Anatomias
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Victor Hugo Romero
23/04/2015 - 17:22

Juego de tronos para Felipe

El box de Juego de Tronos es para los revoltosos el mejor regalo que podía dársele a un rey, a ver si así se ubica que en este mundo ya no es querido más allá de las revistas y medios rosa, que se dedican a cubrir la superficialidad de una familia que ha perdido vigencia y glamur, prensa banal que fomenta la idolatría a un pueblo que está cansado de ver cómo otros viven con la riqueza que por derecho les pertenece.

Fue todo un mensaje el regalo que Pablo Iglesias, líder de Podemos, le hizo al españolísimo Rey Felipe VI, la colección de la exitosa serie Juego de Tronos. La foto que retrata el momento es por demás interesante, un rey alto,  y pulcramente vestido y que mira desde arriba, recibe la caja con las cuatro temporadas en alta definición de un líder político en camisa, sin corbata y una larga melena, en el espacio del Parlamento Europeo. El monarca sonreía diplomáticamente, mientras que el político tenía en el rostro una sonrisa franca y burlona.

La foto se viralizó en segundos, también se hizo noticia, la acción política de Pablo Iglesias  impactó en toda Europa e incrementó las ventas de la serie, por lo que significa y representa. Sin ánimo de comparar, en el mundo político se han hecho muchos regalos entre presidentes,  por ejemplo el que le hizo Chávez a Bush, cuando le obsequió las Venas Abiertas de América Latina de Galeano, o el que Evo le hizo a Condoleezza Rise, cuando le dio un charango boliviano que luego abandonó.

Juego de Tronos, es una serie de alto impacto, que narra la caída y sobrevivencia de una casta familiar que se halla en el poder desde hace años, esta lucha es parte de otra más grande en la que otros reinos también están detrás del anhelado trono, para ello juegan políticamente y mueven sus fichas buscando obtener triunfos en una guerra constante de posicionamientos y búsqueda del poder, no importante cuán grande o chiquito sea, lo valioso aquí es tener uno, porque de ello depende la vida misma, siempre efímera y fugaz.

La narrativa creada por George R.R. Martin es una versión descarnada de lo que en su momento significó la Trilogía del Señor de los Anillos, salvando las distancias, recupera ese universo y lo plantea en un escenario propio para adultos, para aquellos que suelen comprender nuestra realidad en un escenario distinto, desde una óptica y perspectiva de alto vuelo, en este mundo la realidad convive con la fantasía.

Que Felipe VI se siente a ver Juego de Tronos y empiece a comparar las tramas de esta seria con la suya propia, que implique a su real familia, para luego proyectarse en el continente europeo comparando su reinado con otras monarquías ya es un hecho, que vea a sus súbditos pobres y harapientos viviendo de los favores de la realeza es algo, al menos el obsequio de Pablo Iglesias lo incomodará unos días sino unas horas, si es que decidió como Condolezza dejarlo olvidado o se lo pasó a un agradecido funcionario que sí lo disfrutará.

El box de Juego de Tronos es para los revoltosos el mejor regalo que podía dársele a un rey, a ver si así se ubica que en este mundo ya no es querido más allá de las revistas y medios rosa, que se dedican a cubrir la superficialidad de una familia que ha perdido vigencia y glamur, prensa banal que fomenta la idolatría a un pueblo que está cansado de ver cómo otros viven con la riqueza que por derecho les pertenece.

Volviendo a la serie, su impacto cultural y ahora también político, puede llegar a considerarse como una lección magistral de cómo están las cosas en el mundo, cómo se maneja el poder y qué aspectos debemos cambiar, sino aprender.   No por nada se afirma que el mejor cine está en la televisión y que las buenas historias son para nosotros espacios ideales para entender cómo está el planeta y en qué devaneos anda más allá de las páginas sociales y de cotilleo.

   

 

 

 

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