El reloj y la teoría del palo
¿Desnaturalizar? Alguien inteligente no merece estropearse a sí mismo con imprudencias ajenas… salvo que su alto cargo le obligase a defender a un gobierno naturalmente tonto.
Aun viniendo del gobierno de Morales, la sublimación del absurdo —legítimamente confundible con ingenuidad o con ignorancia— no deja de sorprender. Esta administración política se siente cómoda en la lógica de lo ilógico, haciendo el ridículo y ahora último también desorientando a nuestros hijos con símbolos francamente abominables. El “reloj del sur” tiene una sola utilidad: descuenta las horas, los minutos y los segundos de los malos gobernantes en la Plaza Murillo.
Resulta muy divertida la reconstrucción de la escena del crimen. El canciller Choquehuanca tomando de la mano al Presidente, al Vicepresidente y a los ministros para conducirlos hacia el patio trasero del Palacio de Gobierno, donde tiene previsto demostrar empíricamente la teoría del palo. Sol obliga, debe clavar un palo en el piso para ostentar que la sombra en el hemisferio sur “gira”, según él, a la izquierda.
“Izquierda”, palabra fundamental. Si la sombra fuese siempre (recalco: siempre) todo lo díscola que el Canciller se esmera en explicitar con su palo, no caería (no su palo, sino su teoría) en piso roto. Pero la ciencia ha desmentido a Choquehuanca; el físico Francesco Zaratti, por ejemplo, ha sido claro al explicar que “en Bolivia tenemos meses con la sombra hacia el sur y meses con la sombra hacia el norte”.
(Por si quedaran dudas en el vulgo que somos los neófitos en la materia, sustrayéndonos de cualquier alineamiento a convenciones dextrógiras o levógiras, la ‘hora boliviana’ continúa siendo la misma: llegamos tarde a nuestras citas por una cuestión cultural, no porque la sombra en el sur vaya —algunas veces— en sentido contrario a la del norte).
“De la descolonización a la desorientación”, podría titular el último capítulo de la novela pachamámica que viene escribiéndose hace ocho años en Bolivia: ahora vendemos relojes a muñecas llenas. Y, ¿quién no se siente en las nubes, en un mundo real maravilloso pensando que somos tan particulares que “nuestro norte es el sur”? Llegó la hora de, como dice Choquehuanca, “sacudir el cerebro”.
Winston Estremadoiro parece tener la razón cuando dice que el socialismo del siglo XXI es un “guisado que hierve en olla castrista a fracasados de la izquierda latinoamericana”. ¿Choquehuanca no debería estar ocupándose del mar en vez de pensar en la ventajosa comercialización de relojes anárquicos? Este ha resultado ser el Canciller más insólito de la historia, único capaz de desentenderse del asunto más importante de la política exterior boliviana confiado en su terciarización.
Por otra parte, candoroso estuvo el Vicepresidente mientras trataba de explicar la teoría del palo. Sugirió “desnaturalizar” las cosas y alegó que lo del reloj “es esa convocatoria a pensar desde el sur, es una especie de, también, descolonización epistemológica, a que valoremos desde el sur que hay cosas interesantes desde el sur (…) y no estar solamente imitando, y que podemos aportar algo como ellos aportan hacia nosotros”.
Es una pena que un hombre versado como García Linera se ande tropezando con las palabras y acabe hilvanando frases vacuas para salir del hoyo que le cavaron en el patio de su casa; ¡qué ha hecho aquel pobre hombre para que le obliguen a sostener argumentos tales como que relojes “igualitos” (textual de Choquehuanca) están en Internet! En efecto, allí se puede leer que estos sorprendentes relojes analógicos son muy útiles para baños y salones de belleza, donde abundan los espejos.
¿Desnaturalizar? Alguien inteligente no merece estropearse a sí mismo con imprudencias ajenas… salvo que su alto cargo le obligase a defender a un gobierno naturalmente tonto.