Anatomias
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Victor Hugo Romero
20/05/2014 - 09:24

El cubo

Me explicó que logró deducir el método estudiando cómo se movían las fichas después de cada movimiento y su traslación en los coloridos lados del cubo, anotando cada paso en su libreta. Al final comprendí como se hacía y desde la década de los noventa lo armo casi todos los días.  

Uno puede heredar muchas “cosas” en la vida, desde valores hasta plata, su valía depende muchas veces del punto de vista con los que sea vista la herencia y recibida, en lo que va de mi vida hasta el momento he recibido una que no he olvidado y que la practico casi todos los días, cada movimiento lo tengo grabado en la memoria y creo que es una de las herencias que más aprecio, me la transmitió mi tío Jhonny, murió muy joven, con cáncer, pero se dio tiempo para enseñarme a armar el cubo de Rubik y eso no lo olvidaré nunca.

El otro día me conecté y noté en Google, el homenaje que le hacían al cubo de Ernő Rubik por sus cuarenta años de vida, sentí añoranza, levanté mi vista al librero y vi los cubos que a lo largo de los años he ido juntando, desde piratas hasta originales, toda una pasión por el más extraño de los rompecabezas que he tenido. Mi primer cubo de tres hileras lo obtuve en los 80, era imposible armarlo, simplemente me divertía armando una cara, cualquiera, a la vez veía con atención cómo en el resto del mundo lo armaban hasta con los pies y en minutos. Recuerdo un programa ¡Esto es increíble! Desde el que mostraban como el planeta giraba alrededor de un cubo.

En unas vacaciones que pasé en Sucre, al pasear por el mercado campesino, vi varios cubos a la venta y me compré uno, en la casa de mi abuelastra (abuela/madrastra) intentaba armarlo, cuando llegó mi tío Jhonny, me preguntó si sabía armarlo, le respondí que no. Se sentó y con mucha paciencia empezó a enseñarme, nivel por nivel, considerando la ubicación de las caras. Me explicó que logró deducir el método estudiando cómo se movían las fichas después de cada movimiento y su traslación en los coloridos lados del cubo, anotando cada paso en su libreta. Al final comprendí como se hacía y desde la década de los noventa lo armo casi todos los días.  

Hace poco, en la casa de mi Tía Eli, mi sobrina Johana sacó los suyos, le habían enseñado en el colegio, cosa buena, nos pusimos a resolverlos, competimos, debo reconocer que me dejé ganar, valió la pena ver su alegría en la victoria. Intercambiamos métodos de armado, no hay uno solo, sino varios, lo que se valora en ellos es el tiempo que te consumen en resolver el método, hace poco unos científicos, anunciaron haberlo resuelto en 20 movimientos, en 1974 eran 52. Terminamos también compartiendo los juegos geométricos que lográbamos al combinar las seis caras y jugando con sus colores, les expliqué que a mí me gustaba ajedrezar el cubo de manera que cada dos caras sean iguales. Mi primo expresó su asombro al ver lo “ociosos” que éramos, no podía comprender que más allá de resolverlo, jugábamos con la solución, intentando sacarle el jugo al rompecabezas, para rayarlo un poco más le conté que tengo uno especial, eléctrico, que funciona con juegos de luces por caras que mi hermana me trajo de Portugal y que vi una vez uno digital, carísimo.

La pasión por este tipo de rompecabezas exige un sentimiento especial y además espacial, la capacidad de imaginar el mundo y adelantarse a él, a predecir los movimientos e intentar dominarlos con un factor de anticipación, es algo así como vivir en permanente ventaja. Los que logramos armar el cubo sentimos una muy especial e incomparable sensación de triunfo, además de hacernos creer que somos invencibles. Regreso a mis cubos y levanto el 4x4x4, conocido como La Venganza de Rubik, tiene cuatro hileras y desde hace cinco años que intento resolverlo todos los días, hace poco lanzaron uno de nueve, espero llegar a tenerlo también y la vida para resolverlo. 

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