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Arturo Yáñez Cortes
20/10/2019 - 15:34

La abogacía: ¿En crisis?

Huyendo caer en la generalización, debemos como Abogad@s mirarnos al espejo pero también del balcón y admitir que la justicia boliviana en tiempos plurinacionales está en profunda crisis.

Estaba en una actividad pública y se me acercó un conocido, joven colega Abogado –de unos veintitantos años- y entre charla y charla, como acostumbro traté de convencerle se afilie al Colegio de Abogados y/o de estarlo, regularice sus aportes mensuales. Me respondió muy gentilmente, resaltando el trabajo realizado en el ámbito de la capacitación por el ICACH que a su entender era muy destacable, pero a título de confidencia, me contó (sic): “que hoy por hoy, le era mucho más rentable, afiliarse al partido o conseguirse un aval partidario del oficialismo, hacer dos o tres c… y así se aseguraba, hasta por lo menos su próxima generación”. Para él, prepararse estudiando ya había pasado de moda en estos tiempos plurinacionales… Me acordé aquello de COUTURE: como el Derecho se transforma constantemente, el Abogado que no sigue esos pasos, será cada día menos Abogado. En fin…

No es que comparta el pensamiento de aquel colega, pero imposible obviar que mi contacto permanente con ellos prácticamente de todo el país, cuando sistemáticamente formulan sus pesares por el estado de la administración de justicia boliviana hoy sometida al poder partidario del régimen (salvando excepciones que cabe resaltarlas), caracterizada por lo contrario a la meritocracia, la sistemática vulneración de los DDHH cuando se trata de servir al estado encarnado en el régimen (sin importar los abusos que éste cometió) y una nauseabunda corrupción (principalmente en altas instancias de decisión), pues por ejemplo, es un secreto a voces aquí en la Capital y sede de los principales tribunales de cierre del sistema que varios sorteos se venden y los fallos se subastan al mejor postor, sin descartar los telefonazos o las “llegadas” entre algunos altos cargos y colegas, ambos corruptos hasta el tuétano.

También es de conocimiento público, entre otros, que los concursos de “méritos” y demás supuestos sistemas de selección de personal son sólo un burdo show montado para la platea, pues el resultado ya está, de antemano, decidido y no por los méritos profesionales de los postulantes sino por su pertenencia al partido, aval de algún jeque del estado plurinacional, cobro de la factura por los “servicios” prestados (en la campaña del MASistrado) o el compromiso de meterle no más u otras cosas aún peores (lo de los audios por si acaso, es solo la punta del iceberg) y así, una serie de situaciones que por su recurrencia, obligan indagarnos sobre el estado del arte de la administración de justicia plurinacional.

Huyendo caer en la generalización, debemos como Abogad@s mirarnos al espejo pero también del balcón y admitir que la justicia boliviana en tiempos plurinacionales está en profunda crisis. Es víctima de la concentración de poderes que impide se tutelen los derechos ciudadanos, sino sólo encubre los abusos del régimen, piensen en el caso del cocalero Franklin Gutiérrez; del tocador de señoras, el trucho gobernador de Chuquisaca o el vergonzoso resultado del caso 24 de mayo, entre otros de sus productos, sin olvidar el burdo intento de consagrar el “derecho humano” de su jefazo. Menciono algunos de los más sonados, pero conozco muchos otros, menos célebres pero no menos asquerosos que ponen en evidente cuestión la justicia, aunque si un caso discurre sin ese tipo de intereses e influencias, con sus luces y sombras, seguramente el sistema producirá un producto aceptable. No todo está perdido, pero un solo caso de injusticia, agrede nuestro sentir y la percepción ciudadana.

Por espacio no puedo fundamentar más, pero es evidente que la administración de justicia plurinacional está en muy grave crisis. Antes también tuvo serios y fundados cuestionamientos, pero jamás había caído en la cloaca a la que hoy la condenó el régimen que sólo la usa para sus fines. La causa, sostengo desde lo político obedece fundamentalmente a la devastación del estado de Derecho y al vaciamiento de lo que fue un sistema democrático que con avances y retrocesos, existía en Bolivia. Entonces, el rol fundamental de la Abogacía boliviana es reconstruirlos, el régimen es parte del problema y no de la solución, por lo que sus recalentadas (koñichis) leyes e intentos propagandeados en tiempos electorales no podrán solucionar el entuerto significativamente agravado por su despótico proceder, lo que nos brinda una fabulosa oportunidad a l@s Abogad@s para reinventarnos, cumpliendo aquello de VOLTAIRE: "Me hubiera gustado ser abogado, es la profesión más bella del mundo”.

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