1918 – 2018 / EKATERIMBURGO /100 AÑOS/ EL OCASO DE UN IMPERIO - TERCERA PARTE: LOS MALOS PRESAGIOS
El matrimonio y posterior coronación de Nicolás II se vieron empañados por circunstancias agoreras que hacían prever que un periodo muy oscuro se aproximaba.
Los preparativos para la boda del nuevo Zar con Alejandra Feodorovna, se realizaron marcados por el pesar, por el dolor del reciente deceso y posterior entierro de Alejandro III. Los más supersticiosos hablaban que la novia fue precedida por un ataúd. La coronación de 1896 fue un hecho fastuoso y solemne que se celebró tanto en Moscú como en San Petersburgo, la palabra espléndida quedaba pequeña, la ceremonia imperial reunió por última vez en pleno a la Dinastía Romanov y a las Casas Reales europeas para ver el entronamiento del emperador de todas las Rusias, que protegía la fe cristiana, así como las tradiciones bizantinas y ortodoxas.
Sin embargo, una tragedia espantosa se precipitó para amargar estos fastos, para conmemorar la ocasión se anunció un ágape al aire libre para el pueblo, donde se regalarían recuerdos, así como bebida y comida gratis. En realidad, se trataba de un vaso de peltre con impresiones conmemorativas, una hogaza de pan, una salchicha y cerveza. Conociendo esto se reunió una multitud que bordeaba las quinientas mil personas en una explanada denominada Khodynka en los alrededores de Moscú. Corrió un rumor que la comida y la bebida no eran suficientes, que se habían agotado, provocando una aglomeración, que generó pánico y luego una estampida mortal que cobró la vida de más de un mil quinientas personas.
Por si fuera poco, el Zar al ser informado no pretendió suspender su asistencia al baile de gala ofrecido por la Embajada de Francia, debido a que un desplante de estas características hubiese causado una fricción internacional severa entre dos potenciales aliados. No fue un inicio venturoso. Parecía que el Zar era indolente al dolor y a la tragedia de sus súbditos.
Pero este sólo fue el inicio, la búsqueda de un heredero era una premisa indispensable para pensar en un futuro. Nicolás y Alejandra engendraron cuatro hijas: Olga, Tatiana , María y Anastasia. Sin ningún hijo varón en la línea de sucesión, el futuro de la dinastía era incierto , por lo que la llegada de Alexei en 1904 significó la culminación de un sueño, de un anhelo que lamentablemente se convirtió en una pesadilla. El niño sufría de hemofilia, enfermedad de la sangre que impedía la coagulación y que es transmitida por las madres a los hijos varones, habiendo sido heredada de su abuela la Reina Victoria. En ese tiempo era incurable , condenando a una muerte prematura a sus portadores.
Parecía que las malas noticias no dejaban de golpear al monarca, entre 1904 a 1905, se lanzó a una aventura insensata contra el Japón con el objetivo de contar con puertos en el Pacífico libres de hielo en invierno, fijando sus ojos en Manchuria y Corea. La Guerra Ruso Japonesa fue un desastre calamitoso. Los pertrechos eran enviados por una línea de ferrocarril a través de Siberia, con ciertas partes del trayecto que debían recorrerse en trineo, aprovisionando a las tropas mal dirigidas que eran derrotadas una y otra vez. A ello se sumó la formidable e insensata travesía de toda la flota rusa del Báltico para llegar a Puerto Arthur que se encontraba sitiado en el Mar Amarillo. Una travesía naval de casi dos tercios del planeta hasta llegar al estrecho de Tsushima donde el emergente Imperio Japonés destruyó sin misericordia a los barcos rusos que llegaban penosamente uno por uno, después de meses de privaciones y connatos de motín, disparando en forma inmisericorde cañones y torpedos.
La paz impuesta en Portsmouth Estados Unidos, por una potencia asiática que vencía por primera vez a una europea, fue toda una humillación para Rusia. El desastre trajo consigo revueltas agravadas por el descontento social de un pueblo cada vez más miserable y hambriento que pretendió encontrar amparo en su Zar, sin embargo cuando en un domingo sangriento de Noviembre de 1905, se dirigieron a las puertas del Palacio de Invierno fueron masacrados por las tropas imperiales, una matanza con cientos de muertos, provocando un tumulto generalizado que incluso amotinó a los marineros del acorazado Potenkim, que obligaron a Nicolás a aceptar una Duma o Parlamento .
Sin embargo, la escalada violenta parecía irremediable, baste como ejemplo que el propio tío de Nicolás, el Gran Duque Sergio, Gobernador de Moscú, responsable en parte del luctuoso hecho de la explanada de Khodynka, murió en un salvaje atentado terrorista, prácticamente terminó hecho pedazos, encontrándose sus restos desparramados incluso en los techos de los edificios cercanos al Kremlin.
¿Podía evitarse semejante escalada de violencia? Al parecer no y aún venían peores tragedias. El golpeado y sufrido pueblo ruso estaba cansado, quería reformas y las reclamaba ya.