Serotonina
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Ivan Arias Duran
01/06/2015 - 09:42

Desafío del poder local: la promoción económica

El estatismo es como el padre que se mete a solucionar todos los problemas de sus hijos. Es, ante sus vástagos, un padre bondadoso y dinámico, pero lo que provoca, a la larga, es que sus hijos sean altamente dependientes del padre, faltos de iniciativa y que se mueven en el perverso círculo del error y más error, sin asumir las consecuencias de sus propias decisiones.

Los nuevos alcaldes y gobernadores están obligados a dejar de pensar en cemento y ponerse las pilas para generar desarrollo a partir de la promoción económica en sus municipios y departamentos. Desarrollo económico local no significa que el gobierno municipal sea el que sustituya a los actores económicos; no se trata que tengamos alcaldías empresarias que matan a las iniciativas privadas; no es tarea del alcalde estar construyendo hoteles, plazas y escuelas.

Municipio productivo, como normalmente se llama al impulso del desarrollo económico desde lo local, no es que la Alcaldía sea productiva; de lo que se trata es que los habitantes, los actores privados del municipio, sean productivos y competitivos.

Con estos años de bonanza y desinstitucionalización el país ha sido ganado a la lógica estatista que estrangula y mata a la iniciativa privada. El estatismo exagerado hace de los habitantes del municipio, gente que espera que el Estado le solucione  sus problemas. En un Estado omnipresente la gente espera que el órgano público se encargue de todo. 

El estatismo es como el padre que se mete a solucionar todos los problemas de sus hijos. Es, ante sus vástagos, un padre bondadoso y dinámico, pero lo que provoca, a la larga, es que sus hijos sean altamente dependientes del padre, faltos de iniciativa y que se mueven en el perverso círculo del error y más error, sin asumir las consecuencias de sus propias decisiones.

Otro de los impactos del estatismo politizado es que genera desinstitucionalización. Es decir, no genera ni desarrolla capacidades propias entre los actores sociales y económicos. El desarrollo requiere dos cosas para tener éxito: estabilidad y una base administrativa sana. Hasta ahora, hablando en el largo plazo, una de las principales características de las políticas bolivianas es la falta de coherencia y continuidad. 

En Bolivia las políticas cambian con asombrosa rapidez. Un tiempo somos estatistas y al rato nos volvemos liberales. Raramente se les permite consolidarse en alguna dirección, lo que hace imposible evaluación alguna e impide introducir adaptaciones y mejoras. 

Una serie de políticas son a menudo reemplazadas por otras novísimas, aún antes de que las primeras hayan sido entendidas, no digamos aplicada con éxito. No es de maravillarse pues que muchos funcionarios gubernamentales operen sobre la base de las crisis cotidiana más que con una planificación a largo plazo.

Este caos político y de políticas tiene sus impactos en la administración. Los rápidos cambios de política y de personal, las directivas contradictorias y el excesivo papeleo producen una sobrecarga y un desperdicio de los recursos: mano de obra, dinero, materiales y tiempo. 

La respuesta tipo a este problema es más o menos la misma: más capacitación y reclutamiento con la clásica consecuencia de la proliferación de superpobladas organizaciones y el consiguiente incremento de los costos de administración.

Cambiar el enfoque paternalista por el de promotor y facilitador es la clave del desarrollo económico sostenible. La promoción económica busca facilitar y posibilitar inversiones privadas, por ello la política es selectiva y se concentra en satisfacer la demanda ligada a proyectos concretos de inversión de los agentes económicos privados que responden a señales de mercado. 

La promoción económica (Michel Porter, 2008) promueve la innovación técnica y organizativa y, fundamentalmente, se concentra en impulsar la productividad como fundamento de la competitividad. Se utilizan recursos públicos o donaciones externas y recursos privados para la provisión de bienes y servicios de soporte especializados.

La promoción económica no sólo está orientada a la agropecuaria, más bien uno de sus horizontes es indagar y desarrollar sectores nuevos que conviertan al municipio o departamento en el oferente de servicios y productos que tienen más que ver con el conocimiento que con sólo la producción de la tierra. 

Los gobiernos locales que se metan a hacer promoción económica comprobarán que este desafío es la mejor herramienta para mover los recursos locales, para generar el desarrollo endógeno. La  promoción económica, por otro lado, nos obliga a actuar en local y pensar en global. Es decir, a tener una praxis glocalizada, porque lo local también es global. Si no,  ¿cómo entenderíamos fenómenos como el Cuzco, Paris, Uyuni o Rurrenabaque?

Experiencias de este tipo obligan a la alianza entre sector público y privado que nos lleve a poner lo mejor de cada uno para lograr mejores días para los ciudadanos. Sudamérica tiene experiencias de promoción económica dignas de  conocer. La que más llamó la atención en estos años fue Medellín: de ser una de las ciudades más pobres y violentas de Colombia, hoy es un  ejemplo de desarrollo y de ciudad inteligente. 

Como dicen sus impulsores: "nuestra alianza (público/privada) tiene como objetivo principal vender la ciudad. Por tal razón su trabajo se enfoca en captar eventos, atrayendo con ello a empresarios de diferentes regiones del mundo, en promocionar las ferias de la ciudad, como el Festival de Tango, la Feria de las Flores y el alumbrado navideño. Y, finalmente, venderla como un destino óptimo para pasar desde un fin de semana hasta unas largas vacaciones. 

Tenemos la necesidad de ofrecer a los visitantes paquetes turísticos con valor agregado, mejorar la conectividad, tanto terrestre como aérea, posicionar la marca ciudad y mejorar en el tema de medición para poder conocer de primera mano, entre otros detalles, por qué vienen los turistas a la ciudad, qué les gusta o qué les disgusta de ésta”.

El desafío está lanzado y habrá que ver qué gobiernos autónomos lo asumen o si prefieren seguir haciendo más de lo mismo.

 

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