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Carlos Hugo Laruta
05/05/2015 - 15:05

Sobre la reserva moral

Finalmente, esa teoría de los "sujetos históricos y políticos" que son portadores de todas las bondades humanas, se muestra falsa, y el concepto de Democracia con ciudadanos que con derecho participan en pleno respeto de una institucionalidad sólida creada para ello, es una mejor interpretación de la vida social y política hoy en el siglo XXI. Pero, sin duda, que esto no ocurrirá con el actual Gobierno.

No hay nadie, ni persona ni grupo, que pueda llamarse hoy, en el siglo XXI, y con cierto sentido común, "reserva moral" de la humanidad o de cualquier cosa. Llamarse así es solo soberbia y exceso de ideología. Que una institución o grupo intente actuar según principios humanistas y democráticos es otra cosa, pues la palabra final sobre su avance en ello la tendrá siempre la ciudadanía de a pie. Todos los seres humanos estamos hechos de la misma madera y las contradicciones de clase social, de intereses, de visiones, son atributos de todos los grupos humanos antes y hoy. De ello, en nuestro país, entre los indígenas y los no indígenas hay personas muy buenas y no tan buenas.

Muchos intelectuales postmodernos apostaron por el conocimiento indígena del manejo del ecosistema y la convivencia humana para salvar el planeta, y desde allí algunos ideólogos construyeron una visión “idílica” (obviamente exagerada) sobre "el indígena" como “el sujeto político” que salvaría a la humanidad del desastre ecológico.

Pero, la realidad de la vida es mucho más vulgar y silvestre. En Bolivia muchos dirigentes del MAS se han creído ese cuento exagerado y no ven que muchos "indígenas reales” en el ejercicio del poder, incluidos líderes políticos nacionales, hacen alarde de despilfarro, derroche, contaminación, explotación, consumismo, autoritarismo, corporativismo, etc, propios del capitalismo al que critican de boca para afuera. 

El nuevo sujeto político fue llenado de supuestas virtudes morales intrínsecas, sin entender que su acción depende –como la de cualquier otro ser humano- tanto de su contexto de poder como de la madera personal de quienes se insertan en su ejercicio. Y ese sujeto político, el campesino-indígena-originario, fue convocado a ser aglutinante de la movilización social contra la oposición, inspirador de referentes teóricos como lo del Estado Plurinacional y las 36 naciones que ahora están en la Constitución, y actor del co-gobierno MAS-IPSP. Y cuando se concretó el co-gobierno MAS-IPSP, se mostró muy pronto lo falaz del concepto de reserva moral de la humanidad.

Ese discurso y acción, "reserva moral" y sujeto político, sin duda le fue útil al MAS-IPSP para aglutinar a las numéricamente importantes bases de las organizaciones sociales campesinas-indígena-originarias y convertirlas en asiento de su estrategia de permanencia eterna en el poder. Pero había que darles espacios de poder, y les hicieron participar a sus organizaciones en las condiciones más desfavorables de institucionalidad y de gestión que ellas mismos generaron, para luego abandonarles a su suerte. Finalmente, las y los dirigentes sindicales que participaron del poder terminaron corrompiéndose a diestra y siniestra o demostrando además ser gestores públicos absolutamente ineficientes en una institucionalidad ausente por propia decisión. El daño que el MAS le ha hecho a la participación política campesina-indígena/originaria, fruto de largos esfuerzos y tiempo de luchas democráticas, es incalculable.

En resumen, las bases y los nuevos dirigentes de las organizaciones indicadas deben saber que el desarrollo de su participación política ha sido seriamente dañado por el Gobierno del MAS, y que el problema no está en su participación, sino en que el Gobierno no solo exageró en ese concepto de sujeto político que supuestamente era la reserva moral de la humanidad, sino que –en el caso del Fondo Indígena y en otros casos como la Justicia Indígena y la Autonomía indígena- no tuvo la capacidad de crear las condiciones institucionales adecuadas para esa participación, donde queden claros los roles y responsabilidades que a cada uno corresponde, uno que es sociedad y otro que es Estado. 

Finalmente, esa teoría de los "sujetos históricos y políticos" que son portadores de todas las bondades humanas, se muestra falsa, y el concepto de Democracia con ciudadanos que con derecho participan en pleno respeto de una institucionalidad sólida creada para ello, es una mejor interpretación de la vida social y política hoy en el siglo XXI. Pero, sin duda, que esto no ocurrirá con el actual Gobierno.

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