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Roberto Ossio Ortube
25/11/2017 - 08:45

En defensa del ejercicio de la Profesión Médica

La profesión médica es una de las más complejas, exigentes, sacrificadas e ingratas. Requiere altos niveles cognoscitivos, de precisión y de continua actualización, que deben ser asumidos personal y económicamente por quienes han decidido, en buena o mala hora, asumir este largo camino lleno de obstáculos. Pero, más allá de todo, la medicina como ciencia, es esencialmente una actividad humana, por tanto está sujeta a errores y aciertos.

La profesión médica es una de las más complejas, exigentes, sacrificadas e ingratas. Requiere altos niveles cognoscitivos, de precisión y de continua actualización, que deben ser asumidos personal y económicamente por quienes han decidido, en buena o mala hora, asumir este largo camino lleno de obstáculos. Pero, más allá de todo, la medicina como ciencia, es esencialmente una actividad humana, por tanto está sujeta a errores y aciertos.

No puede confundirse a un médico con una máquina infalible, con un dispositivo donde no exista un margen mínimo de error, puesto que hasta los sistemas y las máquinas más perfectas tienen fallas. Aún no ha llegado el tiempo en el que máquinas o robots, carentes de yerros o sentimientos, intervengan a humanos para restaurar su salud de forma perfecta sin ningún inconveniente adverso. Eso aún pertenece al campo de la ficción.

La imprevisibilidad del comportamiento del organismo humano y su deterioro, es el que desde el principio de los tiempos, determina quiérase o no, la batalla para prolongar lo más posible nuestra estadía temporal en este Mundo. Para ello debemos recurrir a quienes han estudiado una de las áreas más difíciles y escabrosas del conocimiento: el cuerpo humano. No cualquiera puede adentrarse en los complejos y tortuosos meandros de la ciencia y literatura médica. Eso sólo puede explicarse como una vocación, puesto que el oportunismo se paga con el fracaso o la mediocridad.

Cada cuerpo es distinto uno de otro. Siendo las circunstancias a las que se somete el paciente totalmente variables. Para ello, evidentemente se deben cumplir con principios, protocolos, procedimientos y formas ineludibles, que no pueden ser obviados tanto por los médicos como el personal de apoyo, para no incurrir en negligencia o una mala praxis médica. Corresponde por tanto, tomar todos los recaudos necesarios y elementales para evitar inconvenientes que puedan derivar en tragedias.

La ciencia de la medicina tiene factores adicionales, la experiencia y constante práctica, que deben adquirir los médicos con el transcurso del tiempo, para sobreponerse a cualquier eventualidad, puesto que aparte de los años de licenciatura, se debe perfeccionar su práctica en la residencia médica para la especialización, que muchas veces se realiza bajo condiciones ínfimas, casi inhumanas, lindantes en la explotación no remunerada, donde los más elementales principios laborales son vulnerados. Y al terminar, debe ser complementada con una sub especialidad, que generalmente es subvencionada por el propio médico con su propio peculio, en la mayoría de los casos fuera del país, debiendo soportar a ello, la postergación de su propia vida personal y afrontar su calidad de extranjero en un lugar extraño y muchas veces hostil, donde los años de estudio se prolongan interminablemente y parecen nunca acabar.

Como todas las profesiones estas tienen sus particularidades y correspondientes responsabilidades. Sin embargo, la negligencia, la mala praxis médica o el homicidio culposo, pueden configurar tipos penales que corresponden ser sancionados, si existen suficientes elementos probatorios, que demuestren inocultablemente que médicos de mala fe e irresponsables NO dijeron LA VERDAD , incumplieron procedimientos o protocolos, o no se encontraban suficientemente capacitados en un área específica o no contaban con la suficiente práctica para asumir una decisión o intervención pertinente y oportuna. Esta minoría que se puede identificar con fechas, lugares, nombres y apellidos, no puede mellar a la gran mayoría silenciosa de galenos, de planta y residentes, que junto con el plantel de enfermeras, cumplen una labor por demás sacrificada, donde no existe vida familiar, personal, asuetos o feriados.

Dentro de una analogía equilibrada, todas las profesiones implican un riesgo, pero más que nada para que exista equilibrio y un sano balance para las partes intervinientes, debe prevalecer un PRINCIPIO DE LEALTAD, basado en decir LA VERDAD. Utilicemos un ejemplo práctico en Derecho: un abogado será responsable con el cliente si este dentro de su profesión no cumple plazos procesales, incumple sus deberes respecto a su defendido por la inadecuada aplicación de sus conocimientos elementales , donde se incluye la gramática y la ortografía o promete obtener resultados favorables cuando las circunstancias hacen ver que puede pasar todo lo contrario. Por tanto, éticamente, está obligado a decir clara y objetivamente desde el principio LA VERDAD de como percibe las cosas y la situación. Sin embargo, el cliente también tiene la obligación de manifestar LA VERDAD al abogado, respecto a todos los aspectos concernientes a su defensa y a los hechos ocurridos, documentos cuestionados o bienes objetados, de lo contrario deberá asumir que los posibles resultados no serán culpa de su abogado, que se supone hará lo mejor que este a su mano para defenderlo o representarlo. Por tanto, NO se puede garantizar la victoria, siendo irresponsable y antiético. La vida, la libertad o el patrimonio pueden encontrarse en juego.

