Sudán
Redacción Oxígeno
07/07/2016 - 11:02

Amnistía Internacional denuncia el impacto de la guerra en la salud mental

La organización presentó un informe sobre los traumas y angustia psicológica  que viven las miles de personas que son sometidas a atrocidades o han sido testigos de ellas en Sudán del Sur. 

Sudán. Foto: Amnistía Internacional.

Amnistía Internacional con motivo del quinto aniversario de Sudán presentó el informe titulado “Our hearts have gone dark”: The mental health impact of South Sudan’s conflict, en el documenta el impacto psicológico de los homicidios masivos, las violaciones, las torturas, los secuestros e incluso de un caso de canibalismo forzado, en las personas sobrevivientes y testigos de estos crímenes.

“Mientras la muerte y la destrucción física causadas por el conflicto y las décadas anteriores de guerra son inmediatamente evidentes, las cicatrices psicológicas son menos visibles y se ignoran”, dijo Muthoni Wanyeki, directora regional de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos.

El informe revela una grave ausencia de servicios de salud mental en el país, al momento solo dos psiquiatras ejercen funciones en un país de 11 millones de habitantes. Esta ausencia casi total de servicios está provocando que las personas con problemas de salud mental sean internadas en prisiones en lugar de recibir la atención y el tratamiento que necesitan.

Muchas de las personas entrevistadas describieron diversos síntomas compatibles con el trastorno de estrés post-traumático y la depresión, como pesadillas, irritabilidad y problemas para concentrarse.

TESTIMONIOS

Malith, sobreviviente de uno de los peores incidentes de la guerra, ocurrido en diciembre de 2013, cuando agentes de seguridad del gobierno mataron a tiros a unos 300 hombres en Gudele, un barrio de Juba, la capital, contó a Amnistía Internacional: “A veces sueño que he muerto con todos los que mataron. Me despierto sudando y temblando... pienso en cómo he sobrevivido. ¿Por qué murieron los demás? Me hace sentir mal.”

Otro sobreviviente de la masacre de Gudele, Phillip, cuenta cómo se escondió bajo una pila de cadáveres durante la matanza. Cuando los soldados lo encontraron, le obligaron a beber la sangre y a comer la carne de los muertos para no morir.

Contó: “Por la noche, cuando duermo, los asesinados vuelven en mis pesadillas.” Añadió: “No puedo comer, no quiero nada de lo que me ofrecen. Creo que lo que siento nunca va a cambiar.”

Desde que comenzó el conflicto, el gobierno detiene sistemáticamente a quienes considera sus adversarios. Los detenidos hablan de homicidios, palizas, agua y comida insuficientes, entre otros horrores que causan angustia psicológica prolongada.

Lula contó a Amnistía Internacional que unos agentes del Servicio de Seguridad Nacional lo obligaron a destripar los cadáveres de otros detenidos asesinados en un centro de Juba, para que no flotasen cuando fueran arrojados al río.

Dijo: “Me siento sin esperanza... me siento deprimido, nunca estoy contento... pienso en suicidarme... Todo esto hace que me sienta mal, y me odio a mí mismo.”

Esforzarse más para abordar las necesidades de salud mental no es sólo esencial para el bienestar de las personas, sino que también es fundamental para que los sursudaneses reconstruyan efectivamente sus comunidades y su país, afirma Amnistía Internacional.

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