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Juan José Toro
24/01/2015 - 16:51

“Salar de Uyuni”

El razonamiento del alcalde sobre la jurisdicción se basa en la condición de reserva fiscal que tiene el Salar Thunupa. Al ser de propiedad del Estado, es de todos los bolivianos, dice. Ese argumento podría ser “peligroso” a la hora de hablar de las utilidades que genere el salar por la explotación del litio y sus recursos evaporíticos.

Ahora que el Rali Dakar 2015 es un recuerdo, dulcificado por el inédito tercer lugar de Walter Nosiglia, tal vez no sea impertinente hacer ciertas puntualizaciones sobre ese fantástico pedazo extraterrestre que fue su centro de atención cuando la competencia pasó por nuestro país.

“Salar de Uyuni” es un denominativo pero no un nombre propio. Se le llama así porque antaño, cuando su principal atractivo era el de ser un centro de producción de sal, la población civil más importante era —y sigue siendo— la ciudad intermedia de Uyuni, actual capital de la provincia Antonio Quijarro del Departamento de Potosí.

El Instituto Geográfico Militar (IGM) me confirmó que no existe un solo instrumento legal que le dé al salar el nombre “de Uyuni”. Su nombre original, con el que figura en los mapas antiguos y que fue recogido al labrar el mapa de ayllus originarios de Potosí es Salar Thunupa.

Pero la verdadera razón por la que el salar es contante motivo de polémica es la jurisdicción. Un simple vistazo a cualquier mapa demuestra que el gigantesco mar blanco no está en la provincia Quijarro y, por tanto, tampoco se encuentra en la jurisdicción de Uyuni. Una de las comunidades que se encuentran a orillas del salar es Colchani y esta sí depende de Uyuni pero, según confirma el IGM, el borde salino constituye la división interprovincial entre Antonio Quijarro y su provincia vecina, Daniel Campos así que, jurisdiccionalmente hablando, tampoco tiene tuición sobre él.

Debido a su gran extensión —más de 10.000 kilómetros cuadrados—, el salar abarca dos provincias potosinas, Daniel Campos y Nor Lípez. Dos de los municipios de Daniel Campos, Llica —su capital— y Tahua —que también está en la orilla—, reclaman tener jurisdicción sobre el denominado “Salar de Uyuni”. A la gente de Uyuni, desde luego, no le gusta polemizar sobre el tema y su actual alcalde, Froilán Condori, incluso me dijo que hacerlo sería “peligroso”.

El razonamiento del alcalde sobre la jurisdicción se basa en la condición de reserva fiscal que tiene el Salar Thunupa. Al ser de propiedad del Estado, es de todos los bolivianos, dice. Ese argumento podría ser “peligroso” a la hora de hablar de las utilidades que genere el salar por la explotación del litio y sus recursos evaporíticos.

No sé si los alcaldes de Llica y Tahua comparten la opinión del de Uyuni. Lo que sí sé es que ambos municipios reclaman, esgrimiendo argumentos jurisdiccionales, sus derechos sobre el “Salar de Uyuni”.

Como fuere, lo cierto es que el denominativo le ha traído grandes beneficios económicos a Uyuni ya que esta ciudad es la que primero se visita, de paso al salar, siempre y cuando se ingrese por Potosí. Llica y Tahua se benefician del flujo turístico de manera secundaria y muchos de sus habitantes creen que las cosas cambiarían si el salar tuviera otro nombre o, por lo menos, si se usara el original.

La polémica parece marginal pero es posible que se recrudezca cuando suba la cantidad de visitantes al salar, que ahora es más conocido que nunca, o cuando las utilidades del litio lleguen a sus niveles más altos. Puede que entonces hablar del tema sea realmente “peligroso”.

 

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