Anatomias
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Victor Hugo Romero
02/08/2014 - 04:41

Cómo odio los uniformes

Voy a confesar que no tengo libreta militar, alguna vez intenté obtenerla, pero al  utilizar lentes y tener un problema cardiaco, me calificaron como auxiliar, eso no evitó sufrir un acoso de parte de los tenientes que en aquella época abusaban en el regimiento de los Colorados de Bolivia, luego de hacer las colas de rigor y que me revisara un médico, me dieron un papelito para tramitar el documento, pedazo de papel que nunca más vi, hace unos años, pregunté cómo podría obtener la susodicha libreta y me explicaron que haciendo el trámite de rigor y depositando varios miles de bolivianos, me la podrían dar, con rapada photoshopeada incluida en estudio coreano, de forma legal. 

Voy a confesar que no tengo libreta militar. Alguna vez intenté obtenerla, pero al  utilizar lentes y por tener un problema cardiaco, me calificaron como auxiliar, lo que no evitó que sufra un acoso de parte de los tenientes que en aquella época abusaban en el regimiento de los Colorados de Bolivia. Luego de hacer las colas de rigor y que me revisara un médico, me dieron un papelito para tramitar el documento, pedazo de papel que nunca más vi, hace unos años, pregunté cómo podría obtener la susodicha libreta y me explicaron que haciendo el trámite de rigor y depositando varios miles de bolivianos, me la podrían dar, con rapada photoshopeada incluida en estudio coreano, de forma legal.

¿A qué viene todo esto?  Recordé estos traumáticos momentos, luego de ver el rollo mediático,  político y ético que se armó con la libreta de Arturo,  trucha o no,  lo importante aquí, es ver si vale la pena o no el servicio militar obligatorio, allá él, si el todavía  pre-candidato la presenta o si consiguió una nueva con el método narrado. Hay que evaluar si vale la pena que personas como yo, que no nos interesa aprender a ser “hombrecitos” en medio de la cultura machista, vertical y violenta que inculcan los militares, estemos obligados a hacer el servicio militar, en medio de calificativos tan discriminatorios como sarnas y mostrencos.

Se han dado importantes avances en este camuflado rubro, con el servicio pre-militar que ha reducido para fortuna de todos los que somos padres, la exposición insulsa de nuestros hijos a una cultura en la que prima la subordinación sin cuestionamientos, el abuso y la prepotencia a título de voz de mando, sin embargo siguen llegando, informaciones sobre la muerte de conscriptos, por muy provocada o accidental que haya sido, no podemos olvidarlas.  Ni qué decir de esas prácticas de tortura con canes a los que crían para matarlos sádicamente luego, sin ir muy lejos uno de esos uniformados lo hizo hace poco en la EMI paceña, tratando de demostrar un extraño “no sé qué” a sus alumnos.

De hecho, culturalmente hablando, en el campo la consideración con el servicio militar es otra, es para el universo rural un paso más en su formación, no sólo cívica, también personal, que ingresa en otro tipo de consideraciones, que no tiene nada que ver con mi urbano y existencial rollo contra los uniformes, sino el discriminatorio dejo machistoide que implica el no haber hecho el servicio militar, como muestra de lo débil que uno es, como si fuese un argumento válido para hacerte menos hombre ante la sociedad, el que no haya decidido someterme voluntariamente a la tortura no quiere decir que no tenga agallas para enfrentar lo que venga. Lo más injusto de todo esto es que los bolivianos estemos obligados a subordinarse a este extraño “amor a la patria”, hace poco leí por ahí que en un pueblo estaban obligando a todos sus jóvenes a entrar al cuartel, mayor abuso no puede darse, porque de ahí surgen también la discriminación de los más fuertes sobre el que se supone débil, como si la resistencia y la masa muscular te convertirían en  una mejor persona, sino es lo contrario.

Y no es que esta práctica sea exclusiva del universo militar, también es parte sustancial de la Policía, que al igual que los militares, los policías cuentan con una larga lista de abusos a sus subordinados, existiendo una diferencia entre ambas fuerzas, los primeros obligan a las personas a someterse, mientras que los otros lo estarían haciendo por gusto,p or todos estos razonamientos, además de los niveles de corrupción en los que suelen caer los “milicos” y “canas”, de la poca eficacia en su trabajo, no puedo dejar de sentir un “ras” cada vez que veo un uniforme que me obliga nomás a ponerme a la defensiva, por si las moscas. 

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