La experiencia laboral se construye poco a poco y en más de una ocasión toca estar en posiciones que no cumplen tus expectativas, o peor, tener un mal trabajo.

Si estás iniciando tu carrera y ganando experiencia, seguro te toparás con varios problemas, pero recuerda: siempre puedes aprender algo de estas situaciones:

Paciencia. La rutina, los compañeros de trabajo y las largas horas en la oficina te enseñaran, quieras o no, a ser paciente. Si bien los cambios pueden ocurrir de la noche a la mañana, casi siempre toman algo de tiempo. Así que concéntrate en qué es lo que quieres y utiliza este “período gris” en actualizar tu hoja de vida, comenzar a hacer redes de trabajo (networking), hacer cursos virtuales o cualquier otra cosa que facilite encontrar una nueva oportunidad.

Darle importancia a las cosas. En un mal trabajo cada tarea por hacer, por pequeña y sencilla que sea, te molestará porque no te sientes a gusto en ese ambiente; pero también es una forma de ejercitar tus habilidades y de priorizar, una cualidad de mucho valor en tu presente y para tu futuro.

Ver el lado positivo. Sí, aunque suene cliché, esa es otra de las lecciones que deja un mal trabajo. No importa si al pensar en un día normal en la oficina, solo rescatas la vista desde tu escritorio o la máquina de chucherías del pasillo. Ese enfoque te permitirá no saturarte de negatividad.