“THUNUPA” y “EL BOLÍVAR LEGENDARIO” - Recordando a Don Fernando Diez de Medina (1908 – 1990)
Uno de los mayores escritores y poetas bolivianos de la segunda mitad del Siglo XX. Hombre público, Ministro de Estado y Embajador de Bolivia en diversos países. También recordado, por su exaltado y apasionado fervor por el CLUB BOLÍVAR, el equipo boliviano con mayores triunfos, campeonatos y laureles del balompié nacional.
Fernando Diez de Medina, nació en la ciudad de La Paz 14 de enero de 1908, hijo del distinguido canciller y diplomático boliviano Eduardo Diez de Medina. Tuvo una formación privilegiada y esmerada. Desde su temprana juventud fue un escritor innato siendo asiduo colaborador de periódicos y semanarios, entre los que se destacaban Ultima Hora, La Razón y El Diario. Uno de sus grandes aportes fue el análisis de los autores nacionales en su libro “Literatura Boliviana”.
Apasionado por Bolivia, fue propulsor y divulgador de ideas nacionalistas emergentes en la década de los Cuarenta, rindiendo culto con su narrativa y versos, al macizo andino y su magia con marcada vehemencia, haciendo alusiones y menciones enfáticas a figuras excluyentes como el Libertador Simón Bolívar: “Bolívar, nuestro padre” o al escritor Franz Tamayo: “El Hechicero del Ande”. En sus obras, hace clara referencia al misterio de esas moles de roca de altura inconmensurable y al marco casi mitológico que encierran esas montañas, con reflexiones profundas y coherentemente presentadas respecto a la realidad nacional y su devenir.
Su pensamiento de naturaleza optimista, lo hacía frontalmente adverso a corrientes llamadas “pesimistas” como el mismo las denominaba, surgidas desde la publicación de la obra “Pueblo Enfermo” de Alcides Arguedas en 1909. Con el ensayo titulado “Insurgencia de la Juventud” publicado en 1935 e incluido posteriormente como parte del Libro “Thunupa” de 1947, nombre que hace alusión a las divinidad andina vinculada a las montañas volcánicas, como a los rayos y al fuego, Diez de Medina denostaba con despiadada fiereza y acerada pluma los postulados de Arguedas, quien además tuvo el error de atacar torpemente al padre de Don Fernando, circunstancia que provocó la natural reacción filial, por lo que utilizando sus mejores argumentos rebatió la obra de Arguedas, desde la forma de redacción hasta la consistencia y validez de sus ideas: “Este filisteo de la cultura, este “diminuto magister antiestético” que hizo de la amenaza y la lisonja doble arma para escalar situaciones, ha conseguido reunir en su redor a los demás corifeos: ingenuos menguados, naturalezas cómodas, que prefieren batir palmas al agorero, en vez de luchar por un ideal”
Tal fue la virulencia del ensayo, que cuestionaba sin piedad toda la trayectoria de Arguedas, ninguneando su papel de escritor e historiador, llamándolo un simple “jornalero u alarife de la historia nacional”, siendo uno de los textos más electrizantes jamás escritos en la literatura boliviana: “Nuestro historiador de marras se solaza más bien en lo contrario: en la pintura del mal y en la vileza de los hombres. No hay una figura tallada con amor, ni una acción contada con alteza de ánimo. Siempre el tono quejumbroso, la inclinación malévola, la escoria de los restos calcinados. Arguedas no relata; llora. No enseña; sucumbe en el vaho de su propia agorería”.
Arguedas no tuvo la fuerza o el temple para rebatirlo, denostarlo o peyorizarlo como hacía con otros de sus contrincantes, puesto que frente a él se elevaba alguien de alto fuste intelectual, apuntalado adicionalmente con el prestigio y tradición del apellido Diez de Medina, mismos que no le daban oportunidad de contraataque, por lo que calló perplejo y tuvo que salir en defensa del autor de “Raza de Bronce”, el propio Augusto Céspedes, quien sin embargo fue mesurado en su respuesta. Don Alcides en esos tiempos, siempre que escribía tenía problemas: en 1935, Diez de Medina utilizó las palabras más agudas y certeras para enfrentarlo y despedazarlo con este ensayo; en 1938, el entonces presidente Germán Busch Becerra, menos sutil, simple y llanamente lo agarró a puñetes.
Sin embargo, más allá de ser un reconocido hombre público, intelectual y escritor, ganador del Premio Nacional de Literatura de 1950 así como autor entre otras de la obra “Mateo Montemayor” de 1969, tuvo una faceta que lo hizo perdurable imperecederamente en la memoria colectiva. Siendo un deportista consumado y aficionado al futbol, fue por ende hincha acérrimo de un Club de La Paz y ese fue el BOLÍVAR o como él decía, “EL BOLÍVAR LEGENDARIO”.
