Redacción Oxígeno
27/06/2015 - 20:22

Paraguay elimina a Brasil y pasa a las semifinales

El seleccionado guaraní, tal como en 2011, eliminó por penales al Scratch y se instaló en semifinales de la Copa América, donde ahora enfrentará el martes a Argentina.

La Paz,  27 de junio (La Tercera).- La historia se vuelve a repetir. Como en La Plata 2011, Paraguay nuevamente sacó desde los 12 pasos a Brasil y se instaló en las semifinales de la Copa América. Premio para los guerreros guaraníes, que jamás le tuvieron miedo a un pálido combinado verdeamarillo, que a partir de ahora tendrá que cuestionarse si vale la pena seguir apostando a la filosofía de Dunga.

Si después de los sucedido en el Mundial, despedido del título con una goleada histórica, Brasil pretendía reinstalarse en el primer nivel de la mano de su ex capitán, claramente el camino no parece ser el correcto. Y si a ello le sumamos una generación de futbolistas marcados por las derrotas y fracasos con su selección, entonces el presente se entiende en buena parte.

En Concepción, clasificó el que siempre fue a buscar el partido. Paraguay no tuvo complejos y encontró el premio mayor, donde ahora lo espera Argentina ahí mismo en el sur, el próximo martes.

Entendiendo que el monstruo, en este caso Brasil, no era tan grande como pinta su historia, apretó en campo rival. Ni siquiera la apertura de la cuenta por intermedio de Robinho, en la primera incursión ofensiva del Scratch, sacó a Paraguay de su idea.

El partido siguió igual fundamentalmente porque rasil entendió que refugiarse en su zona, con la ventaja en el marcador, era el mejor negocio. Ni siquiera se molestaban por manejar el balón, por último para honrar aunque sea mínimamente la camiseta que alguna vez vistieron Zico, Pelé o Rivelinho. Así de feo luce este equipo de Dunga.

Sólo Robinho parece conservar el adn brasileño en esta Canarinha. Pese a que ya no tiene la velocidad de regate de antaño, al menos mantiene la inteligencia y la visión de juego para entender, casi siempre, lo que se debe hacer. El tema es que los otros intérpretes no entran en su sintonía, más preocupados de correr y correr.

Paraguay, con mucho amor propio, pero pocos argumentos futbolísticos, hacía lo que podía, más allá de morder y raspar, para lograr la igualdad. El eterno centro al área parecía ser el camino más directo para inquietar a Jefferson, pero casi nunca encontró a un destinario cómodo. En el segundo tiempo, un par de tiros de esquina inquietaron al portero brasileño, pero nada más.

El tema es que los avisos aéreos no despertaron a Dunga. Brasil siguió agazapado esperando algún contragolpe que no apareció. Y los centros seguían llegando desde todos lados. Precisamente, uno de estos balonazos al área fue interceptado  con la mano de manera infantil por Thiago Silva. Derlis González hizo efectiva la pena máxima para poner la igualdad.

A partir de ahí, el partido caminó irremediablemente hasta la definición por penales, donde como en 2011, otra vez fue el seleccionado guaraní el que se llevó los abrazos. Justo premio para Paraguay. Justo castigo para Brasil, que de la mano de Dunga, parece decidido traicionar a toda su rica historia.

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