Roberto Ossio Ortube
25/11/2024 - 23:21

EL EXTRAÑO CASO DE JORGE CÓRDOVA

Aproximación al periodo presidencial de Jorge Córdova (1822 - 1861) quien se caracterizó por su carácter conciliador y magnanimo que paradójicamente murió de forma muy violenta en el Loreto de La Paz, en las denominadas "Matanzas de Yáñez"

Gral. Jorge Córdova Presidente de Bolivia (1855 - 1857) . Daguerrotipo (Archivo General de La Paz)

Muchos presidentes de Bolivia son catalogados indistinta o indiscriminadamente como “buenos o malos”, pero, en general, ninguno pasó desapercibido, salvo contados casos demasiado transitorios, irrelevantes o superfluos (Guilarte, Guillen, Rodríguez Veltze, entre algunos otros) por el corto tiempo de su mandato. Sin embargo, llama la atención el periodo del Presidente Jorge Córdova (1855 – 1857).

EL GRUMETE EXPÓSITO

Quizás la vida misma de Córdova empieza en la oscuridad de su origen. Nacido en La Paz el 23 de abril de 1822, tanto, historiadores y cronistas, señalan casi en forma unánime la inexistencia de datos de sus progenitores, señalando a los mismos como “desconocidos”. Fue adoptado por una familia caritativa de apellido Asín y puesto a estudiar en el Colegio San Francisco de La Paz.  Posteriormente eso le valió el escarnio de sus enemigos personales y políticos quienes sin piedad lo tildaron de “expósito”.

Al igual que muchos jóvenes de la época, huérfanos y sin futuro, Córdova se unió a las filas del ejército en los tiempos del Mariscal Andrés de Santa Cruz en calidad de tocador de triángulo, siendo parte de las campañas de la Confederación. Por los datos obtenidos, asistió a las batallas tan significativas como Yanacocha, Socabaya, Yungay e Ingavi, siendo prácticamente un adolescente, ascendiendo lentamente en el escalafón militar.

Posteriormente al fin de la Confederación, de acuerdo con la versión del historiador y arquitecto Pablo Michel, Córdova se enroló en la marina mercante argentina y en calidad de grumete fue de los pocos bolivianos hasta ese momento, en cruzar las peligrosas aguas del estrecho de Magallanes, motivo por el cual, ostentó toda su vida un arete en una de las orejas, símbolo de aquellos que habían sorteado esa aventura. Pinturas y daguerrotipos de la época confirman este hecho. Otra versión señala que el aro respondía a la moda post napoleónica de realzar la pertenencia al arma de la caballería.

EL YERNO DE BELZU

Córdova se casó con una de las hijas del caudillo Manuel Isidoro Belzu, Edelmira, siendo este vínculo el que facilitó su ascensión a la silla presidencial el 15 de agosto de 1855, siendo la primera vez que en Bolivia se producía la sucesión  constitucional, con la consiguiente transmisión del mando sin que fuese producto de una asonada o una revuelta. Sin embargo, fue combatido férreamente por su principal adversario, el Dr. José María Linares Lizarazu, quien pertenecía a la casa de los Condes de Casa Real y Señores de Rodrigo en Navarra.

Este militar siempre fue visto como un presidente inculto como Melgarejo o Daza, que llegó a la presidencia por ser yerno de Belzu, no obstante, documentación y bibliografía consultada, demuestran que, si bien no fue un hombre de grandes luces, se caracterizó por ser ostensiblemente bien intencionado y conciliador, además de que ganó las elecciones de forma clara sobre Linares: 9308 votos contra 4194.  Tomás O´Connor d´Arlach citado por Ramiro Condarco Morales en el libro “Aniceto Arce – Artífice de la Extensión de la Revolución Industrial en Bolivia” escribió al respecto lo siguiente:

