Gladys Mita
20/07/2014 - 18:26

Drones, ¿las mulas del futuro?

Estos aparatos pueden cruzar con droga la frontera entre Estados Unidos y México. Los drones -o aviones no tripulados- podrían convertirse en las mulas del futuro.

Dron equipado con una pequeña cámara. (Foto: El País)

La Paz, 20 de julio (El País).- Diseñados en su origen para las tácticas militares y más recientemente utilizados en fotografía, la industria de Hollywood o la construcción, los drones -o aviones no tripulados- podrían convertirse en las mulas del futuro. Como aeronaves de pequeñas dimensiones, estos aparatos tienen la capacidad de cruzar cargando droga una distancia similar o mayor a la de la frontera entre Estados Unidos y México, escapando a los controles convencionales -incluidos radares- y sin arriesgar vidas de por medio.

“Se trata de una práctica factible, quizás más probable para la heroína que para la marihuana”, afirma el director de Seguridad del IMCO, Alejandro Hope, “pero en la actualidad, el grueso de la droga sigue pasando por medios convencionales como vehículos, personas o túneles. Contrariamente a la leyenda que los envuelve, el narcotráfico es un negocio low-tech [que requiere poca tecnología]”.

Según fuentes de la Agencia Antidrogas norteamericana (DEA) citadas hace unos días por el diario mexicano El Universal, los carteles estarían utilizando desde comienzos de año a trabajadores de empresas ensambladoras de drones en territorio nacional para fabricar aeronaves a la medida de sus necesidades. La Ciudad de México, Querétaro, Guadalajara y Nuevo León serían las entidades donde se estarían llevando a cabo estas prácticas. Preguntada por EL PAÍS, la embajada de EE UU en México ha señalado que "sobre nota o investigación que está en curso no se hace ningún comentario".

Dentro de la industria de fabricación de drones, el personal consultado se muestra reacio a valorar la posibilidad de que las aeronaves puedan llegar a servir de negocio al crimen organizado. El empleado de una compañía que prefiere mantener el anonimato asegura que no es viable. “Por la poca autonomía que tienen, unos 500 metros, y el escaso peso que resisten”, argumenta. Los drones más pequeños, esos que cualquier interesado puede adquirir por 600 dólares, tan solo soportan el peso de una cámara ultraligera (entre 200 y 500 gramos).

Roberto Hernández Guerrero, director de Arte de la revista Instyle y fundador del grupo de Facebook Drones México -el primero en la comunidad virtual- sí cree que podría resultar un negocio para las mafias de la droga. “Todo depende de lo que se invierta, pero un dron bien equipado puede llegar a cargar entre 10 y 15 kilos, tener una autonomía de vuelo de 15 minutos y recorrer un kilómetro de distancia. Estos aparatos costarían unos 150.000 pesos (11.600 dólares)”, calcula.

Según un informe de la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU publicado a finales de 2013, un kilo de cocaína que en Colombia se vende por 700 dólares, en la frontera norte de México alcanza el valor de 12 o 15.000, al entrar en EE UU pasa a 20.000 y si llega a Nueva York o Seattle se comercializa a 30.000 dólares

En México, desde 2013, una sola compañía distribuye equipos de vigilancia aérea para fuerzas de seguridad públicas. “El fabricante es canadiense, los aparatos pesan 1,65 kilos y pueden llegar a volar hasta 25 minutos, el mayor tiempo en todo el mundo”, explica Gerardo Castell, el responsable de VAP, con sede en el Distrito Federal. El precio de uno de estos drones es de 40.000 dólares, pero su diseño -pequeño y ligero- está pensado para cargar una pequeña cámara. A Castell le parece complicado encontrar aviones que lleven hasta 10 o 15 kilos, pero reconoce: “Imposible no hay nada”.

“Como tal, existen pocas empresas que se dediquen a la construcción de drones, pero sí somos muchos más los ensambladores independientes”, explica Roberto Hernández. La cifra de cuántas personas están capacitadas para armar uno es un misterio. “En el grupo somos 2.100 miembros interesados, pero no quiere decir que todos sepan hacerlo”, dice. Él, por ejemplo, es fotógrafo y monta drones en sus ratos libres. “Desde chavito [pequeño] he volado teledirigibles, siempre me atrajo. Para mi profesión son muy útiles”.

En opinión de este joven de 29 años la regulación, en México inexistente, es necesaria. “Puede que conlleve restricciones, pero creo que los que lo usamos para fines lícitos acabaremos beneficiándonos. Cualquier avance tecnológico, por muy positivo que sea, si cae en las manos inadecuadas, puede servir para realizar las peores empresas”, concluye.

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