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Arturo Yáñez Cortes
07/01/2019 - 10:47

Supremo servilismo

La inauguración del año judicial 2019, estuvo -para mi gusto- bastante movida, reflejando fidedignamente el estado del arte de la administración de justicia plurinacional.

 

Por un lado, aunque para quienes conocemos la interna del Judicial no constituye ninguna sorpresa, el discurso del Presidente del TSJ (por si algún ingenuo aún le cabría alguna duda) prueba más allá de toda duda razonable la vergonzosa sumisión al oficialismo de ese órgano apodado en la CPE de independiente, pues como algún colega escribió –“thantha bolchevique”- estuvo conveniencieramente adornado para contentar a su jefazo de arengas propias de algún sindikathu cooptado por el oficialismo en alguna plazuela, huyendo tocar temas de relevancia –independencia, carrera judicial, etc-, poniendo en evidencia una preocupante desubicación.

Si bien señaló que su zalamería no era institucional sino personal, ocurre que tratándose de la inauguración anual de actividades de un órgano estatal, tengo serias dudas sea pertinente llunkhearse públicamente de tal manera a su jefazo, interpretando la canción de agrado de sus oídos. Sólo le faltó entonar el himno con el puño izquierdo en alto y proclamar al binomio trucho.

Sin olvidar las desatinadas generalizaciones contra los medios de comunicación que también cacarean ese discurso oficialista contra todo el que piensa diferente a su credo y, sus lloriqueos contra el Word Justice Proyect que mide el índice de estado de derecho (entre ellos, la separación de poderes) situando a la justicia pluri entre las 10 peores del mundo https://worldjusticeproject.org/sites/default/files/documents/2017-18%20ROLI%20Spanish%20Edition.pdf, continuó reptando llegando al clímax del desprecio de los derechos ciudadanos, señalando: “No existe retardación de justicia y lo que hay es un prejuicio burgués”: ¿Qué dirán las miles de víctimas de retardación –imputados, victimas, demandantes, demandados-? pues producto de ello es que Bolivia puntea el vergonzoso record de índice de presos sin condena (más del 70% el año recién pasado) o de hacinamiento carcelario (270%). Trágico que el Presidente del Órgano responsable de ese estado, lo ¿ignore? …

otro lado, luego de semejante ejercicio zalamero el jefazo no pudo ocultar su satisfacción, señalando como no podía ser de otra manera haber quedado inspirado en su confianza para cambiar la justicia, cerrando el acto con la pregunta del millón: ¿Por qué Bolivia no puede ser referente mundial en el ámbito judicial?.

Pues Presidente, créame que lo es. Precisamente entre muchos otros, ese informe del WJP sobre el índice de estado de derecho que desató la furia del supremo prueba que Bolivia ocupa el puesto global 104 de 113 en la categoría de límites al poder gubernamental; 110 de 113 en ausencia de corrupción; 92/113 en la de Derechos Fundamentales; 101/113 en orden y seguridad; 111/113 en justicia civil y, 112 de 113 en justicia penal a nivel mundial; en este último rubro, logramos los peores índices en investigaciones efectivas; impartición de justicia puntual y efectiva; sistema penitenciario efectivo; ausencia de corrupción; influencias indebidas y claro, respeto del debido proceso. Todo un referente mundial, pero de ineficiencia. No cabe más remedio que aplicar la denominada “Ley de Campoamor”: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. La sancionó, Ramón de CAMPOAMOR Y CAMPOSORIO.

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