Economía de Mercado
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Armando Méndez Morales
07/06/2015 - 21:04

Hacia la trampa del estatismo

El problema actual estriba en el gasto deficitario del gobierno general, que de mostrar un  superávit del orden de los 2,900 millones de bolivianos el año 2013, ha cerrado el año 2014 con un déficit del orden de los 5,700 millones.

En un reciente artículo de opinión de mi autoría, con el título, “La trampa del estatismo”, planteo que el creciente gasto público, que busca dinamizar la economía e impedir cualquier recesión económica, al final termina en recesión, porque no es sostenible una continua expansión del gasto público. Llega el momento que se tiene que frenarlo, lo cual lleva a las impopulares políticas de austeridad, que significa freno al gasto público. 

La Zona del Euro que se caracteriza por sus altos niveles de gasto de gobierno y que llegó en un momento a representar más del 50 % por ciento del PIB, no está pudiendo bajar este indicador. Grecia que había alcanzado un  insostenible 54 por ciento del PIB, ha llegado a reducir hasta el 46 %, pero con un gran rechazo social, lo que explica la llegada al gobierno de alguien que ha propuesto parar las políticas de austeridad.

Pero los que llevan la batuta en esta materia son Finlandia con el 58% y Francia con el 57%. Italia está con el 52%. Estos países no saben cómo reducir el gasto gubernamental.

No saben cómo aplicar políticas de austeridad. Saben que son impopulares y nadie se anima a poner el cascabel al gato.

¿Y cómo estamos en la región? Para el año 2009 América Latina tenía un gasto gubernamental a PIB del orden del 32%, para 2014 se calcula que estuvo en el orden del 34 %. Este indicador, como el referido a los países europeos, no incluye a empresas públicas. ¿Y Bolivia? En el año 2009 el gasto de gobierno era del orden del 36 % y el Fondo Monetario Internacional ha calculado, para el año 2014 casi el 42 %, sólo superado por Venezuela (44%).

Cuando nos referimos al gasto público es importante diferenciar lo que corresponde a gobierno general de lo que corresponde a las empresas públicas. La suma de ambos se conoce con el nombre de Sector público no financiero.

Según información disponible, el año 2014 el sector público cerró con un elevado déficit del orden de los 7,700 millones de bolivianos, luego de haber mantenido superávit durante ocho años. El año 2005 se tuvo un  déficit del orden de los 1,700 millones de bolivianos.

Si se desagrega el balance fiscal entre lo que es gobierno general y lo que son empresas se tiene el siguiente panorama. Estas últimas están presentando un  déficit creciente en  los tres últimos años, lo cual, por principio, no es un hecho negativo, porque simultáneamente la empresa estatal más grande, que es YPFB, alcanzó el año 2014 una utilidad del orden de los 6,700 millones de bolivianos, que es el 91 % de las utilidades que han  generado  las empresas estatales. Por principio, las empresas en general son deficitarias porque para realizar inversiones tienen que captar el ahorro de otros. Por esta razón es que las empresas son las principales deudoras de los bancos. En el caso del país, las empresas públicas están recibiendo préstamos del Banco Central para financiar sus inversiones, razón por la cual muestran déficit como lo hace cualquier empresa privada. El conflicto radica en que son préstamos a muy largo plazo y a tasas de interés muy bajas.

El problema actual estriba en el gasto deficitario del gobierno general, que de mostrar un  superávit del orden de los 2,900 millones de bolivianos el año 2013, ha cerrado el año 2014 con un déficit del orden de los 5,700 millones.

El gobierno del Presidente Morales ha creado una imagen de que el Estado, y su gobierno, no tienen restricciones presupuestarias, por lo que de todas partes surgen pedidos de recursos para gastar lo que no será posible atender. Oficialistas y opositores están con el mismo discurso: “El Estado tiene que gastar más”.

Pero en la medida que el gobierno vaya cediendo a las presiones se caerá en la “trampa del estatismo”, porque todos los sectores sociales, los empresarios y los “movimientos sociales”, esperan, ahora, que el gobierno revierta la desaceleración económica aumentando sus gastos, lo cual llevará a Bolivia a endeudarse, deuda que hoy no es problema, pero que lo será en el futuro.

El país ha vivido un periodo muy bonancible, pero que concluyó, y el gobierno no quiere aceptar esta realidad por lo que se ha propuesto impulsar la economía para que crezca en un 5 por ciento este año, fundado en el gasto público, cuando los indicadores para el año 2014, ya son claras señales de que llegó el momento de parar dicha dinámica. Si no lo hacemos, en unos años más, como en Europa, estaremos obligados a aplicar las impopulares políticas de austeridad.

La Paz, 8 de junio de 2015

 

*Profesor emérito de la UMSA y Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas

 

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