Libertad económica y educación
La experiencia nos enseña que los pensadores sobre la libertad enfatizan la “libertad política”, desde las luchas sociales por la abolición de la monarquía hasta las luchas por la implantación de la democracia liberal. Incluso justifican la horrenda guerra, porque su propósito sería impedir la opresión política de un pueblo o liberarlo.
Hegel, como todo filósofo, tuvo sus aciertos y sus planteamientos están siempre en discusión. Tanto la dialéctica hegeliana como su historicismo son debatibles. No necesariamente lo diferente es opuesto y conflictivo, pueden ser complementarios. Un ejemplo de esto, es que en la vida humana se une lo subjetivo con lo objetivo por medio de la actividad que busca un fin. El historicismo hegeliano llevó más tarde a Marx a su planteamiento de las “leyes de la historia”, afirmación no demostrada.
Un acierto de Hegel es su afirmación de que el destino del hombre es la “libertad”. Esta radicaría, en primer lugar, en su pensamiento. Aplicando su conocida trilogía de tesis, antitesis y síntesis, podríamos colegir que la tesis es “no libre”, la antitesis “libre” y la síntesis “hacia la libertad”. Todo el duro pasado de la humanidad sería el costo para alcanzar la libertad. En mi opinión la libertad no es una meta, sino un constante caminar.
La experiencia nos enseña que los pensadores sobre la libertad enfatizan la “libertad política”, desde las luchas sociales por la abolición de la monarquía hasta las luchas por la implantación de la democracia liberal. Incluso justifican la horrenda guerra, porque su propósito sería impedir la opresión política de un pueblo o liberarlo.
Todas las luchas por la democracia buscan que los pueblos y la gente sean los constructores de su propio destino, y no el producto de la imposición de elites que toman el poder político de las sociedades y las gobiernan.
Cuando más avanza una sociedad en el camino del progreso, cuanto más grandes son las ciudades y las naciones, es imposible que las sociedades puedan organizarse y ordenarse desde el área política, y más aún si se cree que dicha organización debe ser consecuencia del consenso democrático. Es imposible políticamente armonizar millones y millones de intereses, de visiones y de propósitos que tiene la gente. Por eso son asambleas y reuniones inútiles, como la que se acaba de realizar en Santa Cruz bajo el rimbombante y estrambótico titulo: “Cumbre extraordinaria de Jefas y Jefes de Estado y del Gobierno G77 50 Aniversario. Hacia un nuevo orden mundial para vivir bien”.
La única forma de organizar las sociedades modernas es mediante el orden económico y que se denomina “economía de mercado”. Este no es un planteamiento filosófico sino uno que proviene de la ciencia económica. Ilsa Prigogin, premio Nobel de Química 1977, afirma que siendo todo probabilístico e inestable, sin embargo, “el caos desemboca en estructuras ordenadas”. Bajo este mismo principio científico opera la economía de mercado. Prigogin dice: “De la suma de actividades individuales desordenadas surgen el orden social y el progreso económico”.
Adam Smith no se preocupó ni estudio por qué había pobreza, lo que era dominante en su tiempo. Probablemente el 85 por ciento de la población mundial lo era. Investigó y se preguntó cómo los hombres crean la riqueza. Su gran aporte al conocimiento científico es que esto es el producto de la “libertad económica”. Sólo los pueblos que propugnan y desarrollan esta libertad tienen como producto su bienestar. De ahí su afirmación, para instaurar la libertad como un hecho natural, se debe eliminar las preferencias/privilegios y las restricciones/prohibiciones sobre la actividad económica.
A la visión de Smith se podría añadir el aporte que hizo la escuela alemana de la “economía social de mercado”, sobre el rol de la política y del Estado. Este debe ser subsidiario, es decir, su rol debe ser todo aquello que los individuos, solos o voluntariamente asociados, no estén interesados en hacerlo, siendo, sin embargo, actividades necesarias para el desarrollo económico de las sociedades.
La libre actividad económica es la más noble y elevada diligencia que realiza todo ser humano, porque es el medio para satisfacer sus necesidades y la de los demás. Cuánto más actividad más se avanza hacia la libertad. Pero para que la economía sea cada vez mejor y más eficiente se requiere de educación. La educación es el medio por el cual se conoce la realidad, enseña y practica valores, es el medio por el cual se aplica la ciencia a la producción de bienes y servicios. Con educación las sociedades mejoran su capital humano y, por ende, el progreso y bienestar de la gente.
La Paz, 12 de julio de 2014
*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas