseguraba que Bolivia, se aísla en el ámbito internacional. Estos tuits fueron replicados por sus analistas, para que luego, artículos, opiniones y entrevistas de por medio, trataran de posicionar esta retórica, misma que hoy abandera el canciller Muñoz para seguir en sus intentos de desacreditar al país.

Y si alguien todavía duda de la “agenda” común entre Muñoz y cierta oposición boliviana, hay que remitirse a la entrevista publicada este domingo 18 de junio, en el diario La Tercera, dónde este canciller se manda las siguientes perlas: “Bolivia está quedando aislada porque tiene cero credibilidad en la comunidad internacional”, “Bolivia falta a la verdad, manipula información y ofende a las autoridades y al pueblo chileno. Resultado: en ningún foro internacional ha recibido respaldo alguno; Bolivia está quedando aislada”, o “Pasó el miércoles también en la OEA, (sobre las acusaciones de Bolivia sobre torturas contra los 9 bolivianos detenidos en Chile expresadas por el ministro de Justicia, Héctor Arce): lanzaron una extensa diatriba, Chile refutó con fuerza y la sesión se acabó. El gobierno boliviano quedó aislado”. 

Como se puede leer, Muñoz no sólo repite el discurso opositor boliviano, conjugando el verbo aislar cada que puede, sino que lo usa para manipular a la prensa de su país sobre una batalla que claramente su gobierno está perdiendo, batalla del que él, como ministro de asuntos exteriores de Chile, es el General derrotado.

Todo lo mencionado anteriormente, no sólo deja patentes la tergiversación, el oportunismo y los intereses oscuros de cierta oposición, sino también las del canciller Heraldo Muñoz que, en coro, repiten la tesis aislacionista en un momento en que la diplomacia boliviana, ha adquirido inédita visibilidad e influencia en el contexto internacional.

Resulta curioso que ambos, hablen de aislamiento justo ahora, cuando Bolivia preside el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que es el órgano cuya responsabilidad primordial es el mantenimiento de la Paz y la Seguridad Global y del que es miembro junto a otras 14 naciones de todo el mundo, gracias al respaldo de nada menos que de 183 países, de 193, que votaron a favor del Estado Plurinacional.

Pero no sólo ello, a raíz de esa presidencia hace tan sólo dos semanas, en la ciudad de Nueva York; Bolivia, a través del presidente Evo Morales se ha permitido alertar a Francia, Rusia, China, Inglaterra y Estados Unidos, todos ellos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sobre la importancia de preservar el agua y evitar así, que este recurso, clave para la vida, se convierta en un factor de conflicto entre las Naciones, con lo que los convocó a no adoptar “medidas unilaterales” que pongan en riesgo los recursos hídricos transfronterizos, pidiéndoles además a apelar a las vías pacíficas en caso de controversia. Esta intervención fue calificada de “oportuna, seria, sobria y muy pertinente”, hasta por el ex presidente Carlos Mesa.

Y si hablamos de influencia global, también en la ONU, Bolivia es el principal impulsor de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra (Jurisprudencia de la Tierra), lo que a su vez impulsa un nuevo paradigma, sobre los derechos de todo ser viviente y reconoce a los ecosistemas como seres vivos. Esto, en un momento en que el mundo se ha unido para criticar la salida del Acuerdo de Paris para la reducción del Calentamiento Global, de Estados Unidos y anunciada por su presidente, Donald Trump.

Otro momento que no se debe olvidar es el ocurrido hace tan sólo unos meses, cuando el país mediante su embajador en la ONU, Sacha Llorenti, tradujo la postura de Bolivia sobre las muertes de civiles en la Guerra en Siria, en un discurso que tuvo la capacidad de reflejar lo que sienten millones de personas en el mundo por la violencia y que, redes sociales de por medio, se convirtió en la intervención más viral hecha por un embajador boliviano en un escenario multilateral, y con la que denunciaba nada menos, la intención de ciertas potencias de ejecutar acciones no consensuadas en ese país, lo que habría provocado más bombarderos y muerte de inocentes.

Como se ve, sobran argumentos que demuestran de que la Diplomacia de los Pueblos no sólo influye positivamente en el ámbito internacional, sino que no se aísla y que por el contrario, ayuda a generar conciencia sobre los problemas comunes de la sociedad global.

