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Carlos Hugo Laruta
17/08/2015 - 12:35

Las ONG, el pueblo y el Gobierno de Evo

Más allá de la puntual pero indudable de la personalidad intolerante y autoritaria del Vicepresidente García Linera que externaliza de modo sistemático lo que Evo piensa y dice, lo que está realmente ocurriendo es que la hegemonía negativa (el mero “decisionismo personalista e ilegal” de Evo Morales y García Linera, ha avanzado hacia extremos de ilegalidad y no aceptación social que muestran la cada vez mayor debilidad de bloque sociopolítico de apoyo al gobierno de Evo Morales.

Diferenciemos inicialmente la gestión política del MAS-IPSP que es el ejercicio del poder político derivado de mayoría electoral apoyada por organizaciones sociales que movilizadas respaldan al Gobierno para decidir sobre la sociedad y sobre la oposición, de la gestión administrativa, que es el conjunto de planes y proyectos derivados de la gestión burocrática del estado, acciones que pueden o no influir sobre la sociedad.

Dicho esto, señalemos que entre 2008 y 2009, a decir de García Linera “el nuevo bloque hegemónico”, es decir la alianza de clases que el MAS-IPSP había forjado desde antes de 2005 y que se fortaleció con  el proceso Constituyente (2006-2007) después del 54 % de Evo en la elección de diciembre de 2005, debía terminar de sepultar al “bloque derrotado” es decir a la oposición regional y partidaria de ese momento, e imponerle sus nuevas condiciones de visión de país y de Estado. Esto, finalmente, no se logró del todo, aunque diríamos que para 2009 casi se logró.

Entre 2009 y 2010, aprobada la nueva Constitución, el MAS creyó consolidada su victoria política y también creyó haber subordinado totalmente a la oposición regional de los departamentos de tierras bajas de Bolivia y las expresiones políticas nacionales que estaban en la oposición.

Pero el propio bloque hegemónico MASista se empezó a fracturar el año 2010, cuando varias organizaciones indígenas como la CIDOB y CONAMAQ, se distanciaron del Gobierno, propinándole una derrota política en la 8va. Marcha de 2011. Se sumaron a estas separaciones y fracturas,  porciones de los gremiales, los microempresarios, y ciertos segmentos del campesinado indígena de Municipios rurales del occidente de Bolivia, como Caranavi, por ejemplo.

Es decir entre 2010 y 1014, el bloque sociopolítico de respaldo al MAS-IPSP se resquebrajó seriamente y el tamaño de poder del MAS disminuyó. Con esto, la hegemonía entendida como convencimiento de masas, se convirtió gradualmente en solo acuerdos instrumentales con ciertos actores económicos y sociales antes rechazados y catalogados como de derecha, que el MAS buscó entre 2012 y 2014 para mantener su poder hegemónico, y la hegemonía “positiva” se fue convirtiendo en hegemonía “negativa”, es decir en acciones de poder cada vez más alejados de la legitimidad social necesaria y de la mínima legalidad requerida. El Gobierno transitaba paso a paso hacia la dictadura.

Hace pocos días, el Vicepresidente, después de la movilización de COMCIPO de Potosí, cuando evaluó las varias derrotas políticas desde 2011 y electorales sobre todo de 2015 (la derrota del MAS en El Alto fue tremendamente dolorosa para el partido de Gobierno), acentuó sus rasgos dictatoriales pues veía que su bloque sociopolítico de sustento ya no era suficiente para dar amplia legitimidad a sus acciones. Y después de sufrir derrotas parciales en las organizaciones sociales mas influyentes (CIDOB, CONAMAQ, Deferacion  de Campesinos de La Paz y otras) a las cuales dividió e instrumentalizó, el Gobierno comenzó a dañar sistemáticamente a influyentes periodistas de medios independientes (Peñaranda, Gómez, Amalia Pando, Jhon Arandia entre varios). Casi inmediatamente después (agosto de 2015), el Vicepresidente se estrelló y aun lo hace contra varias ONGS antiguas de más de 3 décadas de existencia, vinculadas al seguimiento de políticas públicas en temáticas específicas de su especialidad profesional (laboral, agraria, presupuestaria, etc.). Y aunque el Defensor del Pueblo ha solicitado al Tribunal Constitucional que rechace la Ley de ONGs y su reglamento, y aunque la ONU ha también enviado una recomendación en el mismo sentido al Tribunal, el Vicepresidente sigue amenazando a las ONGs bolivianas pues sabe que ya no tiene capacidad para convencerlas y solo le queda la amenaza, la fuerza.

Más allá de la puntual pero indudable de la personalidad intolerante y autoritaria del Vicepresidente García Linera que externaliza de modo sistemático lo que Evo piensa y dice, lo que está realmente ocurriendo es que la hegemonía negativa (el mero “decisionismo personalista e ilegal” de Evo Morales y García Linera, ha avanzado hacia extremos de ilegalidad y no aceptación social que muestran la cada vez mayor debilidad de bloque sociopolítico de apoyo al gobierno de Evo Morales.

Hoy hay ya un coro sinfónico de varias voces de periodistas, políticos nacionales y regionales, líderes sociales, ONGs y otros actores que simplemente no aceptan ya el autoritarismo Presidencial. Y habrá que ver en que queda toda esta historia, pues podría ser el principio del fin del régimen. ////

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