Santiago, 14 de junio (Mané Montalvo, especial para Oxígeno).- En casi un siglo de Copa América, cada vez que la Argentina gana su partido del debut, no levanta el trofeo. La sequía de títulos internacionales de la albiceleste dura precisamente desde otra Copa América Ecuador, la del 93, donde fue campeona frente a México.

Como recordatorio reciente, sucedió algo similar en la Copa América 2011, en la que la selección argentina entonces comandada por Sergio Batista, era favorita para ganar la Copa América, con un Messi, que al igual que en el 2015, lo había ganado todo del otro lado del Atlántico. Todos recordamos claramente el debut de Bolivia, dirigida por Quinteros, en ese torneo, uno de los mejores partidos de nuestra selección, con el increíble gol de taco de Edivaldo Rojas que silenció al estadio de la Plata, y el inolvidable paradón de nuestro capitán Raldes al propio Messi. Acabó empate y Argentina no fue campeón en su propia Copa.

Anoche, en el nuevo estadio de La Serena se vieron dos partidos. Uno en cada tiempo. Dos partidazos en realidad. En el primer tiempo, se vio a la Argentina del Tata Martino, el otro técnico de la escuela Bielsa en este torneo, como un verdadero vendaval, generando 10 situaciones claras de gol. Un recital del juego argentino ultra-ofensivo con un verdadero recital de Pastore del PSG, Kün del Manchester City, Di Maria del United y obviamente la varita mágica de Messi, el jugador aquel que según Eduardo Galeano tiene la siguiente característica notable: “así como Maradona lleva la pelota atada al pie, Messi lleva la pelota dentro del pie. Lo cual es un fenómeno físico.”Vimos ese fenómeno físico en el primer tiempo, una cancha literalmente inclinada hacia la portería del suplente Silva, invitado de último minuto al duelo de La Serena ante la lesión de Justo Vilar.

La remontada del Paraguay en el segundo tiempo, nació justamente en las manos de este joven portero excepcional. De las manos de Silva, aguantando los embates de la Argentina, a los pies de Ortigoza, Santa Cruz y Haedo Valdez quien marca el 2 a 1, resultado muy justo, se gestó la resistencia paraguaya. Aguantar los golpes, apostar a un contragolpe o esperar la oportunidad de un balón parado lo suficientemente cerca de la valla de Romero para marcar el golpe definitivo. Ese fue el partido que leyó el técnico Ramón Diaz, al ver que el Tata cometía el error garrafal del partido: un doble cambio allá por el minuto 70 donde Kün y Pastore salieron simultáneamente por Tevez e Higuaín. Fue como poner el motor de la Argentina en “off”. Paraguay luego del gol de Valdez llegó sólo dos veces más. Suficiente como para poner el dos a dos definitivo en el minuto 89, con aquello que la albiroja lleva en los genes: centro pasado a la espalda de los defensores, se la bajan a Lucas Barrios y manda a guardar la Cachaña, el coqueto balón de la Copa. Un combativo Paraguay coronó la remontada, el que recordemos, llegó a la final del Monumental en el 2011… sin haber ganado ni un solo partido, con cinco empates al hilo, al más puro estilo de la Grecia de la Eurocopa de Portugal 2002. Ojo con ello.

A primera hora, Uruguay estuvo a punto de sufrir su propio “Jamaica bajo cero” en el estadio de Antofagasta (tierra hermosa…). La sede del antiguo departamento boliviano de Atacama, vio como el campeón de la Copa con el liderazgo de Cavani tuvo que luchar mucho para quebrar el cero jamaiquino de los “Reggae Boyz”, quienes se juntaron luego de siete meses sin partidos amistosos. Como jugando al ritmo de los acordes del gran Marley, moderaron el partido, neutralizaron a la Celeste y hasta  tuvieron varias ocasiones de liquidar el pleito. El grupo B está más parejo de lo que parece…y no se debería excluir otra sorpresa de talla en las dos fechas que quedan.

*Enviado especial de Oxígeno a la Copa América Chile 2015.