30 de diciembre (DPA) - El éxito que significó el ansiado acuerdo nuclear con la comunidad internacional dio impulso a los reformistas en Irán, que ahora confían en obtener un buen resultado en las elecciones parlamentarias de febrero. Pero la idea de perder peso inquieta a los sectores conservadores. Y prometen no rendirse sin dar pelea.

Su situación es compleja. El presidente reformista Hassan Rohani puede apuntarse no sólo el acuerdo nuclear firmado en julio, sino también una consecuencia clave: casi coincidiendo con la votación del 26 de febrero se levantarán las sanciones internacionales impuestas a Irán por su controvertido programa nuclear.

"Eso podría ser no sólo el final de diez años de crisis económica, sino también media batalla por la victoria electoral de los reformistas", explicó un analista político de Teherán.

Las elecciones se presentan así como cruciales para el futuro de Irán. Si los reformistas se imponen y Rohani se asegura la reelección, ganarían espacio para gobernar sin la influencia de las fuerzas conservadoras y partidarias de la línea dura por lo menos hasta 2021.

"La subsistencia de los conservadores está en juego y tienen que hacer algo, porque no les queda mucho tiempo", añadió el politólogo.

En efecto, están haciendo algo. Y no siempre de un modo limpio. En las últimas semanas, ultraconservadores impidieron actos políticos de reformistas en todo el país, a veces apelando a la violencia.

También los medios financiados por los sectores duros vienen siendo usados contra los reformistas. Es el caso del canal estatal IRIB, con sus directores conservadores: el IRIB ignora cualquier noticia de los reformistas y sólo habla de ellos para criticarlos.

"No podría estar más manipulado", criticó el candidato opositor Mohammed Reza Aref, que atribuyó a la cobertura de IRIB "el mayor nivel de discriminación política".

Por primera vez en sus 36 años de historia, por ejemplo, el IRIB vetó la emisión de una entrevista con el ministro de Exteriores, Mohammed Yawad Zarif, realizada por el presentador del programa de fútbol 90.

Zarif, un apasionado del "deporte rey", no dijo nada controvertido en la conversación, pero la cúpula del IRIB la quitó de la programación al considerar que podría verse como "parte de una campaña electoral" a favor de los reformistas.

La polémica situación generó una ola de indignación en las redes sociales y en la prensa reformista iraní. El diario "Shargh" llevó el tema a portada con el título: "Tarjeta roja para Zarif", mientras que el "Etemaad" aseguró: "Zarif se convirtió en tabú".

Para empeorar las cosas, el IRIB emitió la misma noche una entrevista con Haddad Adel, principal candidato conservador, que por algún motivo no fue considerada "parte de una campaña electoral".

Zarif, arquitecto de la agenda reformista internacional, reaccionó con calma al incidente y le quitó importancia. Pero los analistas lo interpretaron como un "gol en contra" de los conservadores.

"Al día siguiente nadie hablaba de la entrevista. Pero todo el país comentó durante días el veto vergonzoso", dijo un periodista iraní. La lucha de los ultraconservadores por mantener poder promete extenderse en los dos meses que quedan hasta los comicios.

///