Palabras de fuego
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Javier Claure
27/11/2017 - 15:28

El Litoral boliviano que Chile usurpó

Para las personas que tienen un conocimiento justo de la historia de algunos países de América del Sur, es sabido que Bolivia nació con su Litoral. Por lo tanto, el mensaje que envió la Miss Chile, Valentina Schnitzer, a principios de este mes en el concurso de belleza, “Reina Hispanoamericana”, en la ciudad de Santa Cruz (Bolivia); no es ninguna novedad. Sin embargo, sus palabras son un apoyo a la demanda marítima boliviana, en contra de Chile, instalada en la Haya el 24 de abril de 2013. Es también una bofetada, en la boca, a todos esos grupos sociales que opinan lo contrario.

Para las personas que tienen un conocimiento justo de la historia de algunos países de América del Sur, es sabido que Bolivia nació con su Litoral. Por lo tanto, el mensaje que envió la Miss Chile, Valentina Schnitzer, a principios de este mes en el concurso de belleza, “Reina Hispanoamericana”, en la ciudad de Santa Cruz (Bolivia); no es ninguna novedad. Sin embargo, sus palabras son un apoyo a la demanda marítima boliviana, en contra de Chile, instalada en la Haya el 24 de abril de 2013. Es también una bofetada, en la boca, a todos esos grupos sociales que opinan lo contrario. Schnitzer dijo literalmente: “El mar le pertenece a Bolivia”. En las redes sociales y en los comentarios del periódico “El Mercurio”, la belleza chilena fue atacada con insultos y agresiones al género femenino. Palabras que salieron de la boca de hombres pero también, extrañamente, de muchas mujeres. Natividad Leiva que representará a Chile en el concurso Miss Universo, en Las Vegas, el próximo 26 de este mes, criticó igualmente a Valentina Schnitzer. Y dijo: “Quiso dar una respuesta para ver si podía conseguir la corona. Estoy en desacuerdo total con lo que dijo”. Pero con corona o sin corona, Schnitzer dijo una frase cargada de historia y de una gran dosis de veracidad. Refleja un profundo sentimiento de hermandad, de paz y de acercamiento entre dos pueblos que comparten muchas cosas en común.

Transcribo algunos comentarios de la gente escritos en “El Mercurio” de Santiago:

Juan Antonio Ojeda: Pobrecita, lamentablemente la escasa neurona que tiene no le da para más. Un verdadero chileno reconocería la sangre derramada para ganar esa guerra que Chile nunca buscó ni declaró. ¡Ignorante! Y de marca mayor.

Marcos Moya Torres: Cabeza hueca, ignorante y tratando de caer bien para obtener votos. Imbécil, vende patria. Seguro que va a votar por Navarro.

Verónica Mellado: Quédate en Bolivia ignorante, estudia, lee y después opinas.

María Villablanca: Esta nazi hablando por los chilenos. El mar es de Chile y no se transa por un reinado, estúpida!

Andrés Valencia: Pocos son los chilenos que no se creen todo lo que dice la historia oficial, ya que esa historia la escribió las élites y los dueños de Chile. Valentina es una muestra que hay chilenos que se dan cuenta de esto y no le siguen el juego a las élites. Chile debería entregar acceso soberano al mar a Bolivia.

Víctor Hugo Ramírez: Desconocer la causa boliviana de una reposición de acceso al mar, es moralmente injusto. Es propio de ignorantes patrioteros chilenos, que por su ignorancia se transforman en cómplices de la descarada usurpación territorial y de riquezas que Bolivia fue víctima en 1879. Si estudian la verdadera historia de este conflicto (no la oficial que es mentira), quizá cambarían de opinión. Ojo voy avisando no soy boliviano, soy chileno.

Carlos Astudillo: Soy chileno y estoy de acuerdo con ella. Le robamos el mar a Bolivia. Aquellos “bloguistas” que mencionan la historia, en realidad no la conocen.

