Dársena de papel
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Oscar Díaz Arnau
10/06/2015 - 09:21

“Ahora no”, el grotesco

El hecho moral o estéticamente condenable del grotesco político, en el escenario de un circo romano a la boliviana, bien puede morigerarse o, para los ajustados efectos de esta columna, maquillarse con un poco de estilo; de última, con buen gusto. Dicho esto, ¡que comience la función!

El hecho moral o estéticamente condenable del grotesco político, en el escenario de un circo romano a la boliviana, bien puede morigerarse o, para los ajustados efectos de esta columna, maquillarse con un poco de estilo; de última, con buen gusto. Dicho esto, ¡que comience la función!

Acto 1: Descontando las que puede infligirle algún descortés rival, en el primero o en el segundo tiempo pero siempre dentro de la canchita sintética, el Emperador ha recibido clases aceleradas de coherencia en la política del mar y siendo este un anegadizo tema, prácticamente no tiene fisuras. Ojalá fuera así en todo y mostrara la misma sensatez en otros asuntos importantes como el del respeto a la institucionalidad, que es lo mínimo exigible en cualquier estado de derecho.

Acto 2: Contra todo pronóstico así de competitivo, la prudencia que ha ido consiguiendo el Emperador fue degenerando en el arrojo últimamente púber del segundo del Emperador, que, por una cuestión más o menos lógica, debe lanzarse al vacío desde veinticinco metros en cuanto puente se le cruce para, de algún modo, situarse a la altura temporal de su joven y bella esposa. A esta práctica deportiva del matrimonio se la conoce como “puentismo”o “puenting”.

Acto 3: El jugador número diez del partido antes dicho acaba de meter la pata con una de antología. De la próxima antología de Evadas volumen… ya hemos perdido la cuenta. Cita textual para que nadie diga que se tergiversa o se pretende poner en el Emperador palabras que su boca de ciruela, como diría Neruda, nunca ha expresado: “Ahora no va a haber ni cuoteo de movimientos sociales. Hay que escoger a hombres y mujeres capaces, que saben (de materia electoral) y con mucha experiencia”.

“Ahora no...”. Ahora no va a haber cuoteo, ha dicho, dejando para el antes dicho anecdotario una tácita aceptación de lo que todo el mundo sabía (el cuoteo en el Tribunal Electoral) pero jamás hubiera imaginado en un verdadero emperador.

Entremés: Para la construcción de una obra, aunque sea a la boliviana, siempre será mejor cuidar las formas. Más todavía, considerando la escasez crónica de políticos templados, siquiera interesantes —¡ni qué decir ingeniosos!—, el pueblo se merece al menos un circo romano con emperadores como la gente. Si van a ser tan crueles de reírse del pueblo contra las fieras, ¡háganlo con estilo!

Acto 4: No conforme con lo señalado, el Emperador ha perdido del todo la línea cuando hablando del mismo tema reveló, con desparpajo, sin ruborizarse, que “la Csutcb (o sea, la Confederación de Trabajadores Campesinos, cercana al partido del Emperador) eligió a (Irineo) Zuna y las cooperativas mineras a (Ramiro) Paredes”.

En la misma ruta de las confesiones, el segundo de la Cámara Baja no quiso ser menos que el Emperador: “Ahora se va a dar un valor principal al tema de la meritocracia”. Ahora… ¿y antes? ¿Qué pasó antes? Antes, cuando a nadie se le pasó por la cabeza que el mérito era fundamental para legitimar esa elección; cuando hacía falta tener de vocales a simpatizantes del Emperador para, quién sabe, favorecerse con sus decisiones en épocas electorales.

Acto final: No molesta que lo hagan —al fin de cuentas, el pueblo está acostumbrado—: molesta que lo hagan sin estilo. Lo burdo, el insulto a la inteligencia del pueblo que, entretanto, desafía a los leones en el circo para entretenimiento de autoridades poco dadas al tacto salvo en un caso, en el que un par de asesores impiden que, siendo ellas un futbolista emperador y su segundo, puentista, se ahoguen por creerse expertos nadadores en las costas del Pacífico.

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