Estas iniciativas son reconocidas por líderes mundiales como por ejemplo, el Papa Francisco quien hace sólo unos días, felicitaba a Bolivia por la realización en Cochabamba, de la Cumbre Mundial de los Pueblos, denominada: “Por un mundo sin muros hacia la ciudadanía universal”, o lo que dijo, al llegar al país, para participar en ella, el ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien admitía que: “Bolivia cada día, tiene más voz en el concierto internacional”.

*Iván Canelas Lizárraga es Periodista, fotógrafo y Editor en Jefe de la Agencia boliviana de Noticias AFKA.

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La Década Ganada de la Revolución Ciudadana

Como ocurre con la mayoría de los países mal llamados tercermundistas, Ecuador, casi no existía para el mundo también mal llamado, desarrollado. Máximo servía para que se lo relacione como un país; la famosa línea del Ecuador que divide la superficie del planeta entre los hemisferios norte y sur con una raya imaginaria.

Ese escenario, cambió sustancialmente hace diez años, cuándo no sólo la línea ecuatorial, o las islas Galápagos, aquellas que dieron la pauta para el desarrollo de la teoría del Origen de las Especies de Charles Darwin, servirían para hablar del Ecuador, sino que esta vez un hecho político, económico y social llamado “Revolución Ciudadana”, pondría a este pequeño gran país de Sudamérica, con más de 16 millones de pobladores, en la lupa del interés mundial.

Tanto por una campaña mediática de constante desprestigio, o por sus inocultables logros en diversos ámbitos, Ecuador y su reciente revolución, fue y es parte constante de una polémica superficial, que coloca a su conductor, el presidente Rafael Correa, que este 24 de mayo deja el poder luego de 10 años de gobierno, lo que se conoce como la Década Ganada, en el medio de una tormenta de versiones, que como la línea ecuatorial, dividen al planeta en opiniones sobre este proceso, las que como un péndulo, se trasladan entre el bien y el mal.

Sin embargo, no se puede analizar el presente del Ecuador sin mirar detenidamente su pasado inmediato y el contexto en el que se da esta época de transformaciones fundamentales, que es lo que justamente no hacen, las corporaciones de medios de comunicación tanto dentro como fuera de este país, y que con ello, evitan recordar el estado de la nación a finales del 2006, cuando este país, padecía una profunda crisis institucional, provocada por la llamada partidocracia empresarial, que al ritmo de los dictados de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), habían provocado la peor debacle financiera de su historia.

Todo empezó, más o menos, en la década de los 90 con la instauración de fuertes políticas neoliberales, las que ocurrieron en medio de una escalada bélica conocida como la Guerra de Cenepa (1995), entre Perú y Ecuador provocada a causa del conflicto limítrofe secular entre ambas naciones. Es así que el gobierno de Sixto Durán Ballén (1992-1996), adopta una serie de medidas económicas de ajuste, conceptualizadas en el Consenso de Washington; reformas a las estructuras del Estado, privatización de empresas públicas, liberalización del comercio y la banca, ampliación de las garantías jurídicas para la inversión extranjera y flexibilización laboral.

Durán sería el último presidente antes de Correa, que terminaría el tiempo de mandato para el cual fue elegido. Luego de su presidencia, vendrían los 10 años más críticos de la historia ecuatoriana reciente, en los que este país tuvo nada menos que ocho presidentes, incluyendo a Rosalía Arteaga que gobernó tan sólo tres días.

Este período de la historia que puso al Ecuador en una profunda crisis, que incluyó la dolarización de su economía, la caída del Producto Interno Bruto (PIB) en más de tres puntos, (de 7.9 a 3.5%, según la Cepal), el quiebre de 17 bancos, lo que era el 70 % de las instituciones financieras, provocó que miles de ciudadanos perdieran los ahorros de toda la vida, lo que significó que el Estado desembolse casi 6 mil millones de dólares, muchos de los cuáles fueron a parar a cuentas privadas de miembros de la clase política dirigente lo que fomentó, para finales del 2005, la ruptura definitiva entre la clase política de esa época y la sociedad.

