Anatomias
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Victor Hugo Romero
21/08/2014 - 23:56

David Harvey no es Harley Davidson

 de pronto me detuve, al considerar quién sería el héroe y quienes los villanos, no lo pensé mucho, me di cuenta que bien podría tratarse de una trama digna de los “Inhumanoids”, unos seres que de tan aburridos que están se dedican a conquistar mercados, digo planetas, como si el mundo fuera una colección privada de motocicletas, al regresar a casa, le comenté a mi hijo lo mucho que extrañaba mi moto en La Llajta.

Días atrás, en esos paseos que suelo meterle por el Prado paceño, me topé con un afiche que anunciaba la llegada de Harley Davidson. Sorprendido a golpe de vista, me detuve a ver de qué se trataba, en segundos me imaginé una exposición motoquera, leyendo más de cerca me di cuenta que anunciaban una conferencia magistral, entendiendo de que podría tratarse de una movida de cilindradas, volví a leer con atención y descubrí con gusto que anunciaban la llegada de uno de los teóricos de la izquierda más contemporánea que suele dedicarse a radiografiar al neoliberalismo mundial.

Debo confesar que mi inicial confusión me arrancó una carcajada, memoricé la hora y el lugar de la charla y me preparé para asistir, fue el miércoles en la noche en el Banco Central de Bolivia, supuse que debería ir temprano, la asistencia a estas conferencias suelen convocar a mucha gente y en la puerta se instala una larga fila. Antes de ir a la charla, me entraron las dudas, el cielo estaba oscuro y el frío me proponía quedarme en casa, pero no, abrigado y preparado para el mal clima, me lancé al éxito. Cumpliéndose mis primeras expectativas la cola era inmensa, mientras avanzábamos hacia el control policial, con detector de metales incluido, una persona se me acercó y me preguntó para qué era la fila, estuve tentado a responderle que se trataba de un evento religioso, pero decidí decirle la verdad, que se iba dar una charla política, el sujeto de terno, me respondió con un peyorativo “ahh” y se marchó sin dar las gracias.

Una vez dentro y luego de sortear a la paranoide vigilancia, nos entregaron unos audífonos por los cuales se iba transmitir la charla traducida al español, Harvey la daría en inglés, dejando mi carné de prenda, me instalé en el mezzanine, con el auditorio atiborrado arrancó la conferencia, en la testera, el Vice, Harvey y un comentarista gaucho. El teórico arrancó la charla señalando que está en deuda con Bolivia, porque en uno de sus libros, Ciudades Rebeldes, habla sobre nosotros, se refiere a El Alto (La Guerra del Gas) y por supuesto Cochabamba (La Guerra del Agua) y sin anestesia arrancó su intervención hablando sobre el origen del capital, el neoliberalismo en la historia y las distintas formas que inventaron para crear mercados e invertir el excedente en busca de más ganancias.

En plena charla, me puse a observar a los asistentes, a lado mío había una muchacha con su laptop, anotaba todo lo que decía la traductora por los audífonos, a la vez creo que tuiteaba algunas frases célebres del filósofo, moviendo constantemente la cabeza en forma afirmativa, cuando terminó la charla, se puso de pie, fue la única alrededor y aplaudió a Harvey efusivamente. A mi izquierda se encontraba un amigo periodista, comentábamos los puntos contradictorios que citaba el profesor con el Proceso de Cambio, llegado un momento, casi al final de su intervención no pudimos dejar de sonreír cuando el anticapitalista se convirtió en un gurú económico planteando distintas formas comunitarias para liberarse de la presión monetaria que impone la doctrina neoliberal.

Hubo momentos en los que perdí el hilo, cuando hablaba sobre las ciudades rebeldes, las que se enfrentaron al sistema, me puse reflexionar entonces que también debería tomarse en cuenta a la ciudades sonoras, el auditorio no dejaba de vibrar y emitir sonidos: tu-tú, té-ti-ro-ré, ti-ru-ri-rá, debido a los timbres que acompañan a los nuevos celulares que indican con precisión si uno acaba de recibir un tuit, un WathsApp, un email, un mensaje clásico o una llamada. Llegando al final, una vez más me evadí, considerando hacer un cómic, sobre la conspiración de la privatización en Bolivia, al mejor estilo de los Protocolos del Sión, de pronto me detuve, al considerar quién sería el héroe y quienes los villanos, no lo pensé mucho, me di cuenta que bien podría tratarse de una trama digna de los “Inhumanoids”, unos seres que de tan aburridos que están se dedican a conquistar mercados, digo planetas, como si el mundo fuera una colección privada de motocicletas, al regresar a casa, le comenté a mi hijo lo mucho que extrañaba mi moto en La Llajta.

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