Nada de cuentos y leyendas…¡realidades!
Para que la opinión pública esté bien informada, en el ejercicio de mi profesión como economista siempre recurro más que a la teoría -el papel aguanta todo- a la evidencia del éxito exportador en países que con Políticas de Estado lograron progresos no solo económicos sino también sociales
En enero del 2014 escribí la columna “¡Benditas exportaciones!”, por su positivo impacto para Bolivia; en febrero, “Exportar es lo que importa”, comentando sobre un sutil slogan; en marzo, “El año de las agroexportaciones”, informando del récord en nuestras ventas no tradicionales; en abril, “China comunista y economía de mercado”, explicando cómo este país llegó a convertirse en la segunda potencia mundial y el primer exportador del planeta.
Para que la opinión pública esté bien informada, en el ejercicio de mi profesión como economista siempre recurro más que a la teoría -el papel aguanta todo- a la evidencia del éxito exportador en países que con Políticas de Estado lograron progresos no solo económicos sino también sociales.
¿Por qué se empeñan los países en exportar? Porque -casi por definición- quien exporta crece más, que si lo hiciera solo en función de su mercado interno. Es más, muchas veces -como en Bolivia- la dinámica de la demanda interna depende de los recursos que directa o indirectamente derivan de la exportación, actividad que: atrae capitales; genera ingresos (divisas, tributos, regalías); financia la importación (salida de divisas); aumenta las reservas internacionales; fortalece la moneda y aumenta el ingreso per cápita.
Ahora, para exportar y ganar mercados externos, el producto debe ser competitivo y de buena calidad, especialmente en el caso de las exportaciones no tradicionales, para las que la competencia es feroz. Exportar implica invertir, producir, industrializar y con ello, al final del día, incluso el consumidor local se favorece, con mejores productos.
Por tanto, exportar no es bueno…¡es buenísimo! Y si bien las importaciones no necesariamente son malas, consumir productos nacionales es mejor. ¿Por qué? Simple. Porque un dólar generado por exportación equivale a un dólar ahorrado por importación, y porque en ambos procesos se genera empleo.
Hace unos años publiqué el libro “Apertura Económica y Exportaciones en Bolivia: El Rol del Estado (1980-2003)” analizando cómo es que la China, Taiwán y Corea del Sur, en el Asia; y, Chile, Costa Rica y Colombia en Latinoamérica -otrora con niveles de desarrollo menores a Bolivia- nos habían sacado tanta ventaja. La promoción selectiva de exportaciones y la sustitución competitiva de importaciones, como Políticas de Estado, fue la respuesta.
Nada de “Cuentos y leyendas…” (Róger Mario López Justiniano, “El Deber”, 12/MAY/14) mas bien, contundentes realidades para estudiar, entender y aplicar…
(*) Economista, Magíster en Comercio Internacional
Fuente: “El Deber”
Santa Cruz, 21 de mayo de 2014