Redacción Oxígeno
24/12/2015 - 09:39

Jesús también fue un refugiado: Navidad en un hogar de acogida alemán

La escena se repite en los miles de gimnasios, edificios y campamentos acondicionados para acoger a solicitantes de asilo en Alemania, uno de los primeros destinos de los refugiados que huyen a Europa y un país con una arraigada tradición navideña.

24 de diciembre  (DPA) - Vienen de varios países diferentes y tienen edades diversas, pero la veintena de hombres que se reúnen en torno a una mesa en un hogar de refugiados del este de Alemania comparten un rasgo en común: todos celebran por primera vez la Navidad.

La escena se repite en los miles de gimnasios, edificios y campamentos acondicionados para acoger a solicitantes de asilo en Alemania, uno de los primeros destinos de los refugiados que huyen a Europa y un país con una arraigada tradición navideña.

La Biblia relata que también María, José y Jesús fueron "refugiados". Lo que se celebra en Navidad es, a fin de cuentas, una historia de necesidad, solidaridad y esperanza. Pero la mayoría de refugiados son musulmanes y su fiesta es a fin de año con una cena y regalos.

"A veces también tiramos petardos", cuenta Derbali Ajraf, un tunecino de 24 años, en un hogar de refugiados de la ciudad de Dresde frente a una mesa dipuesta con varios platos de galletas de chocolate, trozos de piña (ananá) y diversos tipos de dulces típicos alemanes.

Ajraf se lleva a la boca un trozo de "Stollen", un pan con frutos secos servido tradicionalmente en Navidad, y admite que no le encuentra mucho sabor. El vino caliente o "Glühwein", otro ingrediente clásico, fue reemplazado por el equivalente que beben los niños, con jugo de frutas, porque los musulmanes no toman alcohol.

"En casa solemos celebrar la llegada de año nuevo con pollo, todo tipo de canapés y bebidas, por supuesto no alcóholicas", cuenta Ajraf.

Sin embargo, las costumbres locales no sorprenden del todo al joven y a los otros refugiados: en las clases de alemán que reciben en el hogar de Dresde les hablaron sobre la Navidad. En la pizarra siguen leyéndose palabras propias de la fecha en varios idiomas: vela, regalo, arbolito... Y de fondo suena música navideña.

Ajraf sabe también de otra particularidad de Dresde: Pegida, el movimiento islamófobo que tiene la ciudad del este alemán como bastión de sus marchas "contra la islamización de occidente".

"¿Pegida? Me importa un pepino", responde el tunecino con una expresión coloquial alemana. Hasta ahora sólo supo del polémico movimiento por lo que vio en las noticias y en la tele. Le basta con mantenerse bien alejado de sus marchas por las calles de la ciudad.

Esa prudencia no ahorró a Ajraf otras experiencias con el racismo. "Uno lo nota en la gente en la calle... Cómo te miran", explica. Y a veces algo más que eso: en una ocasión fue amenazado con un cuchillo. En Alemania vienen registrándose múltiples tipos de agresión a refugiados y hogares de acogida.

La contracara viene dada por los muchos voluntarios que hacen posible el funcionamiento de hogares de refugiados como el instalado en el gimnasio del barrio de Plauen y en el que viven unos 70 hombres.

El portavoz de la red de ayuda "Dresde-Plauen - todos juntos", Danilo Schulz, comparte la mesa navideña con los refugiados y otros muchos voluntarios. La red solidaria tiene experiencia en otras situaciones de emergencias, como inundaciones y crecidas de ríos. "Ahora la ola es de personas", compara.

El aporte de donaciones y el interés de muchos ciudadanos por prestar ayuda compensa las historias de huida y dolor con las que convive Schulz. Muchos hombres y mujeres de diversas profesiones se acercan al hogar de acogida para colaborar como pueden, entre ellos unos 25 que dan clase de alemán a los sirios, tunecinos o afganos del hogar.

Vicent Drews, organizador de la red solidaria, explica que el principal problema de los refugiados acogidos es que no tienen qué hacer en el día a día. "Hay pocas posibilidades de que trabajen. Eso hace que se aburran muy rápido", cuenta.

El alemán de 28 años intenta organizar diversas actividades que hagan más llevadero y más útil el paso de los días. A partir de enero, por ejemplo, programará noches de cine con proyecciones de películas en alemán con subtítulos en árabe.

La guerra pudo obligar a vivir una Navidad diferente a los miles de refugiados que siguen llegando a Europa semana a semana -Alemania acogió alrededor de un millón sólo este año-, pero también a los ciudadanos locales que hacen frente a esa afluencia.

Así lo vive Petra Köpping, secretaria de Integración del estado federado alemán de Sajonia, que acogió con su familia a dos hombres provenientes de Siria. La socialdemócrata desea que también los refugiados puedan encontrar estos días la ansiada paz navideña.

"Ya no podemos ser indiferentes ante el mundo. Ese tiempo quedó atrás", explica. "La crisis de los refugiados hizo que empezáramos a ver el mundo con otros ojos".

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