Esta crisis financiera, una de las mayores que se han visto en esta parte del hemisferio, causó una inflación que llegó al 60 % y un desempleo de 14.7 % lo que abrió tantas heridas en la sociedad, que cerca de 2 millones de ecuatorianos emigraron a otros países, separándose familias enteras y signándose su destino para siempre, provocando un drama humano, cuando cientos de miles de padres y madres dejaron a sus hijos, incluso pequeños, para no verlos 10 ó 12 años después, perdiéndose así la infancia y adolescencia de sus hijos los que terminaron criándose con abuelos, tíos o vecinos.

Es así que en el país, aparecieron fenómenos antes nunca vistos, como el suicidio infantil (niños de 11 ó 13 años quitándose la vida) u otros, como fue el caso del cantón Chuchi, en la provincia del Chimborazo, que tras una encuesta, revelaba que el 60 por ciento de sus niños, se criaban sin sus padres, consolidándose así una destrucción es la estructura de la sociedad.

Todo este escenario de catástrofe especialmente para los más humildes, dio paso a análisis surgidos desde el centro mismo de la nación, y que calificaban al Ecuador como un país espiritualmente triste y socialmente castigado por una élite política empresarial, “indolente, acomodaticia, prejuiciosa e incluso parasitaria”, que colocó a la nación en la categoría de los “sueños imposibles o del escepticismo irremediable”.

Es justamente todo este marco histórico, lo que permite comprender la velocidad y la intensidad del ascenso al poder de un prácticamente desconocido Rafael Correa, economista, catedrático y líder de Alianza País, cuando el 26 de noviembre de 2006 ganó la presidencia, en segunda ronda, con el 56.6 % de los votos, al derechista Álvaro Noboa inaugurando con ello, lo que hoy se conoce como el “correismo”.

En su campaña electoral, el político socialista ofreció un rol más decisivo del Estado, rechazó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, ofreció la generación de empleo a través de obras públicas, propuso el incremento del monto de subsidios a los más necesitados, la emisión de créditos para la producción y vivienda con tasas preferenciales y a largo plazo, todo ello acompañado de la ejecución de una Asamblea Constituyente, la misma que el 28 de febrero del 2008, tras un referendo, aprobó la nueva Carta Magna, lo que dio paso a la política del “Buen Vivir”, traduciéndose ello, en la salida de la pobreza de más de un millón de ecuatorianos, reduciendo además la brecha entre campo y ciudad, al achicar la pobreza en el área rural, en 30 puntos porcentuales.

En temas educativos, la Década Ganada, aumentó para Ecuador en casi un millón, el número de estudiantes matriculados en el sistema público, mientras que entre 2007 y 2015, la matrícula de la población más pobre se incrementó seis puntos porcentuales, pasando del 89.0 a 95.4 %. La educación superior, mereció atención especial ya que es el país que más invierte en la región, con el 2% de su PIB. Es así, que en el período de 2007 - 2015, se otorgaron becas  a 14.276 estudiantes, a diferencia de los 237 estudiantes que lograron una beca desde el año 1995 al 2006.

Durante la Revolución Ciudadana, el PIB ecuatoriano, creció en promedio de 3,9 por ciento entre 2007 y 2015, comparado con el 2,9 por ciento de Latinoamérica de acuerdo a la Cepal. Eso ha permitido que el Gobierno haya destinado el 9.0 % de su PIB para inversión pública. 

Otro logro, son las cifras de desempleo. El gobierno del Correa ostenta la tasa más baja de Sudamérica con 4.3 % al 2015, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, mientras que el salario básico, que antes de la Revolución Ciudadana era de 160 dólares, ahora es de 366, lo que desde Quito, aseguran que cubre al cien por ciento las necesidades de canasta básica.

En salud, el Estado invirtió en los últimos años más 13 mil 500 millones, según indican las cifras del ministerio del área. El país cuenta con 21 hospitales nuevos y 20 mil nuevos profesionales médicos se han sumado al sistema público. Así mismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha destacado la reducción de la desnutrición, que bajó del 1,1 por ciento en el 2007, al 0,4 por ciento en el 2014.

