Los contratos petroleros:
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Manuel Morales Olivera
06/06/2016 - 14:23

¿Dónde se redactaron?

La primera versión de los nuevos contratos a ser firmados por las empresas petroleras 180 días después de la Nacionalización, estaba lista y fue entregada en Palacio días antes del 1ro. de mayo del 2006.

La primera versión de los nuevos contratos a ser firmados por las empresas petroleras 180 días después de la Nacionalización, estaba lista y fue entregada en Palacio días antes del 1ro. de mayo del 2006.

Era claro que negociar más de 80 contratos con 10 empresas en 180 días no era fácil, por lo que “habíamos adelantado la tarea”.  La primera versión tenía ya definida toda la estructura y el contenido de las Cláusulas.  Faltaba, eso sí, el mecanismo específico mediante el cual, se iba a calcular y pagar la retribución a las empresas petroleras por los servicios prestados al Estado.

Esta primera versión nuestra fue redactada en base a los borradores que había trabajado previamente, el año 2005, el personal de YPFB de acuerdo a su visión de la Ley 3058.  Sin duda alguna no era nuestra perspectiva de las cosas, pero haciendo justicia, la base de los nuevos contratos fue redactada por ellos.

Mientras se redactaba el Decreto de Nacionalización, desde febrero hasta marzo del 2006, se dio forma al mismo tiempo a los nuevos contratos petroleros, en oficinas de YPFB.   Tuvimos ese tiempo el honor de contar con un maestro que, en incontables y largas charlas, respondía con paciencia todas nuestras preguntas.  Preguntamos sobre los contratos a nivel mundial, sobre los diferentes modelos y estructuras, sobre cuáles eran sus resultados prácticos, sus ventajas e inconvenientes, etc.

Después de las primeras semanas, cuando empezamos a entrar en mayores detalles, el compañero  ya conocía a cabalidad la legislación boliviana del sector.   Entonces cuando se trabajaba una idea, él se encargaba de darle la redacción y la forma técnica adecuada.

Recuerdo la charla en la que se dibujó en la pizarra el que después sería “el clásico” diagrama de distribución de los ingresos de acuerdo a los nuevos contratos.  Se dibujó una columna de ingresos totales y se la dividió con su franja 1 de IDH y Regalías, su franja 2 de Costos Recuperables y su franja 3, dividida entre YPFB y las empresas operadoras.

“Si hacemos esto … ¿Se puede?”, pregunté.  Una sonrisa se dibujó en su rostro y me dijo algo así: “Se puede, pero debes estar consiente que eso es … una alevosía”.

El apoyo de este compañero nos permitía tener seguridad absoluta de que ninguna de nuestras ideas, por descabellada que pareciera, estuviera fuera del marco de lo real, de lo posible.  Pero además, este compañero tuvo otra virtud extraordinaria, no dio en ningún caso criterio sobre lo que debíamos o no hacer; comprometido con el proceso pero respetuoso absoluto de nuestra perspectiva de las cosas, de nuestras decisiones.

Al finalizar cada jornada de trabajo, me reunía con el compañero Jorge Alvarado, prácticamente todos los días.  Esta sana costumbre que se extendió hasta que dejó lamentablemente la Presidencia de YPFB,  permitió que el trabajo se realizara de la forma más fluida y coordinada.  Jorge recibía el informe diario, daba sus criterios y observaciones, se definían con él todos los temas, incluidos los operativos y … recuerdo siempre, la alegría en su rostro saboreando anticipadamente el momento de “poner en su lugar” a las empresas petroleras.  Tenía también en su rostro una sana envidia de que yo podía dedicarme a tiempo completo a estos temas, mientras él debía controlar y manejar YPFB para que estuviera lista para la nacionalización; ¡y así lo hizo!!!!.

Con Jorge Alvarado, día a día se fue puliendo el borrador de contrato.  El trabajo era obviamente detallado, al extremo que surgió una singular broma interna del equipo sobre la forma detallada y minuciosa en la que Jorge Alvarado leía los borradores de contrato.   Lamentablemente, no pudo estar hasta la revisión de las últimas versiones de los contratos por los furibundos ataques que recibió injustamente.

Al igual que el Decreto de Nacionalización, los contratos a ser firmados con las petroleras fueron perfeccionándose a detalle en diferentes versiones.  Se tuvo extremo cuidado con estas versiones.  Queda para la anécdota, que conociendo que un miembro del equipo ampliado, necesitado de figuración había realizado contactos chútos con algunas empresas; se le hizo llegar una versión, no recuerdo si la versión 3 o la 5, con errores expresamente incorporados.   En definitiva, esa versión salió publicada en la prensa y sirvió para distraer la atención.

La versión 5 de los contratos fue entregada oficialmente a todas las empresas petroleras advirtiéndoles que sufriría modificaciones.  Cuando semanas después recibieron la versión 7, palidecieron, porque era más dura que la anterior.   Les aconsejamos cerrar trato lo antes posible, antes de que llegue la versión 9.