“Un joven militar, de treinta y tres años de edad, de regular estatura, cabellos de oro y ojos de cielo, en los que se revelaba una gran bondad de su alma tierna y generosa, de bella figura e índole apacible; era el General Jorge Córdova casado con una hija del General Belzu, doña Edelmira, una de las más ilustres y virtuosas matronas de La Paz, gloria y orgullo del sexo bello boliviano. /La tolerancia más noble, constituyen el tipo característico de la administración del General Córdova, y la proclamación y la observancia de la ley de inviolabilidad de la vida humana, su timbre más glorioso y la aureola más brillante que rodeará siempre el nombre de ese joven ilustrado y magnánimo mandatario/ Aquel joven, sin embargo no estaba preparado ni por la naturaleza ni por la educación para regir los destinos de un pueblo tan trabajado por los partidos civiles y tan lisiado de vicios sociales y políticos/” (Condarco. 2002. Pág. 103)

El propio Aniceto Arce , quien sería posteriormente presidente de Bolivia, reconoció el 18 de noviembre de 1855, en representación de los mineros de Potosí, el legal  ascenso del mandatario , esperando una pacífica acción en favor de la minería.  

Esta semblanza escrita en 1911, muestra a un hombre efectivamente poco afecto a los abusos, pero no preparado para los ardides y complots de los doctores alto peruanos. Otro hecho significativo de su gestión, fue la denominada ley de inviolabilidad de la vida humana, estableciendo un germen de lo que posteriormente se conocerá jurídicamente como el Derecho a la Vida.  La continua carrera de complots, conspiraciones y motines fueron el tema recurrente de su corto periodo presidencial, siendo el principal impulsor de estos connatos, José María Linares.

Curiosamente, Córdova dispuso la repatriación de los restos de José Ballivián, enemigo jurado de su suegro Belzu, el que se enfrentó al vencedor de Ingavi, por motivos incluso personales referidos a una supuesta aventura con la esposa de este, Juana Manuela Gorriti.  

El nivel de desgaste fue enorme siendo al final derrotado al tratar de sitiar infructuosamente la ciudad de Cochabamba el 26 de septiembre de 1857, retirándose a La Paz y huyendo al Perú. Cabe hacer notar que Córdova se llevó consigo la medalla presidencial, sin que Linares pudiese ostentarla nunca en su periodo presidencial. Y se sabe que esa medalla tiene sus malos augurios léase “k’encherios”

UN FIN IGNOMINIOSO: LAS MATANZAS DE YAÑEZ

En su periodo de gobierno, Córdova dispuso una amnistía irrestricta y nunca ordenó que se cumpla una pena de muerte, conmutando las que se presentaron. El destino y sus enemigos no le pagarían de la misma forma magnánima.

Córdova trató de que su suegro Manuel Isidoro Belzu recuperará el poder, después de la caída de Linares en 1861. Sin embargo, fue en el gobierno de José María de Acha donde encontró una muerte espantosa. Un militar iracundo y desalmado que fungía como Prefecto de La Paz, de nombre Plácido Yáñez, al enterarse de un supuesto complot en favor de Belzu, ordenó la detención y posterior masacre de opositores en la noche del 23 de octubre de 1861, en el inmueble denominado Loreto, hoy ocupado por el palacio legislativo de La Paz, donde Córdova junto con el hermano de Belzu, Francisco de Paula, más otros prisioneros fueron directamente fusilados sin juicio previo por la soldadesca.  Se contabilizan aproximadamente más de cincuenta víctimas. Posteriormente un mes después, Yáñez fue cazado cual animal de presa y abatido en los techos cercanos al palacio de gobierno y arrastrado por la multitud por las calles y la plaza de armas de La Paz. Era el tiempo de los caudillos bárbaros o ¿la eterna maldición de medalla?

Córdova fue un gobernante típico de su tiempo, un militar que ganó sus galones en las sucesivas campañas y revoluciones de la naciente república, carente de la educación necesaria para ser un mandatario, por ello quizás no apto para lidiar con complots, pero, demostró magnanimidad,  tolerancia y una visible intención de paz,  para con sus enemigos políticos, pero no calculó su virulencia, cayendo del gobierno ante las circunstancias consumadas, encontrando posteriormente su fin en manos de personas que evidentemente no respetaron la vida de nadie, ni siquiera de quien impulso su reconocimiento como un derecho absoluto e inalienable, en un período marcado por la arbitrariedad y la incertidumbre. Un extraño caso de legalidad y tolerancia, en una convulsa historia marcada por la violencia.  

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