Anatomías
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Victor Hugo Romero
16/05/2014 - 12:28

Divagaciones alrededor de un piercing

Pero reglas son reglas, no están hechas para romperse, porque con ellas también llegan las sanciones. Todavía no hemos encontrado una solución que nos conduzca a un trato coherente entre el colegio y mi hija, pero con los años que tengo encima, puedo afirmar una sola cosa, que sigo siendo punk, con terno, buzo, jean, camisa. Mi naturaleza es algo que no podré perder fácilmente, pero si tengo algo claro en esta vida, aunque lo haya hecho alguna vez, nunca más usaré corbata porque ya tengo la edad para hacerlo. 

Qué difícil es crecer. Qué difíciles que son los adolescentes de estos tiempos. Supongo también que nosotros en su momento también lo fuimos,  siempre complicados, confundidos, exigiendo ser comprendidos, sin saber muy bien qué queríamos hacer o deseábamos. En esencia, ser adolescente es como haberse convertido en un extraño y surrealista sándwich emocional entre la pubertad y la juventud, muy difícil de saborear y de tragar.

Cada época tuvo su gusto. En la mía, mi condición de punk se expresaba en el corte mohicano, siempre tan difícil de aceptar, rapado a los costados. Mi dilema era ser crespo, no me iba bien el corte, tanto que mis compañeros de la “u” me pusieron de apodo “Hammer”,  porque me parecía más al rapero que alguno de los integrantes de los Sex Pistols o al de Robert Smith, estoy a un año y medio de cumplir cuarenta y todavía mis amigos más cercanos me llaman así. Llevo mi sobrenombre con orgullo porque representa una época que disfruté mucho en mi locura contestaría, la que sólo yo entendía. Sin embargo hoy ese corte está de moda y es mucho más aceptado que antes. Lo impusieron las superestrellas del balompié, que han ido modificando el corte, pero mantienen su esencia. El otro día fuimos con mi hijo al peluquero y después de mucha insistencia logramos que se corte a lo mohicano; viejo yo, le pedí también al peluquero que me haga uno igual, la respuesta fue contundente: “Señor es corte de jóvenes”. Pese a ello insistí, obtuve como premio un corte similar al de Ronaldo, más recatado, no como el de la tapa de un disco de The Exploited.

Los tiempos cambian y también las tendencias. Ahora los retos para los adolescentes son distintos, atrapados en el consumo cultural, influenciados más por la televisión que por la radio, buscan definir su personalidad asimilando tendencias tan distintas a las nuestras, como los piercings. Los aretes han pasado a la historia, ahora los chicos usan esas extrañas formas y otras más raras. Mi hija ya tiene uno, pese a mi resistencia, que llama la atención sobre su labio superior, a ratos parece ser un curioso lunar, pero si se ve con detalle, tiene esa forma puntiaguda coronada con negro que refleja una posición, una identidad difícil de sobrellevar.

No voy a negar que estoy en pugna con mi pequeña, no por qué lleve uno, sino porque lo use en el colegio, que no acepta ese tipo de accesorios, que rompe con la pulcritud del uniforme escolar, el clásico pantalón azul, polera blanca, chompa azul, sin piercing. Como es de suponer, el hecho de que lo use le ha significado que pierda puntos en conducta, en la casilla del “ser”, según la nueva currícula educativa. Intentando hablar con ella, busqué proponer un punto intermedio, que lo use  fuera de clases. Como adultos, parece comprensible, pero como “chango” qué sentido tiene usar uno si no se está en clases, en definitiva no es lo mismo, pero a la hora de respetar las “normas” y “reglamentos”, habría que hacerlo, porque el piercing en el curso no va, las nuevas convenciones legales sobre los derechos de los niños, niñas y adolescentes priman se respeten sus tendencias y decisiones, de hecho los colegios deberían ser más liberales y no tan conservadores.

Pero reglas son reglas, no están hechas para romperse, porque con ellas también llegan las sanciones. Todavía no hemos encontrado una solución que nos conduzca a un trato coherente entre el colegio y mi hija, pero con los años que tengo encima, puedo afirmar una sola cosa, que sigo siendo punk, con terno, buzo, jean, camisa. Mi naturaleza es algo que no podré perder fácilmente, pero si tengo algo claro en esta vida, aunque lo haya hecho alguna vez, nunca más usaré corbata porque ya tengo la edad para hacerlo. 

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