Pero más allá de la frialdad de las cifras, que no dejan de reflejar una realidad existente, el crecimiento del Ecuador también se lo puede comprobar “in situ”, por ejemplo con el crecimiento del turismo que tiene más de un millón y medio de visitantes extranjeros al año, lo que es sinónimo de estabilidad política y económica, lo que también se apoya en el éxito del programa de la reforma policial, considerada un modelo en Latinoamérica como también lo es, la nueva estructura caminera y la inversión récord  ejecutada entre 2007 y 2014, de 8.137 millones de dólares, en proyectos de transporte de diferentes modalidades, cifra 5,4 veces mayor a la ejecutada entre el 2000 a 2006.

Sin duda, al igual que otras economías de Sudamérica como podría ser también la boliviana, el caso ecuatoriano ha alcanzado niveles históricos para sectores determinantes del progreso, lo que coloca a esta nación, en un país que ya tiene las condiciones para salir del subdesarrollo. Talvez por eso es que hoy el presidente Rafael Correa deja el cargo, con más del 60 % de apoyo ciudadano, según el último sondeo de Opinión Pública Ecuador (OPE), lo que no significa que la Revolución Ciudadana haya estado exenta de cometer errores, aunque ellos difícilmente podrán siquiera ser comparables a la construcción de alternativas al neoliberalismo que ha dado a toda la región, en la Década Ganada.

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Foto archivo: Iván Canelas Lizárraga

CELAC, el relevo natural de la OEA

Durante los últimos meses en que se ha desarrollado la crisis política en Venezuela y en los que se han confirmado, otra vez, las relaciones carnales entre la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ideología injerencista de la derecha más radical de Estados Unidos, ha vuelto a la mesa de debate, la tesis planteada ya hace varios años que señala que es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la llamada por la historia para reemplazar a la decadente organización que hoy lidera el uruguayo Luis Almagro de la que se ha dicho, no en pocas ocasiones, que “su tiempo ya pasó”.

Siendo un espacio multilateral conformado por las 33 naciones que se encuentran al sur del Río Bravo (frontera impuesta por una guerra de invasión perpetrada por Estados Unidos a México) hasta la Patagonia (en Argentina, al sur mismo del continente), la CELAC considerada como el suceso institucional más importante de la región en un siglo, fue constituida en 2011, y tiene como una de sus características la exclusión expresa de Estados Unidos.

Uno de los conceptos fundamentales para su creación, es que sean las naciones latinoamericanas y caribeñas las que resuelvan sus problemas y definan las pautas de su desarrollo, sin la injerencia estadounidense, que en muchos casos pretende seguir asumiendo un rol de tutelaje sobre decisiones internas de estos estados, en los que en varias décadas, se ha involucrado en innumerables acciones políticas (golpes de estado), militares (ocupación armada) y económicas (saqueo de recursos naturales), violando así los principios básicos de las relaciones internacionales que hablan de la autodeterminación de los Estados, de la soberanía, e igualdad soberana entre los países.

Por ello, la CELAC en sus cinco cumbres presidenciables, ha sido calificada por diversos mandatarios de Estado como la concreción del anhelo independentista de Simón Bolívar y ha sido bautizada como “la instancia propia, renovada y creíble” que debe ser el auténtico garante de los intereses de los países de la región latinoamericana y caribeña, para convertirse en actor de “referencia en la resolución de los conflictos”.

Es así que ante la existencia de la CELAC, por estos días, en los que se ha evidenciado una intromisión indisimulada en los asuntos internos de Venezuela, muchos se preguntan: ¿para qué sirve la OEA?, ¿los intereses de qué o quienes representa?, ¿es realmente la OEA, un organismo independiente?, ¿vela de manera igualitaria por los derechos de todos los países?, ¿busca una intervención militar estadounidense en Venezuela como ya ocurrió en Panamá?.

Estas y otras interrogantes parecen tener una respuesta obvia, más aún si se toma en cuenta  el reciente rol  de Luis Almagro, descalificado incluso por el ex presidente de su país José “Pepe” Mujica, y quien parece trabajar en pro de los intereses de Estados Unidos, al atizar constantemente el conflicto y tomar partido por quienes buscan subvertir el orden democrático venezolano, con el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, hecho, que ha sido plasmado en el reciente comunicado conjunto entre la oposición de ese país y la Casa Blanca y que habla de acabar la crisis, o lo que en su lenguaje equivale, al gobierno chavista, “con rapidez”. (Aquí, la sensatez obligaría a preguntarse, ¿la oposición de un país confabulando con el gobierno de otro?).

