Opinión
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Andrés Guzmán Escobari
03/11/2017 - 10:23

El acercamiento Bachelet – Morales

La actual conflictividad de las relaciones boliviano – chilenas tiene sus orígenes principales en 1879, cuando Chile invadió a Bolivia y le arrebató todo su vasto, rico y único litoral. No obstante, en el corto plazo, esa conflictividad, que se ha manifestado recientemente en el apresamiento de 9 funcionarios del gobierno boliviano en territorio chileno por más de 100 días; tiene sus inicios a finales de 2010, cuando se congeló la Agenda de 13 puntos.  

La actual conflictividad de las relaciones boliviano – chilenas tiene sus orígenes principales en 1879, cuando Chile invadió a Bolivia y le arrebató todo su vasto, rico y único litoral. No obstante, en el corto plazo, esa conflictividad, que se ha manifestado recientemente en el apresamiento de 9 funcionarios del gobierno boliviano en territorio chileno por más de 100 días; tiene sus inicios a finales de 2010, cuando se congeló la Agenda de 13 puntos.  

En efecto, entre los años 2006 y 2010, los gobiernos de Michel Bachelet y Evo Morales protagonizaron un inédito e interesante acercamiento, condensado en lo que se conoció como la Agenda de 13 puntos, que demostró en los hechos que bolivianos y chilenos sí son capaces de negociar el tema marítimo y otros asuntos pendientes entre los dos países, como el tema del Silala, el libre tránsito, el ferrocarril Arica – La Paz y el desminado de la frontera, entre otros. 

En ese periodo de casi un lustro, el Mecanismo de Consultas Políticas Chile – Bolivia, encargado de la Agenda de 13 puntos y dirigido por los vicecancilleres de ambos países, se reunió 2 veces al año con el fin de avanzar y resolver paulatinamente esos 13 puntos, en un ambiente distendido y cordial, que se replicó en otros ámbitos de la relación bilateral. 

Ciertamente, en ese tiempo no sólo los vicecancilleres y sus grupos de trabajo se juntaron, sino que también lo hicieron ministros, viceministros, senadores, diputados, militares, policías, alcaldes, periodistas, artistas e indígenas; bolivianos y chilenos, que celebraron encuentros, homenajes, visitas, talleres, conciertos y acuerdos en el marco de la “diplomacia de los pueblos”, ideada y forjada por el entonces Canciller de Bolivia, David Choquehuanca Céspedes, en base a los saberes de nuestros abuelos y a un espiritualismo cósmico.

En ese ambiente, en agosto de 2009 se alcanzó un preacuerdo sobre las aguas del Silala que se ha convertido en el máximo avance de toda la historia en ese tema. Se acordó que “el 50% [del caudal] corresponde, inicialmente, al Estado Plurinacional de Bolivia, es de su libre disponibilidad y lo podrá utilizar en su territorio o autorizar su captación para su uso por terceros, incluyendo su conducción a Chile. Este porcentaje podrá ser incrementado a favor de Bolivia, en función de los resultados de los estudios conjuntos que se lleven a cabo en el marco del presente Acuerdo” (artículo 6).
No obstante, cuando ese preacuerdo se hizo de conocimiento público, el Comité Cívico de Potosí (COMCIPO) manifestó su absoluto rechazo porque no incluía la “deuda histórica”, que abarca los más de 100 años que empresas anglo-chilenas aprovecharon de esos recursos en territorio chileno de manera gratuita y no consentida por parte de Bolivia. 

Así, durante la siguiente reunión de la Agenda de 13 puntos, que se llevó a cabo entre el 12 y el 14 de julio de 2010 en La Paz, el gobierno boliviano informó al chileno del rechazo de COMCIPO y le solicitó formalmente incluir la deuda histórica en el preacuerdo. La delegación chilena aceptó considerar la solicitud y se introdujo el siguiente compromiso en el Acta que los vicecancilleres de los dos países firmaron en esa ocasión: 

“Ambas delegaciones conversaron respecto al proceso de socialización en Bolivia del Acuerdo Inicial del Silala; planteando Bolivia el tema de la deuda histórica. En virtud a que no existen coincidencias al respecto, ambas delegaciones acordaron que el Grupo de Trabajo sobre la temática del Silala se reúna nuevamente con el objetivo de conocer, analizar y responder, todas las propuestas surgidas a raíz del proceso de socialización del Acuerdo Inicial. Dicho Grupo de Trabajo deberá elevar un informe a la próxima reunión del Mecanismo de Consultas Políticas” (punto 7).   

Sumado a ello, en el punto referido al tema marítimo se incluyó el siguiente compromiso que es sin lugar a dudas el mayor avance alcanzado desde los años ochenta del siglo pasado en términos de negociación: “proponer así como alcanzar soluciones concretas, factibles y útiles en la próxima y sucesivas reuniones del Mecanismo de Consultas Políticas, que beneficien el entendimiento y la armonía de ambos países” (punto 6). 

No obstante, la siguiente reunión, que tenía que celebrarse en noviembre de 2010 en Arica, según lo convenido en esa misma ocasión, nunca se realizó. Chile postergó el encuentro y luego lo canceló definitivamente sin dar explicaciones. 

En esas circunstancias y después de que los Cancilleres de ambos países se reunieron infructuosamente en Santiago y La Paz para retomar las tratativas; se produjo un hecho que vino a ser la gota que derramó el vaso y que seguramente terminó por agotar la paciencia del Mandatario boliviano: el arresto del General René Sanabria en Panamá, como parte de un operativo conjunto, ejecutado por las agencias antinarcóticos de Chile y Estados Unidos, OS7 y DEA, respectivamente.  

Morales calificó el hecho como una “deslealtad” de parte de Piñera, porque ambos países se habían comprometido a intercambiar información sobre narcotráfico en un acuerdo de 2008 y porque el arresto de Sanabria parecía develar una conspiración entre los dos países que más desconfianzas generan en Palacio Quemado.  

A los pocos días, Morales solicitó a Chile una propuesta escrita sobre el tema marítimo para debatir un posible acuerdo. Pero como Santiago respondió con evasivas, aduciendo su Canciller, Alfredo Moreno, que Chile no trabaja por plazos sino por resultados, a pesar de que era evidente que no se había logrado ningún resultado; el Presidente de Bolivia decidió dar un golpe de timón en su estrategia de reintegración marítima.   

Ciertamente, el 23 de marzo de 2011, aprovechando la conmemoración de los 132 años de la heroica batalla de Calama, Evo Morales anunció por primera vez su decisión de acudir a tribunales internacionales “demandado en derecho y justicia una salida libre y soberana hacia el Océano Pacífico”.  

Lo demás es historia conocida, la conflictividad resurgió inmediatamente y con el paso del tiempo muchos olvidaron que entre 2006 y 2010, bolivianos y chilenos estrechamos vínculos en casi todos los niveles de la administración pública y de la sociedad civil sin restablecer relaciones diplomáticas. Un atípico y reciente acercamiento que nos demostró, una vez más, a los ciudadanos de ambos países, a los jueces de la Corte Internacional de Justicia y al mundo entero, que bolivianos y chilenos podemos dar ese gran paso hacia la solución definitiva de nuestras diferencias en una negociación. 

Finalmente, si bien es cierto que por parte de Chile el acercamiento lo inició y protagonizó Bachelet, el compromiso más importante, es decir el de proponer así como alcanzar soluciones concretas, factibles y útiles para el tema marítimo, lo suscribió el gobierno de Piñera el 14 de julio de 2010, mediante el Subsecretario de Relaciones Exteriores Fernando Schmidt.

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