CELAC, el relevo natural de la OEA
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Iván Canelas Lizárraga
16/05/2017 - 19:15

CELAC, el relevo natural de la OEA

Durante los últimos meses en que se ha desarrollado la crisis política en Venezuela y en los que se han confirmado, otra vez, las relaciones carnales entre la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ideología injerencista de la derecha más radical de Estados Unidos, ha vuelto a la mesa de debate, la tesis planteada ya hace varios años que señala que es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la llamada por la historia para reemplazar a la decadente organización que hoy lidera el uruguayo Luis Almagro de la que se ha dicho, no en pocas ocasiones, que “su tiempo ya

Durante los últimos meses en que se ha desarrollado la crisis política en Venezuela y en los que se han confirmado, otra vez, las relaciones carnales entre la Organización de Estados Americanos (OEA) y la ideología injerencista de la derecha más radical de Estados Unidos, ha vuelto a la mesa de debate, la tesis planteada ya hace varios años que señala que es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la llamada por la historia para reemplazar a la decadente organización que hoy lidera el uruguayo Luis Almagro de la que se ha dicho, no en pocas ocasiones, que “su tiempo ya pasó”.

Siendo un espacio multilateral conformado por las 33 naciones que se encuentran al sur del Río Bravo (frontera impuesta por una guerra de invasión perpetrada por Estados Unidos a México) hasta la Patagonia (en Argentina, al sur mismo del continente), la CELAC considerada como el suceso institucional más importante de la región en un siglo, fue constituida en 2011, y tiene como una de sus características la exclusión expresa de Estados Unidos.

Uno de los conceptos fundamentales para su creación, es que sean las naciones latinoamericanas y caribeñas las que resuelvan sus problemas y definan las pautas de su desarrollo, sin la injerencia estadounidense, que en muchos casos pretende seguir asumiendo un rol de tutelaje sobre decisiones internas de estos estados, en los que en varias décadas, se ha involucrado en innumerables acciones políticas (golpes de estado), militares (ocupación armada) y económicas (saqueo de recursos naturales), violando así los principios básicos de las relaciones internacionales que hablan de la autodeterminación de los Estados, de la soberanía, e igualdad soberana entre los países.

Por ello, la CELAC en sus cinco cumbres presidenciables, ha sido calificada por diversos mandatarios de Estado como la concreción del anhelo independentista de Simón Bolívar y ha sido bautizada como “la instancia propia, renovada y creíble” que debe ser el auténtico garante de los intereses de los países de la región latinoamericana y caribeña, para convertirse en actor de “referencia en la resolución de los conflictos”.

Es así que ante la existencia de la CELAC, por estos días, en los que se ha evidenciado una intromisión indisimulada en los asuntos internos de Venezuela, muchos se preguntan: ¿para qué sirve la OEA?, ¿los intereses de qué o quienes representa?, ¿es realmente la OEA, un organismo independiente?, ¿vela de manera igualitaria por los derechos de todos los países?, ¿busca una intervención militar estadounidense en Venezuela como ya ocurrió en Panamá?.

Estas y otras interrogantes parecen tener una respuesta obvia, más aún si se toma en cuenta  el reciente rol  de Luis Almagro, descalificado incluso por el ex presidente de su país José “Pepe” Mujica, y quien parece trabajar en pro de los intereses de Estados Unidos, al atizar constantemente el conflicto y tomar partido por quienes buscan subvertir el orden democrático venezolano, con el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro, hecho, que ha sido plasmado en el reciente comunicado conjunto entre la oposición de ese país y la Casa Blanca y que habla de acabar la crisis, o lo que en su lenguaje equivale, al gobierno chavista, “con rapidez”. (Aquí, la sensatez obligaría a preguntarse, ¿la oposición de un país confabulando con el gobierno de otro?).

