Serotonina
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Ivan Arias Duran
09/02/2015 - 09:29

Las Smart Cities II: cómo funcionan

Las ciudades inteligentes son el resultado de la necesidad de orientar nuestra vida hacia la sostenibilidad. Así, estas ciudades se sirven de infraestructuras, innovación y tecnología para disminuir el consumo energético y reducir las emisiones de CO2. Las Smart Cities utilizan variedad de recursos que llevan a una ciudad a convertirse en más eficiente y sostenible.

Las ciudades inteligentes son el resultado de la necesidad de orientar nuestra vida hacia la sostenibilidad. Así, estas ciudades se sirven de infraestructuras, innovación y tecnología para disminuir el consumo energético y reducir las emisiones de CO2. Las Smart Cities utilizan variedad de recursos que llevan a una ciudad a convertirse en más eficiente y sostenible.

Sin embargo, no hay que pensar las ciudades inteligentes como urbes futuristas en términos de tecnología. Las ciudades actuales con pequeños, pero significativos cambios, pueden empezar a convertirse en urbes inteligentes. Deben brindar servicios innovadores y útiles a todos sus habitantes.

La principal cualidad de una ciudad inteligente es la calidad de vida que ésta le da a sus habitantes a través de la sostenibilidad, mediante la integración de los sistemas de seguridad, salud, tránsito, entre otros, que llevará a las ciudades a tener métodos eficientes para brindar asistencia más eficiente y rápida, de acuerdo con  las necesidades que se presenten.

En la práctica, hay muchas iniciativas que conducen a ciudades más inteligentes. Pueden implicar construcción, gestión de edificios, planificación urbana, revitalización, transporte público y administración de la ciudad, y eso es tan sólo la punta del iceberg.

Las energías renovables a partir de fuentes eólicas, solares y térmicas desempeñan un papel importante, ya que, entre otras cosas, la salud pública depende de un medio ambiente saludable.

Las energías renovables se traducen en un menor consumo de combustible y un aire más limpio, pero las ciudades también deberán aprender a utilizar la energía de manera más eficiente para ser realmente ecológicas.

Los edificios, por ejemplo, son responsables del 40 % del consumo de energía del mundo, por lo que son un objetivo claro para las ciudades que buscan reducir su huella de carbono. 

Los edificios ya están preparados para la era de las ciudades inteligentes, con una red de desarrollo en crecimiento en innumerables campos: cubiertas ecológicas, calor y electricidad combinados, tecnología solar y muchos más. Incluso las ideas más exóticas e innovadoras, como ascensores que generan electricidad, se están abriendo camino.

La tecnología inteligente también puede mejorar la vida de la ciudad en el ámbito personal. Los programas de gobierno electrónico suponen un vínculo directo entre los ciudadanos y las administraciones públicas.

Las aplicaciones de teléfonos inteligentes pueden abarcar la salud pública, ayudar a mejorar la eficiencia energética personal o, incluso, a encontrar el aparcamiento libre más cercano u oportunidades de transporte compartido. ¿Cómo hacemos que esta idea tenga éxito? Si las ciudades quieren ser más inteligentes, tienen que implicar a todo el mundo. La participación ciudadana es la clave. Los usuarios de la infraestructura pública suelen ser la mejor fuente de inspiración para hallar soluciones inteligentes. 

Las redes sociales permiten a las empresas y los administradores de la ciudad colaborar con el público. Las asociaciones público-privadas son definitivamente una forma inteligente de utilizar el ingenio competitivo del sector privado con el fin de mejorar los servicios públicos.

Por ejemplo, París es considerada como una de las ciudades más tecnológicas del mundo y está ubicada en los 10 primeros lugares en la categoría de urbes verdes. Uno de los programas que caracterizan a la ciudad es la implementación de alquiler de bicicletas para ayudar a que los ciudadanos utilicen menos sus automóviles. 

El programa se llama "Velib”;  actualmente es uno de los  proyectos de alquiler de bicicletas más grandes del mundo y cuenta con  más de 20.000 bicicletas y 1.200 estaciones en toda la ciudad y sus alrededores. 

El servicio está disponible las 24 horas del día y lo único que las personas tienen que hacer es dirigirse a la estación, pagar por el servicio, hacer su viaje y dejar el vehículo en una estación cerca de su destino. Otro servicio muy exitoso, que también fue creado con el fin de proteger el medio ambiente, es "Autolib”. La idea de esto es que las personas puedan  trazar una ruta de destino dentro de París y reservar uno  de los miles de vehículos que están ubicados por toda la ciudad.

Usted simplemente llega a la estación donde están ubicados, presenta una tarjeta que puede adquirir por internet y luego se va en el auto eléctrico hasta su destino para que allá lo estacione y otra persona pueda utilizarlo. 

Por su parte, Friedrichschafen, un pequeño pueblo de Alemania de 58.000 habitantes, cercano a Austria y  Suiza, decidió conectar empresas, servicios públicos y ciudadanos para ser más eficaz.

La T-City fue idea del gigante de la telefonía Deutsche Telekom y abarca el transporte, el turismo, la cultura, los servicios de la administración y el sistema de salud. En la página web del municipio, los habitantes de Friedrichshafen pueden enviar documentos oficiales confidenciales a través del centro online D-Mail.

La iniciativa tiene especial buena acogida entre los enfermos crónicos, que pueden ahorrarse visitas a su médico. Las personas enfermas de diabetes, por ejemplo, disponen del servicio telefónico Glucotel para consultar al facultativo especialista.

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