¡Que renuncie la Ministra de Agua!
“Pedimos la renuncia inmediata de la Ministra de Agua” decía un cartel de los muchos que portaban miles de vecinos que -descontentos por la falta de agua- realizaron una interminable marcha de protesta desde El Alto hacia el centro neurálgico del poder político en Bolivia -La Paz- ciudad agobiada también por igual problema. Los numerosos estandartes, banderas, wiphalas y estruendosas arengas y petardos, dieron cuenta de su molestia por la dramática falta de agua.
“Pedimos la renuncia inmediata de la Ministra de Agua” decía un cartel de los muchos que portaban miles de vecinos que -descontentos por la falta de agua- realizaron una interminable marcha de protesta desde El Alto hacia el centro neurálgico del poder político en Bolivia -La Paz- ciudad agobiada también por igual problema. Los numerosos estandartes, banderas, wiphalas y estruendosas arengas y petardos, dieron cuenta de su molestia por la dramática falta de agua.
Para los marchistas -como para otros en días previos- no fue suficiente que casi se hubiera “sacado a patadas” a los ex administradores de la Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS), ante la evidente falta del vital elemento. Los marchistas parecían querer la cabeza de la Ministra. Pero ¿cambiar a la autoridad del MMAyA arreglaría las cosas de la noche a la mañana? ¿Garantizaría su reemplazo una mejor gestión? ¡Solo Dios sabe!
De la actual Ministra recibí buenas referencias recientemente -de alguien que conoció de cerca su trabajo previo en Cancillería- y hasta donde sé, cuenta con una buena formación profesional y es aplicada en cuanto a lo que se le encarga hacer, por tanto ¿por qué no darle otra oportunidad?
El problema es que a la hora de satisfacer sus necesidades, la gente quiere soluciones -no más promesas de un vivir bien que mas bien retrocede- y busca hechos concretos como la posibilidad que siempre estuvo ahí: de tener a mano un vaso con agua potable para sus hijos; en la cocina, agua suficiente para cocinar una sopita; y, todos, mucha agua para la higiene personal a fin de evitar enfermedades, especialmente en los hospitales (un par de ellos debieron suspender cirugías por dicha causa).
De tan indeseada situación hay mucho que aprender, y aprender con humildad.
Que el cambio climático vino para quedarse, es la primera lección y la debimos haber sabido hace tiempo: las nieves eternas van camino a desaparecer.
La segunda lección tiene que ver con capacidad de gestión: ser empresa estatal no es sinónimo de éxito y su fracaso conlleva altos costos políticos, a diferencia de lo que ocurre cuando el riesgo productivo lo asume un privado.
¡Cuántas veces oí decir sabiamente al Presidente Evo Morales que cuando el pueblo tiene comida, luz y agua, está tranquilo! Si ahora él mismo advierte que hay que estar preparados para lo peor ¿por qué no aprender del modelo cooperativista cruceño con la exitosa SAGUAPAC que conjuga una suerte de socialismo y capitalismo? Esta sería la tercera lección…