Sobre desaparecidos en democracia
Nuestros jóvenes, hombres y mujeres, son extraídos de sus hogares y forzados a la esclavitud o la prostitución e incluso a la venta de sus órganos para gente con más poder económico que no cuestionan el origen de los medios salvadores de su vida.
Juan José Lima Magne
Nuestro continente aún mantiene las heridas abiertas de los desaparecidos de las dictaduras pasadas, y cada día se abren nuevas heridas en miles de familias, que aunque menos mediáticas y menos ideologizadas duelen lo mismo en cada cama vacía, en cada espacio desocupado y en cada lágrima de impotencia esperando que un ser querido atraviese nuevamente nuestra puerta.
El derecho a vivir sin violencia ha sido reconocido en nuestra constitución, pero -constatación dolorosa- a pesar de ello la seguimos sufriendo a diario, ya no desde el Estado (o al menos no tan brutalmente como en nuestro pasado cercano) sino desde grupos organizados que cada día desnaturalizan la convivencia pacífica enunciada en nuestro pacto social.
Nuestros jóvenes, hombres y mujeres, son extraídos de sus hogares y forzados a la esclavitud o la prostitución e incluso a la venta de sus órganos para gente con más poder económico que no cuestionan el origen de los medios salvadores de su vida.
La sociedad reacciona de las formas que tiene a mano, aspecto definitivamente positivo y que demuestra la potencialidad de solidaridad aún latente entre la gente, pero que no ha sido evaluado ni estandarizado sobre su utilidad o sobre la forma más eficiente para llegar al resultado deseado.
Me refiero a la publicidad que se da a la desaparición por medio de las redes sociales (Facebook, Twitter, etc.)
La ciencia ha demostrado, en otros ámbitos, que el trabajo coordinado a través del internet es una fuerza brutalmente poderosa con millones de personas interactuando y compartiendo información (por ejemplo en los estudios de observación del espacio sideral), por lo que a priori debemos reconocer la utilidad de esta fuerza de muchas personas buscando un objetivo común, pero creo que es tiempo de detenernos a pensar la mejor forma de hacer eficiente esa valiosa - y hermosa- voluntad común.
Las desviaciones de un grupo de personas bienintencionadas son diversas, para citar algunas, permítasenos mencionar las siguientes:
- Los casos resueltos que continúan circulando por años en la red, desperdiciando un recurso poderoso.
- La falta de coordinación internacional, que sólo se rompe en los pocos casos en que la víctima tiene contactos en más de un país.
- Los casos de falsos desaparecidos que ven vulnerada su privacidad o en el peor de los casos no retornan ante la vergüenza de la publicidad ocasionada indebidamente.
- La enrome cantidad de casos reportados que impiden que el público pueda centrar su atención realmente. Un muro con cien desaparecidos tiene la misma utilidad que ninguno, por la cantidad de información.
Las organizaciones criminales se mueven a velocidades inmediatas, buscarán la forma de saltar este nuevo obstáculo y nuestros gobiernos se mueven a paso de tortuga, está en nuestras manos, de los ingenieros, buscar soluciones tecnológicas que exploten el enorme poder social solidario que tenemos en nuestras manos.
Si no lo hacemos la solidaridad se quedará en un click insulso que sólo servirá para calmar nuestra conciencia.
**La foto fue extraída de http://fashionspk.net/target-kidnapping-girls-through-facebook-2014-vide...
Juan José Lima es abogado, entre otros cargos trabajo en la delegación para la Reforma Judicial, ejercio como Director Legal de la Instalación de la Asamblea Constituyente y consultor en el Proyecto de Fortalecimiento Penitenciario en Bolivia. Actualmente es socio de "Lima & Asociados" y Director del "Centro de Estudios sobre Justicia y Participación" en la ciudad de La Paz.