El rol político de Almagro, ha puesto a la OEA en una evidente crisis de legitimidad de la que le será muy difícil salir, sin sufrir las graves consecuencias de no haber llamado a la paz y al diálogo entre las partes enfrentadas en Venezuela y en cambio haber convertido a la OEA, con sede nada menos que en Washington, en uno más de los argumentos utilizados por la ultraderecha estadounidense para justificar lo que ocurrió el 03 de mayo pasado cuando un proyecto de ley ingreso al Senado norteamericano, el mismo, que busca endurecer las sanciones contra Venezuela y que además pretende financiar las protestas de la oposición, otro claro ejemplo de intromisión, con nada menos que 10 millones de dólares, sacados directamente de los bolsillos del pueblo norteamericano.

Entre los impulsores del proyecto están los senadores republicanos Marco Rubio y el ex candidato presidencial John McCain, quien en su campaña electoral estuvo de acuerdo en sostener otra intervención militar, esta vez en Irak, otro país petrolero. El proyecto no disimula cuando expresa: “apoyo a las gestiones de Luis Almagro al frente de la OEA”, en la crisis política venezolana.

La existencia del documento se justifica con el argumento de que la situación venezolana ha derivado en una “crisis humanitaria”, discurso que inevitablemente nos retrotrae a otros similares utilizados para la intervención estadunidense en otros países: el peligro del comunismo en Vietnam, del islamismo extremista en Afganistán o la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, las que por cierto hasta hoy no han sido encontradas, por nombrar algunos ejemplos, que camuflaron las verdaderas intenciones del “águila imperial”, que no son otras que ir tras recursos naturales a bajo costo, o reforzar su influencia militar en áreas geopolíticas claves.

Por lo anteriormente mencionado, no hay que perder de vista que unidos en la CELAC, las 33 naciones de Latinoamérica y el Caribe, son el mayor productor y exportador de alimentos del mundo, juntos poseen casi el 30% de la superficie forestal del planeta, además que tienen el 33% de los recursos hídricos, lo que significa, que es el continente con la disponibilidad de agua más alta del globo.

Pero no sólo ello, el bloque de países que conforman la CELAC, se constituyen como los principales exportadores de materias primas del mundo, a lo que se suma que en América Latina están las naciones (Venezuela, Bolivia y Brasil) que cuentan con las mayores reservas de gas y petróleo del orbe, por lo que aquí cabe hacerse dos preguntas: ¿es Venezuela el primer eslabón de un plan escalonado de dominación?, ¿no será la OEA, de Almagro el Caballo de Troya utilizado por el corporativismo estadounidense para controlar toda esa riqueza?. 

Es por ello que la próxima reunión de la CELAC programada para el 20 de mayo en República Dominicana resulta clave, no sólo porque debe defender la democracia venezolana, sino que con ello, también estará haciendo respetar el patrimonio natural de los 600 millones de habitantes que viven en esta parte del continente, con lo que además dirigirá un mensaje claro a quienes desde Estados Unidos, no se resignan a recuperar la influencia perdida en la región, sino que pretenden seguir reivindicando una nueva versión de Doctrina del Destino Manifiesto o de la Doctrina Monroe, sobre nuestros pueblos.

Es por ello, que hoy la CELAC no sólo se encuentra ante talvez la primera prueba de fuego desde su creación, porque debe cumplir con el desafío histórico de demostrarle al mundo que el camino de unidad iniciado ya hace seis años en Caracas no tiene regreso, sino que además no se resigna a continuar siendo una especie de colonia, del llamado “país más poderoso del mundo”.

Conforme al reglamento de funcionamiento de las reuniones de la CELAC, las decisiones son adoptadas por consenso, siempre y cuando esté la representación de los 33 países miembros, por lo que es imprescindible, la asistencia de los representantes de toda Latinoamérica y el Caribe que juntos debieran honrar la memoria de Salvador Allende Gossens, ex presidente de Chile, derrocado por un golpe de estado auspiciado por Estados Unidos (1973), y que una vez dijo: “Algún día América Latina tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”.

CELAC, el relevo natural de la OEA
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