Hablemos de Energía
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Boris Santos Gómez Uzqueda
15/05/2014 - 17:28

Subvenciones de combustibles en Bolivia

En 2013, las subvenciones llegaron a 1.060 millones de dólares, cifra espectacular considerando niveles de pobreza, baja educación y pobre infraestructura en el país. Una barbaridad porque Bolivia es país gasífero: parte del gas hay que convertirlo a diesel! La economía energética no puede estar sometida a caprichos neopopulistas, sino ser ágil y atenta al mercado.

Bolivia es una potencia en reservas de gas natural (convencionales como shale-gas) con posición económica-energética envidiable en el Cono Sur.

En tanto no se cambie el paradigma: de ser simple exportador de gas (materia prima) a ser un país con industrias de agregación de gas en valor agregado (industrialización, por ejemplo conversión de gas a diésel combustible que se procesa a partir del petróleo o desde el gas natural), Bolivia seguirá perdiendo dinero en subvenciones. 

Técnicamente, Bolivia produce poco diésel a partir del petróleo, cuando de cambiar la matriz de pensamiento y con adecuadas inversiones podría producir mucho diésel a partir del gas. Ahora, hay importaciones y se paga precios internacionales por barril, para venderlo a menor precio en el mercado interno, lo que genera pérdidas fiscales. 

La subvención crea desequilibrios fiscales en el país: se hacen boquetes al Tesoro y es dinero poco menos que “quemado”. En 2012, Bolivia importó diésel a un costo impresionante de 880 millones de dólares, habiendo una subvención (para el mercado interno) de casi 508,2 millones de dólares. 

Esas cifras, para Bolivia, adquieren otras magnitudes dado el tamaño del país (10 millones de habitantes y un mercado industrial y de negocios no muy desarrollado). 

La demanda interna de diésel va siempre en crecimiento, pero no los proyectos para cubrir demanda. Por supuesto que las grandes industrias de gas o petróleo, que funcionan perfectamente en Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes, Arabia, Japón, China o Estados Unidos, aún no han logrado afianzarse en América Latina, menos en Bolivia, cuya imagen en el mundo de los negocios no es muy alentadora dada nacionalizaciones/confiscaciones que han sido sometidas inversiones internacionales en éstos últimos años. 

La solución para Bolivia, recomendada por analistas y expertos, es ingresar a la era de tecnología de conversión GTL (gas to liquids tech o gas a líquidos) como por ejemplo en Qatar. La ausencia de exploración de territorio, baja producción y cero industrialización obedece además a la falta de una nueva LH Ley de Hidrocarburos que esté sustentada en una NPE Nueva Política Económica de largo plazo y que el Estado tenga socios internacionales: faltan proyectos específicos para energía (público-privados). 

Mientras no haya una LH que incentive a compañías internacionales, nacionales y a inversionistas a destinar capitales en exploración no despegará el negocio de la energía en Bolivia. 

Una nueva mentalidad en negocios de hidrocarburos pondría a Bolivia a generar ingresos importantes para el estado: impuestos y regalías, ingresos vía rentabilidad: el estado será un socio más del proyecto GTL junto a capitales externos que recibirían dividendos vía exportación de diésel a mercados altamente industriales como Brasil y Chile. 

En 2013, las subvenciones llegaron a 1.060 millones de dólares, cifra espectacular considerando niveles de pobreza, baja educación y pobre infraestructura en el país. Una barbaridad porque Bolivia es país gasífero: parte del gas hay que convertirlo a diesel! La economía energética no puede estar sometida a caprichos neopopulistas, sino ser ágil y atenta al mercado.

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