Dado que la obesidad se ha convertido en pandemia mundial es necesario que padres, madres, maestros, comunicadores sociales, en fin, que todos sepamos la fórmula mágica para prevenir y tratar la obesidad, sencillamente: comer saludable y tener más actividad física.

El gran reto está en saber aplicar dicha fórmula y en hablar positivamente sobre el peso corporal. Con frecuencia hacemos comentarios peyorativos sobre nuestro cuerpo, sobran los ejemplo: “que gorda que me veo”, “esta ropa me queda horrible”, “no como porque me engordo”, “siempre tengo que estar a dieta”, “como por ansiedad”, “soy un cerdo”, y muchos otros más.

Ayude a su hijo

Estos comentarios dañan nuestra autoestima y sin darnos cuenta se convierten en conductas aprendidas por nuestros hijos. Y lo cierto es que debemos hablar con ellos sobre este tema pero en forma asertiva y constructiva. Tal como existen guías de orientación y apoyo para hablar con los hijos sobre drogas, sexualidad y otros temas, así deberíamos de seguir algunas recomendaciones para abordar el tema de control de peso.

Lo primero, evite los comentarios peyorativos señalados anteriormente. “Los estudios muestran que un niño puede verse afectado por la autoimagen de su madre y la forma como ella trata a los alimentos”.

No es aconsejable hablar de “dieta” con una connotación restrictiva ante los niños, sencillamente hay que conversar con ellos y mostrarles cómo comer saludablemente. Además enseñarles a tener una vida físicamente activa.

Enfoque la importancia de tener salud a través de la alimentación, hable del aporte nutritivo de alimentos como vegetales, frutas, carnes, lácteos, granos, cereales y leguminosas. Enfatice los riesgos de enfermarse por el alto consumo de azúcares, provenientes de bebidas, golosinas, galletas, reposterías y alimentos fritos, todo lo que llamamos calorías vacías. Anímelos a disminuir o evitar estos alimentos.

También evite llamar a sus hijos con palabras alusivas al problema que queremos abordar como “gordito” y otras palabras similares. Estas palabras, aunque se les diga con cariño, refuerzan en el niño su condición: “soy gordo” y puede volverse perjudicial.

No se olvide de explorar si está siendo objeto de burlas debido a su peso y apariencia corporal. Apóyelo y acompáñelo en ese cambio de estilo de vida, busque la ayuda profesional que se requiere en estos casos.