El rol político de Almagro, ha puesto a la OEA en una evidente crisis de legitimidad de la que le será muy difícil salir, sin sufrir las graves consecuencias de no haber llamado a la paz y al diálogo entre las partes enfrentadas en Venezuela y en cambio haber convertido a la OEA, con sede nada menos que en Washington, en uno más de los argumentos utilizados por la ultraderecha estadounidense para justificar lo que ocurrió el 03 de mayo pasado cuando un proyecto de ley ingreso al Senado norteamericano, el mismo, que busca endurecer las sanciones contra Venezuela y que además pretende financiar las protestas de la oposición, otro claro ejemplo de intromisión, con nada menos que 10 millones de dólares, sacados directamente de los bolsillos del pueblo norteamericano.

Entre los impulsores del proyecto están los senadores republicanos Marco Rubio y el ex candidato presidencial John McCain, quien en su campaña electoral estuvo de acuerdo en sostener otra intervención militar, esta vez en Irak, otro país petrolero. El proyecto no disimula cuando expresa: “apoyo a las gestiones de Luis Almagro al frente de la OEA”, en la crisis política venezolana.

La existencia del documento se justifica con el argumento de que la situación venezolana ha derivado en una “crisis humanitaria”, discurso que inevitablemente nos retrotrae a otros similares utilizados para la intervención estadunidense en otros países: el peligro del comunismo en Vietnam, del islamismo extremista en Afganistán o la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, las que por cierto hasta hoy no han sido encontradas, por nombrar algunos ejemplos, que camuflaron las verdaderas intenciones del “águila imperial”, que no son otras que ir tras recursos naturales a bajo costo, o reforzar su influencia militar en áreas geopolíticas claves.

Por lo anteriormente mencionado, no hay que perder de vista que unidos en la CELAC, las 33 naciones de Latinoamérica y el Caribe, son el mayor productor y exportador de alimentos del mundo, juntos poseen casi el 30% de la superficie forestal del planeta, además que tienen el 33% de los recursos hídricos, lo que significa, que es el continente con la disponibilidad de agua más alta del globo.

Pero no sólo ello, el bloque de países que conforman la CELAC, se constituyen como los principales exportadores de materias primas del mundo, a lo que se suma que en América Latina están las naciones (Venezuela, Bolivia y Brasil) que cuentan con las mayores reservas de gas y petróleo del orbe, por lo que aquí cabe hacerse dos preguntas: ¿es Venezuela el primer eslabón de un plan escalonado de dominación?, ¿no será la OEA, de Almagro el Caballo de Troya utilizado por el corporativismo estadounidense para controlar toda esa riqueza?. 

Es por ello que la próxima reunión de la CELAC programada para el 20 de mayo en República Dominicana resulta clave, no sólo porque debe defender la democracia venezolana, sino que con ello, también estará haciendo respetar el patrimonio natural de los 600 millones de habitantes que viven en esta parte del continente, con lo que además dirigirá un mensaje claro a quienes desde Estados Unidos, no se resignan a recuperar la influencia perdida en la región, sino que pretenden seguir reivindicando una nueva versión de Doctrina del Destino Manifiesto o de la Doctrina Monroe, sobre nuestros pueblos.

Es por ello, que hoy la CELAC no sólo se encuentra ante talvez la primera prueba de fuego desde su creación, porque debe cumplir con el desafío histórico de demostrarle al mundo que el camino de unidad iniciado ya hace seis años en Caracas no tiene regreso, sino que además no se resigna a continuar siendo una especie de colonia, del llamado “país más poderoso del mundo”.

Conforme al reglamento de funcionamiento de las reuniones de la CELAC, las decisiones son adoptadas por consenso, siempre y cuando esté la representación de los 33 países miembros, por lo que es imprescindible, la asistencia de los representantes de toda Latinoamérica y el Caribe que juntos debieran honrar la memoria de Salvador Allende Gossens, ex presidente de Chile, derrocado por un golpe de estado auspiciado por Estados Unidos (1973), y que una vez dijo: “Algún día América Latina tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”.

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