miradas inclusivas
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Ilse Miranda
09/01/2015 - 09:28

Yo soy Charlie

Debemos pensar seriamente intervenir como sociedad organizada cuando estos procesos de adoctrinamiento se acercan a la infancia, a la adolescencia, a la juventud primera y a poblaciones que viven diversos tipos de exclusión social. La  inmoral instrumentación de atención a sus necesidades, tanto las materiales como las sociales y espirituales, condiciona su encantamiento por cantos de sirenas. La protección de la vida  de poblaciones vulnerabilizadas debe considerar legislar y penalizar este tipo de cooptaciones. Se salvarían muchas más vidas que las de ellas y ellos.

Es necesario develar y reflexionar sobre la situación de vulnerabilidad política de las y los jóvenes- adolescentes que son seducidos por procesos de adoctrinamiento que devienen en fundamentalismos étnicos, culturales, religiosos y político - partidarios y el proceso de construcción de desenlaces como los que siempre lamentamos sin llegar a abordar sus orígenes. La guerra fría ha devenido en siniestra con el uso maquiavélico de los sueños y las necesidades de los pueblos.

Existe una barrera perversamente difusa entre la educación, la formación de valores sociales y adoctrinamientos con contenidos étnicos, culturales, religiosos y político - partidarios. Cuando se traspasan, de manera intencionada o no, los límites entre estos encargos sociales que han sido delegados a las generaciones adultas, las más perjudicadas son la infancia, la adolescencia, la juventud primera y poblaciones que viven diversos tipos de exclusión social, porque la atención de sus necesidades, entre ellas las de lograr un lugar y un valor socialmente reconocidos, se condiciona con la reproducción de determinados comportamientos.

En lo fáctico, analizando los contenidos de las mallas curriculares que se ponen en juego en los procesos educativos, la educación pretende brindar a las personas que se encuentran en proceso de estudio, la posibilidad de acceso a información que ha producido la humanidad en diferentes campos. Salvando las diferencias de los niveles educativos, el proceso educativo deviene siempre en un proceso de socialización, pues acontece en una dinámica de relaciones sociales en las que se reproducen costumbres y concepciones de vida y se juegan códigos, lugares y valores sociales.

Así, además de los contenidos explicitados en los programas educativos, en el proceso de educación ocurren dinámicas sociales que conforman contenidos y lugares de identidad, carácter y personalidad de las personas en proceso de educación: la circulación de la información es intencionada y consciente, la dinámica social y sus productos no son objetivados ni concientizados. En los hechos, como experiencia humana, nos falta aún dilucidar cuáles son las capacidades humanas, cómo se deben operativizar las oportunidades para su desarrollo y cuál es el valor de todas ellas en la preservación de la vida, tanto la humana como las de otras especies que nos son vitales si reflexionamos en términos de supervivencia.

La educación ha logrado sistematizar procesos de circulación de la información producida durante la experiencia humana. La formación de valores sociales acontece como producto no sistematizado del carácter de las relaciones sociales que se dan durante el proceso educativo y acontecen de manera bastante caótica, pues están a merced de la ideología que despliegan de hecho las y los operadores educativos. Bastante perversa también, pues esta carencia de sistematización, la omisión de la explicitación en el programa educativo, coloca en un lugar de poder superlativo a la generación adulta que opera lo educativo. Por lo general, así sucede en la educación como institución bajo la responsabilidad de los estados.

Además de la educación como institución estatal, está la educación alternativa, desde la que ocurre en los grupos familiares y otros grupos más o menos pequeños y que se orientan tanto a adiestrar en la reproducción de la vida social, la crianza, etc. como hacia contenidos específicos que puede ir desde la oratoria hasta la formación de liderazgos, desde aprender a nadar hasta un nivel superior de especialización. En estos se reproduce lo anteriormente señalado, existe un programa educativo y existe una dinámica educativa. Que pueden ir además, en sentidos contrarios: se circula información sobre democracia con una dinámica autoritaria…

Entre estos encontramos procesos educativos en los que se circula información como si ésta fuera verdad y de manera absoluta y cuya dinámica social acontece en un clima de verticalidad explícita en cuya cúspide se puede encontrar desde una divinidad hasta la cúpula de la organización, del partido, etc. En fin, divinidades todas ellas. Son “procesos de adoctrinamiento”: con estrategia vertical se circulan formas de actuar y verdades absolutas que deben reproducir quienes formen parte de la doctrina. La verticalidad es Pavloviana: pan para quien la reproduce a rajatablas y palo para quién articule la más mínima resistencia.  Quién ya tenga el empleo de capataz, mostrará alimentarse de pasteles: el alimento de la cúpula forma parte del imaginario que mantiene la expectación en el proceso. Quién haya vivido ya de palos o quien esté jugando sus primeros pinitos macrosociales, buscará al toque, como el perrito de Pavlov, el pan cuyo amargo sabor pasará bajo la ilusión de futuros pasteles: empleo, salud, educación, dignidad, poder…

Debemos pensar seriamente intervenir como sociedad organizada cuando estos procesos de adoctrinamiento se acercan a la infancia, a la adolescencia, a la juventud primera y a poblaciones que viven diversos tipos de exclusión social. La  inmoral instrumentación de atención a sus necesidades, tanto las materiales como las sociales y espirituales, condiciona su encantamiento por cantos de sirenas. La protección de la vida  de poblaciones vulnerabilizadas debe considerar legislar y penalizar este tipo de cooptaciones. Se salvarían muchas más vidas que las de ellas y ellos.

La equidad, el ejercicio de derechos, la inclusión universal, deben dejar de ser pose para la cámara. Los estados atienden las necesidades de sus poblaciones de manera inequitativa. Los gobiernos instrumentalizan a favor de sus propios grupos los recursos estatales. El pueblo atendido siempre es una pequeña fracción del pueblo real. Son condiciones que cocinan caldos de resentimiento justificado que alquimistas oportunistas transforman en odio visceral: 10, 12, 18 años es demasiado pronto tanto para morir como para matar.

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