El poder de la verdad
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Alberto Salcedo
07/10/2015 - 08:30

Cómo Olvidar lo Malo y Recordar lo Bueno

En lugar de eso, necesitas pasar tiempo enfocándote en las cosas que son importantes. Debes construir recuerdos en tu vida para recordar las cosas buenas y las cosas de Dios. De otro modo, son fáciles de olvidar.

En la vida hay cosas que olvidamos recordar y cosas que recordamos que necesitamos olvidar. ¿Por qué será que puedes recordar el aniversario que tu esposo olvidó ocho años atrás, pero olvidas cómo Dios milagrosamente proporcionó una respuesta en medio de una situación desesperada? O ¿por qué puedes recordar a la persona que te engañó en un negocio hace mucho tiempo, pero no recuerdas el momento que Dios abrió una puerta para un nuevo contrato cuando estabas bajo presión para cumplir con una cuota? Has olvidado que solía clamar a Dios por un cónyuge. Ahora solo recuerdas que él no limpió el baño o sacó la basura. ¿Estoy haciendo clara la figura?

¿Por qué los hombres recuerdan quién ganó el Super Bowl en 1977 o la cantidad de jonrones que Sammy Sosa bateó en 1998, pero no pueden recordar orar con sus hijos o decirles a sus esposas cuán bellas se ven? Es fácil olvidar las cosas importantes y recordar las sin importancia. Debes tomar la decisión de recordar las cosas que Dios ha hecho por ti, y también tomar la elección de olvidar aquellas cosas o situaciones en la vida que te han hecho daño.

El poder de la memoria y la interacción con tu cerebro son asombrosos. En la forma más simple, los científicos han descubierto que un recuerdo es recuperado por la comunicación entre lo que se llama la sinapsis y las neuronas, que envían y reciben señales eléctricas y actúan como vías y receptores de información en tu cerebro.

Cuando recuerdas cosas que no tienen importancia, tienes que pasar tiempo y energía enfocándote en ese recuerdo a fin de recrear ese “camino” mencionado más arriba en tu cerebro, para que esos pensamientos sean fáciles de recuperar. Lo que estoy diciendo es que cuando recuerdas cosas que necesitas olvidar, ha pasado tiempo enfocándote en ellos y recuperarlos de tu cerebro. En lugar de eso, necesitas pasar tiempo enfocándote en las cosas que son importantes. Debes construir recuerdos en tu vida para recordar las cosas buenas y las cosas de Dios. De otro modo, son fáciles de olvidar.

Si eres como yo, hay ciertos días en la historia que quedarán grabados para siempre en tu corazón. El 11 de septiembre de 2001, es uno de esos días en mi vida. EE.UU. cambió para siempre. Diez años después de ese día, un monumento conmemorativo fue abierto a las familias de aquellos héroes caídos que perdieron sus vidas en la tragedia del 9/11, que se sintió en EE.UU pero se experimentó alrededor del mundo. Observé como madres, hijos, padres, abuelos, hijas, esposas y esposos lloraban mientras caminaban a través y encontraban el nombre de su ser amado artísticamente grabado en la piedra en memoria de la vida que entregaron, algunos voluntaria y otro involuntariamente.

Mi generación puede que nunca olvide lo que ocurrió el 9/11, pero mis hijos – quienes no compartieron ese recuerdo – puede que no recuerden la importancia de ese día; y mis nietos solo leerán acerca de los eventos ocurridos el 9/11 en un libro de historia. Los recuerdos conectan generaciones y nos recuerdan que pueden ser fácilmente olvidados.

Los recuerdos son tan importantes para Dios que en múltiples ocasiones, Él instruyó a Su pueblo a levantar un recordatorio o hacer un altar en memoria de lo que Él había hecho por esa generación. Un recordatorio puede ser un punto de contacto para tu fe y un para recordarte que si Dios lo hizo una vez, ¡puede hacerlo de nuevo!

Recordar lo que Dios ha hecho y establecer recordatorios para ti y tu familia es un lugar valioso para mantenerse en pie cuando la vida no va como planeamos – o según el caso, cuando la vida va como planeamos. Cuando miras atrás y recuerdas la fidelidad de Dios en tu vida, tu fe es estimulada a saber que Dios continúa siendo fiel en el futuro.

Sería negligente si no me tomara un breve momento para tocar el hecho de que tu vida, tus recuerdos, tus momentos de “no ha terminado,” tanto las victorias como el dolor, son la combinación pieza por pieza, forman tu legado. Esta vida es “más que un momento fugaz,” y las elecciones que hagas – la elección de no renunciar y persistir frente a la adversidad – te sobrevivirán. Tu legado no depende de cuán viejo seas, qué te dejó tu familia como herencia, o cuanta gente tienes en contra. Tu legado es determinado por tu obediencia a la voz de Dios, y las elecciones que hagas cuando enfrentes esos momentos cuando tienes que aferrarte a algo en lo que valiente crees que “no ha terminado.”

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