serotonina
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Ivan Arias Duran
29/09/2014 - 09:32

¿Divididos y fundidos, pero jamás unidos?

En este contexto, el actual partido gobernante hace de la democracia del voto manipulado, del control de los órganos públicos y de la chauchita del fisco, los instrumentos para seguir manteniendo una sociedad cargada de complejos y anclada en el pasado, para que sigamos echándole la culpa de nuestros fracasos a todos los que nos rodean y allende los mares.

A13 días de las elecciones, la oposición boliviana está en la encrucijada de último momento: hacer caso al pedido de unidad o hundirse en sus mezquindades. Es innegable que la oposición se enfrenta a un Godzila político que no mide principios ni medios para lograr su fin: reproducirse y copar todos los espacios de poder. 

El pragmatismo azul no tiene límites y ha demostrado que es capaz, sin siquiera ruborizarse, de hacer y decir lo que sea para no ceder espacios que permitan construir una sociedad con instituciones democráticas independientes y modernas.

El pragmatismo político consiste en perder el destino histórico. Los pragmatismos políticos pueden ser de derecha, de centro o de izquierda. Depende de la persona y sus circunstancias.

Haciendo una análisis histórico, el pragmatismo es una escuela filosófica creada en  Estados Unidos  a finales del  siglo XIX por   William James,  Charles Sanders Peirce y  John Dewey. Su concepción básica es que sólo es verdadero aquello que funciona; con esta visión enfocan el mundo real objetivo. Se caracteriza por negar la existencia de verdades absolutas, sostiene que las ideas son provisionales y están sujetas al cambio a través de la investigación futura.

El pragmático  absoluto no es más que un negador de valores morales y el "pragmatismo despiadado” es sinónimo de estratagemas diseñadas e implementadas con la intención de lograr alcanzar objetivos políticos, partidarios o ideológicos, muy alejados de los añorados por la sociedad. 

La ciudadanía con poca frecuencia ha salido beneficiada, al contrario. Aunque cuando lo fue, ha sido de forma incidental o colateral, no deliberada

En este contexto, el actual partido gobernante hace de la democracia del voto manipulado, del control de los órganos públicos y de la chauchita del fisco, los instrumentos para seguir manteniendo una sociedad cargada de complejos y anclada en el pasado, para que sigamos echándole la culpa de nuestros fracasos a todos los que nos rodean y allende los mares. 

Una sociedad que se expresa a través de movimientos sociales corrompidos y prebendalizados donde "don dinero” manda y ordena las instituciones y la vida de las personas.
Ahora bien, ¿cómo sentar las bases para cambiar este proceso corrosivo de la sociedad y sus valores? La esperanza estaba, (¿aún está?), en las elecciones del 12 de octubre, porque se tenía la certeza de que era la oportunidad, no de destruir al contrincante, sino de devolver al país los equilibrios democráticos y el respeto a las personas y las instituciones.

Se planteaba como la gran posibilidad de reconducir al país por la senda de las democracias maduras y de pasar de la chauchita irresponsable a la construcción de un desarrollo económico sostenible, que genere condiciones de vida y empleo dignos.

En este sentido, la ciudadanía, a través de todas las encuestas previas al lanzamiento de las candidaturas, señalaba la necesidad de que la oposición vaya unida y se inicie la construcción de un bipartidismo que nos aleje del montón de siglas que, antes que representar a sectores de la sociedad, representan a caudillos en extinción. Algunas de esas encuestas hasta auguraban victoria opositora en caso de unirse.

Sin embargo, haciendo oídos sordos de aquel clamor, la oposición no se unió y en pleno proceso de campaña proselitista, más bien, anda jibarizando y atomizando su caudal electoral, ante el beneplácito del partido de gobierno, que bien sabe que ese es el mejor favor que le pueden hacer sus,  dizque, enemigos. 

Señores opositores, apropiándome de una propuesta que hizo uno de los actuales candidatos al inicio de la campaña, si no quieren perder soga y cabrito, si no quieren ser tontos útiles en favor de los que dicen combatir, si no lo pudieron hacer antes del proceso electoral, si no quieren recibir el castigo y desprecio de la ciudadanía, urge, hoy, a 13 días de las urnas, que se sienten en una mesa, juntos o por separado, pisando tierra, despojándose de egoísmos, mezquindades caudillistas y pensando en la patria, que es el bien mayor, y decidan apoyar al que más posibilidades tiene de hacerle frente al pragmatismo azul. 

Lo hicieron en Sucre, se unieron en el Beni, ¿por qué no lo podrían hacer ahora? Cínicamente quizá me dirán: soñar y proponer no cuesta nada, pero les aseguro que si no dan ese paso, se habrán fundido y sus sueños y los de Bolivia se convertirán en pesadillas.

Les aseguro que si no dan ese paso, se habrán fundido y sus sueños y los de Bolivia se convertirán en pesadillas.

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