Diez de Medina fue uno de los más distinguidos seguidores de la divisa celeste, junto con Don Mario Mercado Vaca Guzmán, quien al igual que él, también era hijo de un ex canciller y diplomático, Bailón Mercado; sin olvidar al Dr. Hernán Siles Zuazo, dos veces presidente de la República, todos ellos declarados hinchas académicos. El escritor no tenía mayor reparo en olvidarse de sus funciones formales y ceremoniales cuando asistía al viejo Estadio Hernando Siles de Miraflores y como cualquier hincha común empezaba a mascullar, gruñir, gritar y protestar hasta con palabrotas subidas de tono por su equipo. Tanto fue así, que incluso discretamente fue reprendido por el presidente Siles Zuazo, puesto que muchas veces Don Fernando estaba acompañado por dignatarios extranjeros en misión oficial. Baste recordar que dejó mustios al Embajador de Paraguay y al Nuncio Apostólico con sus arranques fogosos por el Bolívar. Por este motivo, prefería estar en las graderías, donde podía gritar y hasta agarrarse a trompadas a gusto, evitando la formalidad el palco oficial.
Don Fernando en su tiempo, celebró las victorias y sufrió los contrastes de su Club. Si bien sus libros son apreciados y reconocidos por el entorno intelectual boliviano y americano, quizás su más recordada obra por el público fue el ensayo “Apología Lírica del Bolívar Legendario” de 1975. No se recuerda texto con mejor elocuencia para describir los sentimientos tan encontrados, como explosivos y emotivos que puede provocar el fútbol. Utilizando recursos literarios variados, pasa por el verso, las anécdotas, la crónica y la reflexión. El momento culminante que definió todo su sentimiento para la posteridad con la divisa celeste fue al señalar: “Digo ¡BOLÍVAR! y siento que se me aclara el alma”, señalando enfáticamente “si alguien dice que el Club “Bolívar” no es un cuadro maravilloso, apretamos los puños, los corazones baten como tambores dentro del pecho y somos capaces de arremeter contra el osado así tenga la talla y el renombre de Muhamad Ali”.
La visión nacionalista de Diez de Medina, se refleja en la propia tonalidad de la escuadra celeste que para él era: “en su coloratura emblemática el presagio de otro azul que nos espera en el Pacífico lejano”. En una de sus últimas entrevistas en abril de 1982, el escritor manifestó su preocupación por su Club: "creo que está pasando una mala época por diversos factores que no deseo puntualizar, pero creo que esa mala época ha de ser superada en breve y que Bolívar volverá a merecer el título de "campeón nacional". Bolívar volverá, porque practica un fútbol académico, caballeroso y victorioso por sobre todo", No se equivocó, el equipo académico justamente ese año, iniciaba una indiscutida hegemonía nacional de dos décadas continuas, llenas de títulos y presentaciones internacionales descollantes, que harían que concluya el Siglo XX como el mayor campeón del fútbol boliviano, continuando esa tradición sin merma en las primeras décadas del Siglo XXI.
Don Fernando Diez de Medina, murió en la ciudad que lo vio nacer el 21 de septiembre de 1990. Más allá de cualquier divergencia, vemos a este escritor como uno de los grandes referentes bolivianos de la segunda mitad del siglo XX, su conocimiento enciclopédico de la realidad de Bolivia, su escrutadora visión de nuestro pasado y su fijación particular hacia la esperanza optimista de un futuro mejor, hicieron de él uno de los más respetados intelectuales de su tiempo: “Queremos ser nosotros mismos, no una imitación de fantoches. Contra la molicie y el conformismo, la responsabilidad frente al destino”
Lo citado anteriormente hizo que como una marmita catalizara todo lo aprendido y deviniera en su sincero y apasionado fervor deportivo hacia el Club que quiso sin retaceos, el BOLÍVAR: “Y mientras el Señor nos conceda piernas para movernos, manos para aplaudir y voces para gritar, sigamos la trayectoria fulgurante del ONCE prodigioso que ha dado al entusiasmo de los bolivianos, estatura de montaña y ardores de volcán”
BIBLIOGRAFÍA:
Baptista Gumucio, Mariano. ALCIDES ARGUEDAS. Primera Edición. Editorial Los Amigos del Libro. 1979
Diez de Medina, Fernando. THUNUPA. Editorial Gisbert. Segunda Edición. La Paz. 1956
Diez de Medina, Fernando. APOLOGÍA LÍRICA DEL BOLÍVAR LEGENDARIO. REVISTA EL GRÁFICO (Edición especial dedicada al Club Bolívar). 1991