Dársena de Papel
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Oscar Díaz Arnau
05/08/2015 - 11:13

La Miss, el escarnio y la red social

La reflexión que busca poner en el lugar de la Miss a tu hija, a tu hermana o al femenino cercano que se te ocurra, es moralina pura; aparte de una obviedad igualmente pueril. Admira de todos modos a sus portadores, que desde el fondo de su corazón lanzan salmos al viento para que este mundo cruel reconduzca su vil accionar. Yo sin embargo te sugeriría menos exigencia y más trabajo en casa, para que las próximas generaciones sean mejores que la tuya. Y, entretanto, que no mandes a tu hija al cadalso: está en tus manos evitar que medio país se mofe de ella en la ley de la red social.

No hace falta que te martirices trepándote a unos zancos que acaben en taco aguja. Tampoco que te vayas al otro extremo y te dejes llevar por la moralina a ras del suelo de los abogados defensores de Miss La Paz; después de Francisco, la competencia se ha puesto dura para los pastores de Dios en la tierra. Basta con que razones un poco.

¿Recién te enteras de que el hombre puede ser despiadado con otro hombre y, todavía más, con una mujer? Yo te pregunto: ¿Por qué el machismo, dominando en todos los ámbitos de la vida, no habría de pavonearse en Facebook? Te pregunto a ti, que no naciste ayer: ¿Recién descubres que la red social es cruel? ¿No te diste cuenta de que en ese ficticio territorio de la realidad nos ponemos todos de acuerdo para ser “buenos” solamente cuando Facebook nos avisa que nuestro “amigo” cumple años?

Si necesitas de un aparato que te recuerde que un amigo está cumpliendo años, algo anda mal. Si al otro lado del planeta una mujer es condenada a decapitar a otra como regalo de bodas y, no muy lejos, un tipo se entretiene matando a un león llamado Cecil, no desentona que medio país se distraiga golpeando virtualmente a una chica por su respuesta dentro de un concurso de belleza cuyos organizadores ganan plata gozando con la incomodidad de ella y otras jovencitas nerviosas y con desórdenes alimenticios.

Pero, no te equivoques: la red social y sus moradores —pertenecientes al reino animal— no están para redimir a nadie, menos en un mundo deshumanizado como el nuestro; ojalá no fuera así. El escarnio forma parte de las leyes no escritas de la red y, estando emparentado con el ingenio, a mí, el de Quevedo por ejemplo, me fascina. Si pretendes “enderezar” la red social capando una de sus partes íntimas, como es el escarnio, no podrás evitar pasar antes por las tumbas de Voltaire y Chaplin y, lo más incómodo del trámite, soportar a este par de atrevidos revolcándose en tus narices.

La mofa —como el humor negro, la ironía o el sarcasmo— utilizada con inteligencia puede ser un arte reservado para pocos. A la “víctima” no le cae nunca bien, por supuesto, y he ahí la paradoja de la genialidad del ser (in)humano, que es capaz de reírse perversamente del dolor ajeno. No deja de ser un arte, sin embargo; que guste o no, es otro cantar. A mí por ejemplo me gusta el fútbol, no... ¡Ay de los abogados defensores de la Miss y su gazmoñería! ¡Vaya pretensión, la suya, de querer privarnos de la burla en la red social nada más que porque en ella se ha enredado un taco aguja!

La reflexión que busca poner en el lugar de la Miss a tu hija, a tu hermana o al femenino cercano que se te ocurra, es moralina pura; aparte de una obviedad igualmente pueril. Admira de todos modos a sus portadores, que desde el fondo de su corazón lanzan salmos al viento para que este mundo cruel reconduzca su vil accionar. Yo sin embargo te sugeriría menos exigencia y más trabajo en casa, para que las próximas generaciones sean mejores que la tuya. Y, entretanto, que no mandes a tu hija al cadalso: está en tus manos evitar que medio país se mofe de ella en la ley de la red social.

Por último, bien lo dijo la colega Mery Vaca: estos concursos no deberían existir porque denigran a la mujer; claro, nuestra Donald Trump no lo permitiría de ningún modo. Yo podría perdonarles la vida siempre y cuando obviasen el testeo de la inteligencia de nadie. A los futbolistas, siguiendo la línea de otra proliferada comparación de los últimos días, no se los juzga por su lenguaje sino por su desempeño futbolístico. Y, Unitel todavía no ha inventado la fórmula para medir la belleza interior.

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