Hace dos semanas, el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva salió de la cárcel tras más de un año y medio, beneficiado por un fallo judicial. Dos días después, su exsocio regional Evo Morales renunciaba a la presidencia en Bolivia, presionado por la ciudadanía, la policía y las Fuerzas Armadas y en medio de denuncias de fraude en las elecciones en las que hubiera obtenido su cuarto mandato.

"Mi amigo Evo cometió un error cuando buscó un cuarto mandato como presidente", consideró Lula al respecto en una entrevista con el diario británico The Guardian, pero agregó que "lo que le hicieron fue un crimen, fue un golpe de Estado".

"Esto es terrible para América Latina", dijo, al tiempo que se manifestó "emocionado" por el regreso del kirchnerismo en la Argentina, con Alberto Fernández como presidente electo, y con el gobierno del líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador en México.

Las elecciones en Bolivia – que serán anuladas- se desarrollaron el pasado 20 de octubre. En ellas, el Movimiento al Socialismo (MAS) había ganado en primera vuelta; no obstante, ante las denuncias de los candidatos de oposición y la propia ciudadanía, el Gobierno invitó a la Organización de Estados Americanos (OEA) a realizar una auditoría al proceso electoral.

Así, el equipo de la OEA señaló que halló diversas irregularidades que no le permitieron validar los resultados de los comicios y recomendó llamar a nuevas elecciones con otras autoridades electorales.

Por eso, el 10 de noviembre, Morales llamó a nuevas elecciones y ordenó el cambio inmediato del Tribunal Supremo Electoral (TSE), pero ya era tarde pues la ciudadanía pedía su renuncia.

Así, ese mismo día, incluso, algunos de sus sectores aliados, como la Central Obrera Boliviana (COB), así como la Policía y las Fuerzas Armadas le recomendaron renunciar a su cargo.

Finalmente, Morales renunció ese domingo 10 de noviembre en la tarde y un día después emprendió viaje a México, país dónde recibió asilo político.