1918 – 2018 / EKATERIMBURGO /100 AÑOS/ EL OCASO DE UN IMPERIO : LA MASACRE EN EL SÓTANO DE LA CASA DE IPATIEV (CUARTA PARTE)
Han transcurrido cien (100) años de uno de los asesinatos más horrendos que marcaron un punto de no retorno en la Historia del Siglo XX
En la madrugada del 17 de julio de 1918, el depuesto Emperador de Rusia Nicolás II y su esposa Alexandra Feodorovna fueron despertados por golpes en la puerta . Les pidieron que bajasen junto con su familia y sus sirvientes al sótano de la Casa Ipatiev en Ekaterimburgo. Supuestamente debían protegerlos del fuego enemigo y tomarles unas fotografías para demostrar que aún estaban con vida . Desde la abdicación, habían sido prácticamente reclusos en el Palacio Alexander para luego ser reubicados en Siberia siendo, Tobolks primero y posteriormente Ekaterimburgo su destino final.
El Zar tuvo que llevar a su hijo hemofílico en brazos, una de sus piernas se encontraba inflamada por el agravamiento de una lesión. Las hermanas bajaron somnolientas pero tranquilas. Nada hacia prever lo que vendría, arrinconados en una habitación reducida, esperaron en calma por unos momentos, fue en ese instante en el que Jacob Yurovsky, comisario del Soviet de la ciudad , ingresó junto a un grupo de hombres armados para leer la que a la postre era una sentencia de muerte.
Cuando Yurovsky terminó de hablar, ante el estupor de las víctimas, Nicolás II sólo atinó a balbucear la palabra ¡¿Qué?! y empezó el fusilamiento sumario, todos los verdugos tenían un blanco asignado. Eliminaron al monarca con certeros tiros en la cabeza al igual que a la emperatriz, sin embargo las hijas se acurrucaban gritando contra la pared. Sorprendentemente las balas rebotaban en sus cuerpos, seguramente por las joyas cocidas en los corsés de sus vestidos, por tanto fueron rematadas con bayonetas . El niño quien más se lamentaba y gemía, fue rematado con un tiro en la cabeza.
El sótano estaba anegado de sangre. Las paredes acribilladas y desportilladas eran mudos testigos de la hecatombe. Los cuerpos fueron sacados en un camión por una ventana que comunicaba la infame habitación con el patio. Para asegurar su macabra, tarea los verdugos usaron ácido para deformar los cuerpos y brutalmente empezaron a golpear los rostros con las culatas de los fusiles para hacerlos irreconocibles.
El horrendo embarque fue llevado a un lugar boscoso cerca de unas minas abandonadas, donde nueve de los once cuerpos fueron enterrados. El niño y una de sus hermanas fueron llevados un poco más lejos e incinerados para despistar posibles investigaciones futuras.
Posteriormente las tropas reaccionarias del Ejercito Blanco llegaron al lugar y evidenciaron que la Familia Imperial había sido asesinada. Muchas historias empezaron a generarse, creando leyendas sin sustento de sobrevivientes, sin embargo todas fueron desmentidas, nadie sobrevivió a esa noche de horror.
En 1991 se descubrieron oficialmente los cuerpos enterrados en los bosques cercanos a Ekaterimburgo, pruebas posteriores de ADN corroboraron que cinco de los cuerpos pertenecían al grupo familiar Romanov El año 2007 excavaciones y búsquedas posteriores pudieron encontrar pequeños vestigios de huesos y dientes de otros dos cuerpos, el del zarévich y una de sus hermanas.
Hace cien años , estas muertes marcaron el fin de un Imperio y el inicio de un nuevo periodo para Rusia con una ideología radicalmente diferente, que por setenta años sería la Unión Sovietica. Para muchos era el fin inevitable que no permitiría volver la Historia para atrás . Para otros , estas personas eran mártires de un periodo convulso y sangriento. Pero , en suma , esta simplemente era una familia, con un padre, una madre, cuatro hermanas y un niño enfermo que fueron arrastrados por la vorágine de los acontecimientos a su destino, que deparaba un final horrendo.