Efectivamente, el mar le pertenece a Bolivia; por lo menos 400 kilómetros lineales sobre la costa del Pacífico que Chile arrebató mediante una invasión militar, y sin declaración de guerra, el 14 de febrero de1879. De este insólito hecho se deduce que el Ejército chileno cometió un acto de terrorismo, causa que le sirvió para adueñarse, además, de 120 000 km² de territorio riquísimo en materias primas. Años más tarde y terminada la mal llamada “Guerra del Pacífico”, Chile obligó a Bolivia a firmar, bajo amenaza de guerra y una nueva invasión, el Tratado de Paz y Amistad el 20 de octubre de 1904. Ya en esa época, los representantes bolivianos, Belisario Salinas y Belisario Boeto, “dejaron en expresa constancia que Bolivia nunca se resignaría a carecer de un acceso soberano al mar” (El libro del Mar, p. 22). Los políticos y presidentes chilenos también se dieron cuenta de que no podían amputar todo el Litoral a un país que había empezado la vida republicana con 400 kilómetros de playa. Justamente por esta razón Chile, muchos de sus gobernantes y diplomáticos ofrecieron a Bolivia, en diferentes oportunidades, una salida “soberana” hacia las costas del Pacífico. La demanda marítima boliviana hace referencia a todos esos compromisos vinculantes que Chile ofreció a Bolivia. Sin duda, esta demanda también es la voz del pueblo boliviano que jamás aceptó, ni acepta y tampoco aceptará la usurpación, a mano armada y cobarde, de su Litoral por parte de las Fuerzas Armadas de Chile.

Desde hace mucho tiempo que voy haciendo un seguimiento a la prensa chilena, y leo los artículos relacionados con Bolivia: demanda marítima, las aguas bolivianas del Silala, problemas limítrofes, la tortura a la que fueron sometidos 9 ciudadanos bolivianos por parte de carabineros de Chile, huelgas portuarias que afectan terriblemente a camioneros y a la economía boliviana etc.

También leo los comentarios de la gente al final de cada artículo. Y he llegado a la conclusión, muy personal por su puesto, de que el pueblo chileno está dividido en tres grupos en el momento cuando opinan sobre Bolivia. Obviamente no puedo dar cifras de porcentaje de cada grupo, ya que no he hecho una encuesta. Y, por lo tanto, es muy difícil saber números exactos.

El primer grupo está compuesto por el Ejército, la recalcitrante y tosca derecha, por gobiernos que se hacen llamar “socialistas”, pero que en el fondo son fieles herederos de Pinochet y defiendes los intereses económicos de un puñado de familias. Estos segmentos sociales históricamente odian a Bolivia y están, implícitamente, en contra del crecimiento económico boliviano. Y, por ende, rechazan que Bolivia tenga un acceso soberano al mar. A este grupo pertenece, por ejemplo, mandatarios y muchos políticos de la Concertación y de la Nueva Mayoría.

El segundo grupo abarca a toda esa gente sumida en una absoluta ignorancia de lo que fue el conflicto armado entre Bolivia y Chile. Esta realidad, es el fruto de los historiadores chilenos que han “reinventado una historia falsa” para justificar lo expoliado. De este modo han ido engañando generación tras generación. Y, en consecuencia, opinan por opinar. Su único objetivo es mostrar bronca en grado superlativo y sienten felicidad por la desgracia ajena. Es decir, estas personas están marcadas por un chovinismo enfermizo, ciego y mentiroso. Odian a Bolivia y todo lo que es boliviano. Utilizan un lenguaje agresivo y malcriado. A este grupo lo he bautizado con el nombre de “chacoteros”.

El tercer grupo es el más interesante porque está compuesto por intelectuales progresistas, artistas, poetas, escritores, políticos, organizaciones sociales y gente común y corriente que apoya la demanda marítima boliviana. Estas personas tienen conocimientos del daño causado a Bolivia en esa guerra injusta. Y, como indica arriba Andrés Valencia, no siguen los juegos de las élites y los dueños de Chile. Al contrario, abogan para cerrar una herida abierta que sangra a borbotones por más de un siglo. De este modo se daría una solución al enclaustramiento de Bolivia. Pero más allá de ese resultado, se trata de la integración Latinoamericana necesaria, en este siglo, para fortalecer la economía de los países integrantes. Pero también para convivir en paz, en armonía y lograr la felicidad, progreso y, sobre todo, unidad entre pueblos hermanos.

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