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Raúl Pérez Albrecht
14/11/2016 - 15:41

A rezar al cerro

Alguna vez un gobernante, dijo, Bolivia se nos muere, llamando la atención de una situación económica y social adversa; hoy podemos decir que hemos ingresado a un acelerado proceso de decadencia ambiental en el país, fruto de una, apatía estatal a todo nivel con respecto a nuestra madre tierra.      

Alguna vez un gobernante, dijo, Bolivia se nos muere, llamando la atención de una situación económica y social adversa; hoy podemos decir que hemos ingresado a un acelerado proceso de decadencia ambiental en el país, fruto de una, apatía estatal a todo nivel con respecto a nuestra madre tierra.      

Aquí hacemos un recuento de los principales hitos, por ejemplo, el año 2012 se desató la alarma de afectación del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) frente a las decisiones de construir una carretera que parta el núcleo del área protegida.   

El año 2013, se alertaba con mayor urgencia, las condiciones de contaminación, sobre pesca y mal uso de las aguas del río Pilcomayo las mismas que ahora siguen y se agravan conforme año que pasa.

El año 2014 ya se denunció la muerte masiva de reservorios de peces del Lago Poopó que se agravó el año 2015, con la casi completa desaparición del cuerpo mayor del otrora conocido segundo lago más grande de Bolivia.

Ese mismo año junto a la anunciada desaparición del lago orureño; las situaciones de vulnerabilidad de las áreas protegidas se agravaron más con la aprobación de un decreto que permite ahora que  11 áreas sean zonas de actividades hidrocarburíferas.            

El 2016 se desató un gran debate nacional, debido que el gobierno nacional pretende realizar una represa en nada más que el área natural más valiosa de Bolivia, Parque Nacional Maddi, uno de los reservorios naturales más importantes del planeta, para generar energía.

A esto se sumó la Laguna Colorada, ícono turístico del Parque Nacional Eduardo Abaroa en el sur de Potosí, quien fue perdiendo gran parte de su cuerpo de agua, sumando su nombre a una lista de más de 30 lagos y lagunas menores ya secas por la sequía, en el país.

Para cerrar este año la Laguna Alalay en Cochabamba por falta de agua de calidad hoy son una fuente importante de contaminación, porque su lecho es una alcantarilla; originando malos olores y una fuente de infección para la población.

Tras años de muchas alertas en torno a la contaminación del río Guadalquivir, ahora la Contraloría corrobora esta situación en su informe que dice que en gran parte sus aguas son aptas para el riego de cultivos agrícolas ni si quiera para actividades de recreación.

Finalmente, la sede de Gobierno, La Paz, ha empezado a sentir la falta de agua en 94 barrios de la ciudad, debido al déficit de líquido que reportó la represa de Hampaturi que al igual que los lagos y lagunas, se suma a una lista de otras nueve represas con los mismos problemas en todo el país.

He llegado a este punto para resaltar algo que ha simbolizado la total ineficiencia de parte del estado frente a la madre tierra y fue la reciente iniciativa de niños y niñas quienes con algunos vecinos subieron a un cerro, en la población de Tarvita en Chuquisaca para rogarle a Dios que los abastezca de agua; una iniciativa, que parece ser el único camino de la ciudadanía frente a la incapacidad de nuestros gobernantes que poco o nada hacen para afrontar seriamente el cuidado, manejo sostenible de los recursos renovables de Bolivia.

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