Economía mundial de libre mercado
Su propósito era el “nuevo orden económico mundial” que sustituyese al que se imponía, la globalización económica a través de la liberalización de los mercados nacionales. Desde entonces, la característica generalizada ha sido la continua reducción de las barreras arancelarias en todo el mundo, no como consecuencia de las decisiones del G77, que son irrelevantes y discursivas, sino como producto del desarrollo del capitalismo.
El denominado G77 más China, que nació en 1964, hoy cobija a 133 países. Surgió en una época en que la planificación económica nacional parecía una alternativa de organización económica superior a la economía de mercado, al capitalismo, razón que impulsó a pensadores socialistas que esto mismo se podía trasladar al mundo. Su propósito era el “nuevo orden económico mundial” que sustituyese al que se imponía, la globalización económica a través de la liberalización de los mercados nacionales. Desde entonces, la característica generalizada ha sido la continua reducción de las barreras arancelarias en todo el mundo, no como consecuencia de las decisiones del G77, que son irrelevantes y discursivas, sino como producto del desarrollo del capitalismo.
Durante todo este último tiempo lo que se logró es que los países desarrollados levantasen barreras arancelarias en favor de los países menos desarrollados, lo que va en concordancia con la liberación de los mercados nacionales. La preferencia a los países menos desarrollados iba en directa relación con el pensamiento europeo social demócrata o social cristiano, dominante de la época, quienes en la práctica habían continuado con las políticas comerciales proteccionistas de los estados que se intensificaron desde la primera guerra mundial. La primera guerra mundial dio por concluido el “siglo XIX liberal” en el mundo, un liberalismo inicial y modesto, que hasta entonces se suponía como el preámbulo para que en el mundo se impusiese la plena economía de libre mercado, lo cual no sucedió.
Los pensadores socialistas en el mundo han ido colocando en las agendas de discusión de las reuniones burocráticas de los políticos en los organismos internacionales los temas relacionados con el denominado “desarrollo sostenible y medio ambiente”, “cambio climático”. En la práctica sus estériles disquisiciones – que explican la ausencia de productividad y desnudan que esa gente obtiene ingresos sin producir nada- abarcan una gran variedad de temas: cooperación sur-sur, comercio, industria, agricultura, energía, alimentos, sistema financiero, etc.
Lo que el G77 utópicamente busca es sustituir a las fuerzas y leyes competitivas del mercado en las relaciones económicas mundiales, como los socialistas han intentando muchas veces hacerlo, en sus países, sin conseguirlo, y, por supuesto, no lo lograrán, porque es un intento retrogrado de querer mantener a la economía bajo la tutela de la política, de la cual lentamente se va autonomizando.
Mientras en Bolivia se llevará a cabo una reunión del G77 más China con temas repetitivos y archiconocidos, en la línea ideológica de “Las venas abiertas de América Latina”, cuyo autor, a su vejez, no recomienda su lectura, en Europa recomienza el proceso del orden económico mundial libre. En esa región del mundo la política tiene un papel decisivo, su rol es costoso para las finanzas públicas, ya insostenible. Ahí comienza el debate, los políticos más lucidos – a diferencia de los populistas- van tomando conciencia de las leyes de la economía, las cuales no se las puede desconocer. Van tomando conciencia que no es por la vía de “más política” que Europa superará ya su largo estancamiento, sino “más economía”, lo que es lo mismo decir mayor liberalización de sus mercados, tanto en sus relaciones internas como externas.
Europa, comienza a tomar plena conciencia que el mundo está globalizado, que la competencia viene desde China e India, donde los costos laborales son bajos. Europa mantiene ventajas competitivas y comparativas por su desarrollo tecnológico, pero las empresas transnacionales, que se han convertido en la verdadera fuerza de la modernidad, del desarrollo y de la disminución de la pobreza en el mundo, respondiendo a las leyes del mercado, se están encargando de transferir el capital y la tecnología hacia China e India, lo que pronostica que estas economías en el futuro pueden liderar a las economías nacionales, superando a los países hoy desarrollados, si es que estos no se “ponen las pilas” del libre mercado.