Esto también sucede en el ámbito médico puesto que es la existencia misma es la que está en juego, LA VIDA y conjuntamente están en juego la libertad y el patrimonio tanto de médicos como de pacientes: un galeno tiene la obligación de dar un diagnóstico verídico y lo más objetivo posible respecto a una enfermedad, en pocas decir LA VERDAD sin ambages, donde se expongan las ventajas y desventajas de un diagnóstico, tratamiento o intervención quirúrgica. El paciente o sus familiares tienen el Derecho de conocer los alcances y consecuencias del diagnóstico, con la posibilidad de requerir otras opiniones respecto a lo expresado en primera instancia, donde el mismo puede variar y ser más esperanzador o más lapidario, para posteriormente tomar una decisión, autorizando expresamente las medidas a adoptarse, todo ello en base a una conducta de lealtad recíproca basada en LA VERDAD. Para ello el médico debe cumplir con todos los protocolos y procedimientos previos que sean necesarios, sujeto a verificación, con las autorizaciones correspondientes, sin que esto garantice un resultado, puesto que debe tenerse certeza de las limitaciones y riesgos existentes, además de las muchas variables que pueden influir: edad, estado de la enfermedad, grado de complejidad.

Ese es el error que se evidencia en el tratamiento de los artículos vinculados a la profesión médica en el anteproyecto de Ley del Sistema Penal en Bolivia que pretende ser aprobado: con el título de negligencia o mala praxis, se pretende criminalizar a los médicos asumiendo que su rol es infalible, deshumanizándolo, generando una presión intolerable a la que por propia seguridad se evitará ingresar a toda costa, por temor a juicios y represalias. Peor aún, se busca extender la responsabilidad penal y el resarcimiento de los daños sobre el patrimonio de terceros que nada tienen que hacer en el desempeño profesional, cuyo único delito es ser pariente en algún grado de consanguinidad del médico procesado, circunstancia inaceptable desde todo punto de vista. Si durante juicio, se ha demostrado la evidente culpabilidad y la mala praxis, téngase presente que la responsabilidad penal es intuito persona, personalísima, por tanto no se puede intentar extender una persecución a los bienes o intereses de otras personas.

Nadie discute que se deba sancionar la negligencia, la mala praxis médica o un homicidio culposo provocado por una mala práctica o intervención médica, pero respetando el Debido Proceso y la Presunción de Inocencia constitucionalmente consagrados, sin pretender una infalibilidad que NO existe en los seres humanos, además sin tener en cuenta las reacciones propias del organismo humano que son únicas en cada persona. Corresponde tomar todos los recaudos necesarios, basados en LA VERDAD sobre un criterio estudiado, analizado y responsable, que debe transmitirse con antelación a los interesados, previa valoración seriamente realizada, velando por la integridad de los pacientes como de los médicos, sin temor a una revisión o auditoria posterior.

Para ello, también es importante equipar los nosocomios, hospitales y postas, porque tampoco se puede exigir mucho, si no se cuentan con los medios mínimos para salvar y proteger vidas. El Estado no debe ocuparse de cosas frívolas , burocráticas o triviales, DEBE prestar atención primordial a la salud, pero no desde la declamación vacía, sino con la inversión eficiente en grandes centros hospitalarios que den cobertura a la población más vulnerable y que se otorguen a los médicos los medios mínimos salariales y materiales para ejercer su ciencia. Así no existirán pretextos para ninguna de las partes.

Finalmente, debe evitarse este tipo de criminalización, que responde a un clamor muchas veces insensato, donde no se ha escuchado la contraparte y no se ha dicho toda la historia, basados en el desconocimiento de la realidad médica y de los pacientes. La penalización del ejercicio profesional, significará que los médicos, por temor natural y autoprotección, no querrán asumir mayores responsabilidades ante el peligro de infundadas denuncias, procesos o persecuciones de pacientes, familiares y abogados aprovechadores y advenedizos, que los verán como presas de circunstancia. Quienes pagarán las consecuencias serán los pacientes, en su mayoría de escasos recursos, que no encontraran alivio, respuestas o soluciones y deberán erogar mayores gastos en consultas particulares privadas, donde los galenos cubrirán sus espaldas en todos los frentes e incrementaran naturalmente sus honorarios, ante posibles eventualidades impensadas o preferirán irse, provocando una migración hacia otros lugares donde podrán ejercer con mayor tranquilidad y mejor remunerados la profesión que eligieron.

La perfección no es una cualidad o virtud, inmanente o propia de los seres humanos, pero la previsión, basada en la verdad y la lealtad entre partes, implica un equilibrio no penalizador entre los involucrados, en un tema tan importante como la vida y la salud, que no se solucionará criminalizando una profesión tan compleja. Sin este balance cualquier avance es imposible.

ROBERTO OSSIO ORTUBE es Abogado.

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