Y llegó la versión 9, sólo que esta vez ya no fue entregada a las empresas.  En esta versión, los contratos quedaron definidos y se establecieron tres modelos finales, el duro, el medio y el blando.  Dependiendo de la estrategia de negociación se fue definiendo cuál contrato debía firmar cada empresa.  Vencido el plazo todas las empresas tenían sus respectivos contratos.

Después de que fueron firmados los contratos y se conocieron públicamente, algunos analistas dijeron que eran muy buenos contratos y que habían sido redactados en Nueva York por un bufete internacional.  Cuando escuchaba estas declaraciones recordaba la siguiente anécdota.

Entre Julio y Agosto del año 2006, un poco antes de que entregáramos oficialmente un borrador del modelo de contrato a las empresas petroleras, se mandó una versión al bufete de Nueva York que, efectivamente, estaba en coordinación con nuestro equipo.  Se le pidió que nos diera opiniones y sugerencias.

A los pocos días nos llegó un nuevo modelo de contrato, redactado por ellos, totalmente diferente a nuestro modelo.  Educadamente enviamos un nuevo mensaje en el que reiterábamos nuestro pedido de recibir opinión sobre nuestra versión del modelo de contrato.   A los pocos días nos llegó un nuevo documento redactado sobre la base de su modelo, incorporando algunas cláusulas de nuestro modelo de contrato.

Agradecimos su buena intención pero les dijimos que los contratos a ser firmados por las petroleras serían los contratos definidos y redactados “a la boliviana”.  Les costó asumir esta realidad, pero obviamente la aceptaron y desde ese momento quedó claro para ellos que su rol era de asesoramiento, de responder consultas y … nada más.

El rol del bufete de Nueva York, el rol vital que jugó, no fue el de redactar los contratos a ser firmados.  Se trabajó con ellos fuerte y profundamente sobre el tema de los arbitrajes internacionales.  Ese fue el tema en el que jugaron un rol decisivo.

El año 2007, bajo fuego cruzado por parte de la oposición, aparecieron como denuncias que el equipo boliviano había recibido apoyo internacional, que había recibido apoyo cubano y venezolano, y que “un bufete de Nueva York” definió la nacionalización.

Estábamos tomando decisiones sobre la riqueza natural más importante del país, de la cual dependía el futuro.  ¿No era lo más lógico y sensato buscar asesoramiento internacional?

Lo fundamental era que este asesoramiento fuera sólo eso, asesoramiento.  A diferencia de los tiempos neoliberales en los que Sánchez de Lozada llegó a firmar un contrato que estaba en inglés, tiempos en los que los “asesores” definían y los bolivianos “acataban”; a diferencia de esos tiempos, los equipos que nos asesoraron tenían o llegaron a tener absolutamente claro su rol.

Se desarrollaron también charlas sobre el tema con otros expertos internacionales que no se “denunciaron” aquel  tiempo, pero que fueron vitales a la hora de tomar decisiones.  Charlas que se desarrollaron, varias de ellas, incluso antes de ganar las elecciones y alguna otra, que fue vital, antes de la posesión de Evo.  Por ejemplo, el día y la hora en que Evo asume la presidencia, el equipo de hidrocarburos estaba en una de esas charlas con un experto reconocido internacionalmente.  Vimos a la pasada los actos por televisión y leímos al día siguiente, en la prensa, el contenido del discurso del Evo.

El trabajo fue serio, como correspondía a las circunstancias.  El equipo boliviano tenía claridad estratégica, tenía el mandato del pueblo boliviano, pero … necesitaba lograr la misma claridad y contundencia a la hora de volcar todo eso en la operación efectiva de toda la cadena de producción, almacenaje, transporte y comercialización de hidrocarburos; necesitaba esa claridad en los nuevos Contratos de Operación. 

Para lograrlo necesitábamos el asesoramiento de diversos expertos, en distintas áreas; pero los expertos que nos asesoraron, no fueron los “expertos” de escritorio, fueron expertos que habían dirigido negociaciones, que habían forjado su experiencia en décadas, que dirigían empresas en duras condiciones operativas, que dirigían operaciones internacionales de gran envergadura, expertos que día a día daban la batalla.

¿Tuvimos apoyo internacional?  Claro que sí, eso no era un pecado, el pecado hubiera sido no tener ese asesoramiento internacional y decidir irresponsablemente sobre semejante tema histórico.

Lo que no deja de doler es que exista esa mentalidad de que sólo lo extranjero es bueno y lo nacional es malo.  Si los contratos son buenos, es que tuvieron que ser redactados en Nueva York, no pudieron ser creados en Bolivia y por bolivianos.  Si los contratos son malos, entonces obviamente fueron redactados en Bolivia y por bolivianos, porque si hubieran sido redactados en Nueva York hubieran sido buenos.

En los siguientes artículos de esta serie, contando otras partes de esta historia, quedará claro y resultará inequívoco que los Contratos que firmaron las empresas eran “a la boliviana” y respondieron a cabalidad con los objetivos señalados.

En definitiva, los Contratos de Operación que firmaron las empresas petroleras en octubre del 2006, fueron contratos “made in Bolivia”.  Si son buenos, es nuestro logro; si son malos, es nuestra “total y absoluta” responsabilidad.

Manuel Morales Olivera

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